A TODA VELOCIDAD RUMBO A LA META. Los bikers mostraron un gran nivel en todas las categorías del Rally. Desde la organización confirmaron que el 98% de las participantes completó el recorrido de la competencia.
Agosto en Tucumán tiene un sonido propio: el de miles de bicicletas que se abren paso por senderos, quebradas y cerros en una marea multicolor. Pasó una nueva edición del Rally Trasmontaña, y una vez más la provincia ratificó su título de “capital nacional del mountain bike”. Lo que comenzó en 1994 con apenas 60 duplas se transformó, tres décadas después, en la carrera más convocante de la especialidad cross country en la Argentina y una de las más reconocidas a nivel internacional.
Este año, en la edición número 31, la cifra de 2.502 participantes volvió a sorprender. Llegaron corredores de todas las provincias y de países vecinos como Uruguay y Paraguay. Y entre los inscriptos figuró hasta Ned Overend, el primer campeón mundial de cross country, que viajó desde Estados Unidos para ser parte de la fiesta.
El Trasmontaña no es solo una prueba deportiva: es un encuentro, un ritual y un fenómeno cultural. “Para recibirse de biker, hay que correr el Trasmontaña”, se escucha en cada rincón del país. Y las postales del fin de semana lo confirman: senderos repletos de ciclistas, familiares alentando en cada punto del recorrido, equipos improvisando campamentos y turistas descubriendo la geografía tucumana al ritmo de la bicicleta.
Los números pintan el fenómeno con claridad. De los 2.502 bikers, 877 fueron tucumanos; es decir, casi el 65% de los corredores vinieron de afuera. Mendoza fue la delegación más numerosa, con 377 representantes, seguida por Córdoba (272), Buenos Aires (253) y San Juan (168). Hubo incluso nueve ciclistas de Tierra del Fuego, que recorrieron más de 3.500 kilómetros para no perderse la cita.
La variedad etaria y competitiva también le dio color a la prueba. Con 34 categorías, la más concurrida fue la Master B1, con 332 bikers, seguida por Mayores B (316), Master B2 (286), Mayores A (188) y Master C1 (158). En la categoría Elite, la de mayor exigencia, se anotaron 130 corredores. Y el dato que marca tendencia: 156 mujeres participaron en las cuatro categorías exclusivas para damas, lo que confirma el crecimiento sostenido del mountain bike femenino en el país.
Una fiesta
El Trasmontaña se ha consolidado como una cita que combina deporte con turismo. Durante todo el fin de semana, hoteles, restaurantes y bares de Tucumán tuvieron un gran movimiento, generando un impacto económico que se siente en cada rincón de la provincia. Pero más allá de lo económico, la carrera se vive como una celebración social y cultural: amigos que se reencuentran año tras año, familias que acompañan a los corredores y niños que sueñan con ser parte algún día de la “gran carrera”.
Sueño hecho realidad
Para los bikers, el Trasmontaña es un viaje a la esencia del deporte: esfuerzo, compañerismo y adrenalina. No es casual que se corra en parejas: la dupla obliga a la solidaridad, a esperar al compañero en los momentos duros, a compartir las alegrías en las bajadas veloces y las fatigas en las subidas interminables. “Es una experiencia muy linda, un reencuentro con todos los amigos”, contó Agustín Durán, uno de los protagonistas de esta edición, mientras emprendía el regreso a su casa en Chilecito, La Rioja. Su compañero mendocino, Juan Ignacio Goudailliez, coincidió: “Es una fiesta, un sueño, siempre es lindo venir a Tucumán porque se siente como correr en casa”.
LA FELICIDAD DE LOS CAMPEONES. Agustín Durán y Juan Ignacio Goudailliez emprendieron el regreso a sus provincias.
Durán y Goudailliez saben que su triunfo quedará grabado en la historia de la carrera. Vencieron en el terreno más exigente, contra los ganadores de las últimas cuatro ediciones (Álvaro Macías y Fernando Contreras), y escribieron su nombre en la lista de ganadores de una competencia que ya forma parte del ADN del mountain bike sudamericano. “La verdad que estamos muy contentos con todo: con la carrera, con la gente que se acercó, con esta fiesta que siempre significa el Trasmontaña. Es un reencuentro con amigos, con la pasión por la bici. Haber ganado es un sueño, y claro que el año que viene tendremos que volver para defender el título”, señaló Durán.
“Lo que vivimos fue una locura. Es un sueño que todavía estamos disfrutando. Todavía estamos asimilando lo que fue la fiesta”, dijo Goudailliez. Y su compañero riojano agregó: “Ahora toca descansar, pero ya estamos pensando en el Trasmontaña de 2026”.
La geografía tucumana se presta como pocas al desafío. Senderos estrechos, bajadas técnicas, subidas exigentes y paisajes que cortan la respiración convierten al Trasmontaña en una carrera única. Y ese entorno natural se combina con una mística construida a lo largo de 31 años: la de un evento que ya es parte del calendario emocional de miles de ciclistas.
Cada agosto, los cerros se llenan de carpas, bicicletas y banderas. El aire se impregna de nerviosismo y entusiasmo. Y cuando llega el día de la carrera, la adrenalina se multiplica en cada largada. La montaña no distingue niveles ni edades: todos, desde los Elite hasta los Master y los debutantes, comparten el mismo sueño de cruzar la meta. Este año, el 98% cumplió el objetivo de completar el recorrido, lo que confirma que cada vez llegan mejores preparados los bikers para el desafío.
Legado que crece
El domingo por la tarde, mientras los últimos corredores llegaban a la meta y los equipos guardaban sus bicicletas, Tucumán confirmaba otra vez su lugar en el mapa del deporte argentino. El Rally se había corrido una vez más, con miles de historias personales que quedarán como recuerdos imborrables: el debutante que logró terminar, el veterano que volvió a medirse con la montaña, el grupo de amigos que compartió risas y fatigas, la familia que acompañó para hacer realidad el sueño del biker.
La edición 31 del Trasmontaña ya es historia, pero su eco seguirá resonando en cada pedaleo de quienes la vivieron. Y mientras Durán y Goudailliez completaban su viaje de regreso, la promesa quedaba flotando en el aire: volver el año próximo, con la ilusión de defender la corona en la carrera que ningún biker quiere perderse. Porque si algo quedó claro este fin de semana, es que Tucumán sigue siendo la capital del mountain bike y que el Trasmontaña, más que una competencia, es un encuentro con la esencia misma del deporte: esfuerzo, camaradería y sueños cumplidos.






