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Las altas temperaturas no solo agotan: pueden alterar profundamente el funcionamiento del cuerpo humano y arruinar el descanso nocturno. Con la llegada del verano y el aumento de episodios de calor extremo en muchas regiones de España, conocer cómo responde el organismo es clave para preservar la salud y el bienestar.
Cuando el cuerpo lucha por enfriarse
El cuerpo humano mantiene su temperatura interna en torno a los 37 °C gracias a un sofisticado sistema de autorregulación. Pero cuando el termómetro ambiental sube más de la cuenta, este equilibrio se ve comprometido. El primer recurso natural es la sudoración, una herramienta vital para refrigerarnos, aunque no exenta de consecuencias.
La pérdida excesiva de líquidos, si no se repone adecuadamente, puede derivar en deshidratación, fatiga, mareos o incluso caídas de tensión arterial debido a la vasodilatación. En situaciones más graves, la exposición prolongada al calor sin protección puede desembocar en un golpe de calor, una urgencia médica que puede incluir confusión mental, pérdida de conciencia y piel caliente pero seca. En estos casos, la hidratación constante, evitar la exposición directa al sol y el uso de ropa ligera y transpirable son estrategias fundamentales.
El calor también roba el sueño
Las consecuencias del calor no terminan cuando cae el sol. Las altas temperaturas nocturnas, especialmente aquellas que superan los 25 °C, interfieren con el ciclo natural del sueño. El cuerpo necesita reducir su temperatura interna para iniciar el descanso, pero si el entorno no lo permite, el sueño se vuelve esquivo.
Lo más frecuente son los despertares repetidos, la sudoración excesiva durante la noche y la sensación de haber dormido poco o mal. Esto repercute directamente en el estado de ánimo y en el rendimiento físico y mental del día siguiente.
Para mitigar estos efectos, los expertos recomiendan mantener una temperatura agradable en el dormitorio mediante ventilación cruzada, uso de ventiladores o aire acondicionado, optar por sábanas livianas de algodón y tomar una ducha tibia antes de acostarse. También es importante evitar las comidas pesadas o bebidas con cafeína en las horas previas al descanso.
Claves para sobrevivir al calor y mantener el bienestar
Las olas de calor son cada vez más frecuentes en España, pero con algunos hábitos sencillos es posible convivir mejor con ellas:
- Hidratación constante: bebe más agua de lo que crees necesario, incluso sin tener sed.
- Ropa adecuada: elige prendas claras, sueltas y de tejidos naturales que permitan la transpiración.
- Ambientes frescos: ventila por la noche, cierra persianas durante el día y genera corrientes de aire cruzado si no hay aire acondicionado.
- Actividad física con cautela: evita los esfuerzos al sol en las horas centrales del día.
- Descanso como prioridad: crea un entorno propicio para dormir, incluso si eso implica invertir en un colchón que disipe el calor.
En un contexto de cambio climático, donde los picos de temperatura serán cada vez más comunes, conocer los efectos del calor en nuestro cuerpo y cómo prevenirlos es más importante que nunca. Porque el calor puede ser inevitable, pero sus consecuencias no tienen por qué serlo.