Por Federico Lix Klett - Fundador de FALK AI, FALK Impellers y FALK Advertising Matters. Es pensador, hacedor, comunicador, formador e impulsor de innovación y transformación en las organizaciones.
¿Qué es ser un Homo Augmentus? Hace dos domingos desarmamos al "loro digital" y quedamos en que la denominación "Inteligencia Artificial" es un buzón marketinero. El domingo pasado, compartí con vos la melodía de Joaco. Y te agradezco de nuevo, de corazón, por el inmenso cariño recibido por ustedes para con mi familia.
Quedamos en que esta nueva era nos obliga a mirarnos al espejo. A preguntarnos si, con estas herramientas tan potentes, seguimos siendo los mismos de siempre. Hoy vamos a intentar definir a ese nuevo ser que emerge, a ponerle nombre y apellido filosófico, porque entenderlo es empezar a entendernos.
Homo Augmentus: Desarmando el nombre
A lo largo de nuestra historia, nos hemos definido por lo que hacemos: Homo Faber (el que fabrica), Homo Ludens (el que juega), y sobre todo, Homo Sapiens (el que sabe). Pero ahora, ¿qué somos?
Yo te propongo el término Homo Augmentus. Desarmémoslo, que en la raíz de las palabras hay mucha data. Homo, del latín, significa "hombre", en el sentido de humanidad. Augmentus viene del verbo latino augere, que significa "aumentar, incrementar, hacer crecer".
Entonces, Homo Augmentus es, literalmente, el "humano que se aumenta" o "el humano en crecimiento". Filósofos como Andy Clark y David Chalmers, con su idea de la "mente extendida", ya plantearon que nuestras herramientas (desde una libreta hasta un celular) no son solo objetos externos, sino parte integral de nuestro proceso cognitivo. Pero hoy, esa "extensión" hoy cobra un sentido más profundo. ¿Acaso se vuelve parte de nuestra esencia?
Ciborgs sin disfraz de Hollywood
Sé que la palabra "ciborg" suena a RoboCop, a ciencia ficción ochentera. Pero saquémosle el disfraz. Un ciborg (acrónimo de cybernetic organism) es, simplemente, un ser compuesto de partes orgánicas y partes cibernéticas.
¿Tenés un marcapasos? Sos un ciborg. ¿Tu celular funciona como una extensión de tu memoria, un lóbulo frontal externo donde guardás tus recuerdos? Bienvenido al club. Ya somos ciborgs primitivos. La Era de la Humanidad Aumentada solo está subiendo el volumen. Estamos en un viaje inevitable que fusiona nuestros átomos de carbono con los de silicio. La pregunta no es si nos convertiremos en ciborgs, sino qué tipo de ciborgs elegiremos ser.
La rebelión contra la entropía
Acá la cosa se pone más profunda. Una de las leyes fundamentales del universo es la Segunda Ley de la Termodinámica, la de la entropía. Para explicarlo fácil, dice que toda la materia tiende al desorden. Nuestro cuerpo, un sistema de baja entropía (altamente ordenado), lucha constantemente contra el deterioro. Pero la entropía siempre gana. Morimos.
La promesa de la EHA es, en esencia, una rebelión contra esa ley. Con la nanotecnología reparando células y la edición genética corrigiendo "errores", la idea de la inmortalidad deja de ser un delirio para convertirse en un problema de ingeniería.
Pero, ¡ojo! La historia, desde el mito de Gilgamesh, está llena de advertencias. La búsqueda de la inmortalidad casi siempre termina en tragedia. Y la inmortalidad está reservada para los dioses. ¿Qué significa una vida sin fin? ¿Se devaluaría el valor de cada instante? La tecnología nos puede dar más tiempo, pero no nos puede dar una razón para llenarlo.
La ética del aumento: curar vs. crear la grieta final
Y esto nos lleva al quilombo ético más grande de nuestro siglo. ¿Dónde está la línea? "Aumentarnos" para curar es, sin duda, un acto de amor y progreso. Y la tecnología CRISPR-Cas9 de edición genética ya no está golpeando la puerta; la tiró abajo.
A principios de 2025, un equipo de investigadores de la Universidad de Mie y la Universidad de Salud de Fujita en Japón publicó en la revista PNAS Nexus un avance significativo: lograron eliminar la copia extra del cromosoma 21 en un 13-30% de células madre y fibroblastos derivadas de pacientes con síndrome de Down, usando CRISPR-Cas9. Este experimento in vitro, un paso clave hacia posibles tratamientos, generó entusiasmo en la comunidad científica, aunque aún falta para aplicarse en humanos.
Ojo, leamos bien para no vender humo: no "curaron" a una persona, pero lograron una proeza a nivel celular que abre una puerta monumental hacia futuras terapias. Es, literalmente, reescribir un "error" de la naturaleza a nivel cromosómico. Un milagro de la ciencia que nos llena de esperanza.
Pero, ¿qué pasa cuando el "aumento" deja de ser terapéutico y se convierte en electivo, un ítem de lujo en el catálogo genético?
Acá es donde veo el riesgo de la discriminación del futuro. La próxima gran grieta no será por el color de piel o la religión. Será una desigualdad biológica, genética, entre los humanos y los súper-humanos: aquellos que puedan pagar por tener hijos con más inteligencia, más fuerza, sin predisposición a enfermedades.
Esa es la distopía que debemos evitar. Y la única forma de hacerlo es con un debate ético profundo, global y, sobre todo, humano, ahora mismo. Porque la tecnología, como acabamos de ver, ya no está esperando nuestro permiso para avanzar.
Ya sabemos en qué nos estamos convirtiendo. La pregunta ahora es: ¿qué necesitamos para ser la mejor versión de este Homo Augmentus? De esa nueva caja de herramientas para el bocho y para el corazón, charlamos el próximo domingo.






