Carlos Duguech - Analista internacional
Suena fuerte, claro que sí.
The Emperor Trump: “United State of América, Greenland and Canadá”. No otra especulación cualificadora cabe ante las expresiones en tono imperativo de Donald Trump accediendo al segundo mandato presidencial. ¡De los EE.UU., nada menos!, se diría repetidamente .Y también se advertiría que lo hace trasuntando una exaltación notoria del “yo”. Sobre ello sabrán mostrárnoslo mejor los especialistas en psicología que se enfocan en los significados de las expresiones personales. Ya es un “clásico” la foto de Trump mostrando a las cámaras de la prensa una carpeta donde está el decreto que acaba de suscribir y con una firma gigante. El “Salón Oval” de la White House se transfigura en un escenario para el gran público. Para el mundo todo, por la catarata de disposiciones presidenciales de “un solo día”. Esta vez, el 20 de enero de 2025. El primero del mandato de cuatro años. Algo ya había venido anunciando en los días previos al juramento, como música de fondo, estruendosa música, en rigor. Teñida de la personalidad desbordante de Trump.
Capitolio: “Acto II”
Demasiada fresca aún la impresionante jornada del 6 de enero de 2021. Sólo decir que el asalto al Capitolio de EE.UU. en Washington, a instancias del presidente saliente Trump, enojado entonces, dejó cinco muertos, 52 detenidos de entre los asaltantes además de una quincena de policías heridos. A ello sumado los destrozos por el vandalismo que sorprendió al mundo. Cualquier fiscal, con los atributos incontaminados del ejercicio de su gestión en el ámbito judicial hubiera tomado en cuenta que Trump resultaba sujeto de ser precalificado como “autor intelectual”, nada menos. Y en gran modo lo era. Sus palabras alentaban a la turba que lo apoyaba mientras en el Capitolio se estaba intentando certificar los resultados electorales que le darían la victoria a Biden. El Comité que investiga el asalto al Capitolio en sus primeras manifestaciones -y luego de más de mil entrevistas a testigos y el análisis de documentación profusa (más de 140.000 piezas)- llegó a una conclusión que lo involucraba a Tump. Estuvo en el “centro” de un intento de golpe de estado. No dejó aparte al grupo de ultraderecha Proud Boys. Presupone, en la investigación, que pudo haber planeado el asalto con antelación. Era previsible -y mucho más aún- por tantos anuncios vociferados al borde mismo del fin del mandato de Biden. Una tromba política desmesurada, con los dientes afilados para que sin pérdidas de tiempo todo pueda hacerse realidad contemporáneamente con el pensar y decidir. Pensar y decidir desde esa atalaya durante cuatro años, porque “no hay tiempo que perder”. El indulto a los condenados y a los procesados por el asalto al Capitoliofue una bofetada. Era un “auto indulto”, de paso.
De un solo día
Las decisiones de Trump, tan disímiles, de un solo día. Los asuntos del “menú” que propone Trump -en términos culinarios criollos- sería “empanadas, empanadillas de dulce de batata, limonada, rosquetes, locro y chorizo parrillero”.
Inquieta esa catarata del presidente. Ese caudaloso hablador, “emperor and waterfalls”. Hay cuatro años (menos una semana, ya utilizada) por delante. ¿Nuevo libreto o nuevos desplantes a los acuerdos que su país había adherido en otro tiempo? Organización Mundial de la Salud y Acuerdos de París ya descartados por sendos decretos calientes del día uno. Sin una entendible razón aclaratoria. Suficientemente aclaratoria como para generar tardíos consensos. Nada de nada, sólo la muestra de una potencia que se ejerce desde el arranque, junto a otras disímiles pero todas expresión de que se puede hacer y se hace, “porque sí”, para no dar explicaciones. “Y porque yo, Donald Trump, presidente de EE.UU., lo decido. Y para decirnos quién es, el más empoderado de los mortales del Universo, hoy. Entonces sí, cuando aún no se dejaron de oír los aplausos tras su juramento el 20 de enero lanzo el menú de su restaurante político con “platos” europeos de China y de Rusia, de América Latina, de Medio Oriente y con tres espacialidades “summa cum laude”: La “Zona del Canal de Panamá”, Groenlandia y ¿Y, por qué no Canadá?, el “jamón” del sándwich entre el territorio del EE.UU. bioceánico y su distante Alaska.
