Francisco de Rosa: “La participación ciudadana es la kryptonita del caudillo”

Francisco de Rosa: “La participación ciudadana es la kryptonita del caudillo”

El presidente de Meta Tucumán, asociación civil que fomenta la participación ciudadana y la incorporación de hábitos positivos en la comunidad, habla sobre los orígenes de la organización, sus modelos y desafíos, los roles del sector público y el privado. “Un pacto social -plantea- te da un destino, un lugar común a donde todos queremos ir”

29 Junio 2025

Por Solana Colombres
Para LA GACETA - TUCUMÁN

-¿Cómo nace Meta Tucumán?

-Meta Tucumán nace a partir de tomar conciencia de la inocuidad de la queja. Lo primero que hicimos entonces fue ponernos a estudiar y a pensar cómo se cambia una comunidad, una provincia. Siempre nos dijeron que había que fundar un partido político y participar en elecciones, pero estudiar nos permitió darnos cuenta de que los líderes políticos son el reflejo de las sociedades y si nuestra propuesta a la sociedad era transparencia, austeridad, integración y respeto, todos valores que la sociedad no estaba avalando en ese momento, no nos iba a votar a nadie. Si no logramos ponernos de acuerdo en cosas básicas, como respetar el semáforo, o tirar la basura en el basurero; si no respetamos al otro como parte de un acuerdo básico y preexistente, va a ser inútil hablar de ingresos brutos, leyes de financiamiento o promoción industrial. Lo que hace falta primero es un trabajo cultural de transformación de la comunidad, de generación de nuevos liderazgos, para que después las cuestiones electorales o políticas sucedan solas.

- O sea, para ponerlo en términos de moda, ¿sería como dar una batalla cultural, pero una batalla cultural ciudadana?

-Si vamos a hablar en términos de moda, te diría que hay que trabajar sobre la demanda y no sobre la oferta.

-Cuando decís que se pusieron a estudiar, ¿cuáles son los pensadores o los teóricos de referencia para Meta Tucumán?

-Hay varios autores que hablan de transformaciones de hábitos. Para empezar hay una idea popularizada por el alcalde de Nueva York en la década del 90, Rudy Giuliani, que se denomina “Teoría de la ventana rota”, según la cual para combatir delitos graves, primero hay que combatir delitos menores como el vandalismo o el cruce incorrecto de los peatones. Sugiere que si un vecino ve una ventana rota que no se repara, este hecho ayuda a crear un ambiente de desidia y abandono que a su vez puede inducir al aumento de los delitos y al desorden. Robert Cialdini, que es el principal psicólogo social que seguimos desde Meta Tucumán, la profundiza, al hablar de esas consecuencias ambientales como “evidencia social”. Sostiene que si el entorno describe que la comunidad tolera determinado comportamiento, el vecino inconscientemente asume la vigencia de una norma descriptiva. Así, si está todo sucio, sigue ensuciando porque percibe que ese comportamiento está aceptado.

- Como un gran factor imitativo que nos rige como sociedad.

-Exactamente. Pero lo más interesante es que cuando a un factor imitativo con una potencia determinada, medida ya por Cialdini, se le suma lo que él llama la “norma social imperativa”, esto es que el vecino muestre a través de su acción, de su “ejemplo”, lo que la comunidad considera virtuoso, este hecho es mucho más potente que la norma social descriptiva. Por tal razón nosotros desde Meta nos apropiamos del espacio público, dando el ejemplo, realizando constantemente acciones como pintar paredes vandalizadas (la mayoría de las veces por los políticos) o recuperar espacios verdes para el vecino plantando árboles y luego las viralizamos en nuestras redes sociales.

- Luego de cuatro años de existencia como asociación civil ¿en qué etapa están?

- Estamos en la etapa de sentarnos en mesas con dirigentes a hablar de temas claves para Tucumán, pero aún básicos, como basura, tránsito, calidad del aire. La primera etapa consistió justamente en construir legitimación social, que te permite decir muchas cosas y posicionar ideas y propuestas ligadas a las políticas públicas bottom up (desde abajo hacia arriba) y en cierta forma “fuerza” a los políticos a tomar tus propuestas por el poder de esa legitimación.

