
LA GACETA en el Vaticano: “¡Gracias argentinos por habernos regalado a Francisco!”
Por Guillermo Monti, enviado especial de LA GACETA a Roma.
Nunca dejará de conmovernos esa mirada ajena tan cariñosa y sincera como la que se vive en estos momentos en Roma. Ser argentino implica una condición especial, porque cada vez que se habla de la tierra natal del Papa sólo se escuchan elogios y admiración. Lo sintetizó para LA GACETA el padre Gabriel, un curita guatemalteco que muy temprano hizo la fila en la Plaza de San Pedro para despedir al Papa: “¡gracias argentinos por habernos regalado a Francisco!”
“Desde que llegó Francisco sentimos ese aire fresco que entra en la casa cuando se abren las ventanas, el aire de la renovación”, subrayó Gabriel. Lo acompañó Harry (“como Potter”, indicó), un laico de su parroquia que en todo momento mantuvo la bandera de Guatemala sobre los hombros. ¿Cómo creen que se recordará a este Papa al que le decimos adiós? “Repasando sus palabras y sus expresiones en todo momento, porque nos llegan al corazón”, enfatizó Gabriel.

Una extensa fila de adolescentes polacos marchó guiado por Karol, el guía al que su familia bautizó con el nombre de Juan Pablo II. Es lógico: hay una enorme cantidad de Karols diseminados por su país. Como muchísimas delegaciones que pululan por cada rincón de Roma, los chicos tenían programado este viaje en el marco del Jubileo. ¿Cree Karol que se puede comparar al Papa polaco con Francisco? “En cierta forma son parecidos, sobre todo por la cercanía con la gente”, comentó.
“¿Argentino? Qué suerte, ojalá que a nosotros nos toque un Papa alguna vez”, suspira Fernando, tan español como la camiseta de Real Madrid que se le adivina debajo de la campera. Otra española, Cecilia, fue sincera al responder: “hace mucho que me alejé de la Iglesia, me hago demasiadas preguntas todo el tiempo referidas a la fe. Pero con este hombre -está claro que se refiere a Francisco- me pasó algo diferente. Como un llamado”.
Los corresponsales de la BBC de Londres entrevistaron extensamente a Angelous Dube, quien se declaró fiel devota de Francisco “desde el primer momento”. Ya a solas con LA GACETA, ella sintetizó su pensamiento: “fue el Papa que restauró la fe, el que demostró lo que es el amor, el que hizo de la Tierra un lugar mejor. Y sobre todo, lo importante es que predicó la humildad dando el ejemplo”. Angelous es oriunda de Zimbabwe (África) y está radicado en Europa. Explica que su apellido significa cebra en idioma zulú y lanza un vaticinio: “al próximo Papa, sea quien sea, le va a costar llenar los zapatos de Francisco”.Selena y Richard son canadienses y están de luna de miel (“incredible honeymoon”, dice ella con una sonrisa). Son católicos, pero no practicantes; es más, no se casaron por iglesia. Pero por “Francis” -así es reconocido el Papa en el mundo anglosajón- sintieron que valía la pena el esfuerzo de la despedida. “Fue un gran hombre, un verdadero santo”, advierte Richard. “Sí, un digno representante de Dios en la Tierra”, aporta Jeremy Flacks, que nació en Irlanda pero vive en Venecia y se sumó de improviso a la conversación.

Así funciona la comunicación en la Babel de la Plaza de San Pedro. El espíritu de comunidad es absoluto, una hermandad extraña en tiempos tan complejos como los que se viven. Bienvenida sea. Lo demuestra Derick, portador de una bandera de Brasil y a la cabeza de un grupo de 34 peregrinos. Son de Ceará, en el Estado de Fortaleza, y pertenecen a una “Obra de María”. “Los brasileños queremos muchísimo a Francisco -enfatiza-, ¿cómo íbamos a perdernos la oportunidad de decirle adiós?” Cuenta Derick que ellos recorren el mundo, allí donde alguna celebración religiosa los convoque. A Roma habían arribado para asistir a la canonización de Carlo Acutis, “el influencer de Dios”, ceremonia que se postergó. Será el próximo Papa quien se encargue de subir a Carlo a los altares.
Otro contingente, en este caso de surcoreanos, saludó con palmas cuando pasó una pequeña comitiva portando una foto gigante de Francisco. “¡Goodbye, Pope!”, le gritaron. Dos ancianas, ambas con barbijos, se abrazaron mientras miraban durante largo rato esa imagen. Una llevaba un distintivo de la Virgen de Fátima. Fue un instante conmovedor.

Quien le puso sencillez y contundencia a las definiciones, a modo de cierre, fue Joachim, un nigeriano que al escuchar la palabra Argentina soltó de inmediato: “amo su fútbol”. Pero de inmediato entró en situación y destacó: “Francisco fue el padre de los pobres, de los migrantes, de los que sufren. No puede existir alguien en el mundo que no lo admire. Francisco es el símbolo del amor”.