La UE y la OTAN
No se puede apreciar, a ciencia cierta, si el tembladeral que se instala como piso del escenario de Europa para la “obra” de Trump preanunciada el día de su asunción presidencial es por la OTAN o por los intereses del comercio exterior de las naciones europeas.
De todos modos, siguiendo el lenguaje trumpiano, puede colegirse que incidirá en los dos campos. Ya se manifestó el presidente de EE.UU. en ese sentido cuando la UE estaba preocupada por la lindera guerra ruso-ucraniana y por la eventualidad de que el territorio europeo, escenario sangriento de dos guerras mundiales, sufra protagonismo otra vez en una nueva conflagración. La OTAN, ese “Tratado del Atlántico Norte” (suscrito en Washington el 04/04/1949) suma a lo europeo, a EE.UU. y Canadá, el océano que separa a dos continentes, nada menos. Esas “lejanías” de territorio europeo para los EE.UU. le sugieren a Trump una “lejanía” en responsabilidades tácticas y financieras. Además el anunciado proteccionismo comercial de Trump viene generando múltiples intentos por diagramar amortiguadores para la economía europea. De aquí en más parece ser que la cuestión Ucrania y Rusia intentará resolverla EE.UU. en soledad. Sin la intervención de la UE. Por eso Trump se anima a ladrarle a Putin: “O arreglamos lo de Ucrania o se las verá mal”, casi, casi es lo que le dice. Putin, se sabe, viene muy entrenado para esos planteos. Su tiempo de destino de “inteligencia” en la de entonces Alemania del Este fue una escuela de pos-grado para conocer y aprender todos, todos, los mecanismos para ejercer el poder con fuerza permanente.
Auschwitz: 80 años
Era un día como hoy. El 27 de enero de 1945, a las tres de la tarde, unos adelantados del Ejército Rojo se encontraron en el Sur de Polonia, con los campos de Auschwitz. Con el complejo de la muerte que simboliza la perversidad y la barbarie de las que fue capaz ser humano. Poco tiempo después suceden las rendiciones alemanas: el 4 de mayo en Luxemburgo; el 7 en Reims; el 8 cesan de luchar todas las fuerzas alemanas en todos los frentes y el 9 de mayo, Berlín, finalmente, se rinde ante las fuerzas de la URSS. El complejo que albergaba las instalaciones de muerte en Auschwitz estaba integrado por tres campos de prisioneros. Si sólo se dijese de “prisioneros”, cabría imaginar que eran soldados del “enemigo” de la Alemania de Hitler. No. Eran hombre, mujeres y niños que no vestían uniformes. Sólo porque la mayoría de ellos eran “judíos” (connotación étnica, religiosa). También había entre la población martirizada y condenada, prostitutas, gitanos, prisioneros de guerra rusos, homosexuales. Se constató que a 1.300.000 persona las recluyeron en Auschwitz de las que murieron, hasta la liberación de ese infIerno, 1.100.000.
Honestidad y sensibilidad
“Todos en Alemania llevan sobre sus hombros la responsabilidad permanente provocada por el crimen civilizatorio del Holocausto,” palabras que no dejan de sorprender por estar tan ligadas a la realidad y a la honestidad “política” de quien es la máxima autoridad actual del país que albergó los campos de concentración nazis. Palabras del canciller alemán, Olaf Scholz, en un discurso de hace unos días refiriéndose al 80 aniversario de la liberación de Auschwitz.
Ya antes, en diciembre de 2019 la canciller Angela Merkel, luego de cruzar la portada de Auschwitz, expresó: “No hay palabras. Y al cabo del recorrido por los lugares dispuestos para el exterminio humano dijo: “Cuando se recorre este lugar, una sólo puede guardar un respetuoso silencio porque no hay palabras para describir toda la tristeza y el sufrimiento de quienes fueron asesinados, torturados y humillados aquí”.