- ¿Cuál es el rol del Estado es esta construcción de normas sociales imperativas?

-Creo que hay dos modelos exitosos en el mundo. Uno es el modelo colectivista autoritario que funciona pero no es en el que yo quisiera vivir. Es el caso de Singapur, Dubai, China. Sociedades regidas por un modelo donde hay un régimen autoritario que lidera y ordena pero al mismo tiempo cercena las libertades individuales. El otro modelo es el de la construcción de comunidad a través de un Estado que lleva adelante políticas públicas de integración y a ese modelo lo podés ver en los países nórdicos, en Medellín (Colombia), en Curitiba (Brasil). Todo el sistema construye normas valiosas naturalmente, nadie las impone.

- Entiendo que Meta Tucumán viaja a Medellín llevando delegaciones de funcionarios y empresarios con el fin de lograr algunas sinergias.

- En Medellín se dieron cuenta de que tenían un problema de comunidad muy grande, en especial en la Comuna 13, zona de gravitación del narcotráfico. Allí había un enorme desprecio por la vida. Luego de la muerte de Pablo Escobar empezaron a forjar esa construcción de comunidad, a instancias, en principio, de artistas, pero también de sociólogos y antropólogos, con la intervención, por supuesto, del Estado y sus políticas públicas. La construcción de comunidad es muy interesante porque un pacto social te da un destino, un lugar común a donde todos queremos ir y -definido el camino a ese lugar- ya no importa tanto quién lidera. Importa el pacto; para eso es necesario tener una comunidad muy fuerte.

- ¿Cómo funciona aquí la articulación con el sector público en Tucumán?

-Trabajamos con varias intendencias, con algunas muy bien, aunque aún no logramos cuajar con algunos sectores. La participación ciudadana le regala a la comunidad un montón de cosas, pero al caudillo le quita poder. Es como la kryptonita del caudillo. Algunos de nuestros líderes están acostumbrados a una dialéctica amigo-enemigo en donde cualquiera que le dispute un mínimo espacio de poder, inmediatamente se convierte en enemigo, pero creo también que este tipo de liderazgo se va a ir transformando.

-¿Y con el sector privado?

-El sector privado de Tucumán tiene un peso enorme y tiene para dar mucho más de lo que cree, pero tenemos que entender que cuando nos metamos en el juego comunitario como corresponde, nadie va a poder detener su influencia, pero para eso hay primero que construir acciones simbólicas. A nosotros nos parece clave lo del Parque La Hoya. Tiene un potencial simbólico muy grande porque está ubicado en la ciudad más rica de Tucumán, Yerba Buena, en donde abundan los empresarios y prestadores de servicios que viven, en general, en countries donde cada uno tiene su propio espacio verde. Entonces apostar a salir de tu country y construir algo con la comunidad, es mostrar que el sector acaudalado se pone a disposición para trabajar en conjunto con los sectores menos pudientes de Tucumán, y eso tiene una potencia muy importante, y puede ser el primer paso para hacer cosas mucho más importantes después.

CONSTRUIR COMUNIDAD. Francisco de Rosa entiende que las normas han de surgir de la convicción ciudadana. CONSTRUIR COMUNIDAD. Francisco de Rosa entiende que las normas han de surgir de la convicción ciudadana.

-¿Articulan también con la provincia?

- Lamentablemente aún no. Nos está faltando este sector clave y este hecho dificulta enormemente la participación ciudadana. El gobierno provincial conduce el Ministerio de Educación (clave en la transformación cultural), administra la policía y tiene una billetera gigante para hacer campañas culturales a gran escala, razón por la cual necesitamos sentarnos con el Gobierno de la provincia para ponernos de acuerdo sobre cuál es la inversión que tiene que darse en esta construcción cultural. La pregunta es: ¿van a querer hacer la inversión? Porque yo creo que son conscientes de que esa inversión educativa atenta contra el modelo de liderazgo caudillista y la mercantilización del voto.

© LA GACETA

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