Responsabilidades por el Día del Niño

16 Agosto 2025

El Día del Niño, que en nuestro país se celebra desde 1958, es una fecha comercial. Antes no existía. Ese año, la Cámara Argentina de la Industria del Juguete propuso dedicar un día especial para los chicos y se estableció que sería el tercer domingo de agosto. Claro que había un mojón previo en el calendario que impulsaba a los jugueteros a desarrollar esta movida: La ONU había recomendado cuatro años antes establecer un Día Universal del Niño. En aquel entonces hubo desencuentros por la fecha que se mantuvieron hasta hace poco, cuando se intentó mover la festividad una vez más.

Homenajear a los más chiquitos es un gasto. Por mucho o poco que se destine, las familias ocupan parte de su presupuesto para elegir el regalo esperado por uno, dos, tres o más niños en casa. Cuando la situación económica acompaña, la elección es más llevadera, pero en momentos críticos, es necesario caminar más y buscar mejores precios. A su vez, el comercio está preocupado ante un nuevo año con baja cantidad de ventas y el ingreso de productos importados dificulta la recuperación del sector desde el 2024.

“Hasta ahora las ventas están siendo modestas. El único canal que registró una suba significativa es el online, teniendo en cuenta que esta modalidad de compra representa solo un 20% del volumen total”, explican en la Cámara Argentina del Juguete. Muchos comerciantes se esperanzan con una recuperación este sábado.

Con juguetes o sin juguetes, la fecha debería invitarnos a la reflexión. Al fin y al cabo, cuando Naciones Unidas la fijó en el calendario mundial fue con la idea de pensar sobre la realidad de las infancias. Podemos trazar varios ejes para discutir el tema, pero es oportuno pensar en tres al menos: pobreza, soledad y el rol de los adultos como figuras de apego. La pobreza infantil en Argentina ha sido sistemáticamente más alta que en otros grupos etarios, según informes oficiales presentados año a año. La vulnerabilidad estructural de esta porción de la sociedad (quienes representan el futuro justamente) ubica a uno de cada dos niños de entre 0 y 14 años en hogares con ingresos por debajo de la línea de pobreza. Muchos otros ni siquiera tienen acceso a una comida diaria. Los que tienen la suerte de comer, sufren otras carencias. El mundo adulto está ocupado buscando ese sustento y olvidado de los vínculos significativos. Desde esta perspectiva, la soledad infantil no es un fenómeno que se resuelve insertando a los chicos en más actividades o buscando que interactúen con sus pares. El tema es más complejo. “Los niños no necesitan simplemente compañía, sino ser vistos, reconocidos y comprendidos en su mundo interno”, dijo hace poco en una entrevista con LA GACETA a Central la psicóloga Carolina Ferreira.

Por eso la especialista en esa entrevista invitó a las familias a generar espacios seguros y devolver a los niños el juego como experiencia de aprendizaje. Sería bueno que el mundo adulto se replantee el valor que se les da a las infancias y cuánto compromiso hay con su futuro.

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