Más allá de Tafí del Valle, siguiendo la ruta 307, se llega a los Valles Calchaquíes. Se accede a través del balcón de Ampimpa, desde el que se baja hacia la espléndida cuenca del río Yocavil. Los Calchaquíes son un sistema de valles y montañas compartido por Tucumán, Salta y Catamarca. Un largo corredor que se extiende de norte a sur por 500 kilómetros. Es asiento, en la porción que corresponde a nuestra provincia, de las poblaciones de Amaicha del Valle, Colalao del Valle, Quilmes, El Pichao y Talapazo, entre otras. La zona cuenta con precipitaciones de alrededor de 150 mm anuales y una temperatura de entre los 18° en verano y los 8° en invierno, lo que se ha destacado una y otra vez por sus beneficios a la salud.
Junto al austero paisaje de piedras, cardones, tuscas y algarrobos, un clima vecinal de villa y una tranquilidad casi permanente, hacen de ellas destinos especiales en la oferta turística tucumana, con un legado cultural que vive todavía en sus comunidades y puede verse en la producción de cerámicas y de tejidos. Los oficios de la zona, los trabajos en madera o en telar, la música y una gastronomía de humitas, locro, cazuela de cabrito, quesos y dulces, gaznates, capias y quesadillas nos transportan tanto como el paisaje y son parte de su magia.
De sus pequeños poblados, con características y cualidades distintivas, se destaca el pueblo de Amaicha, que es una referencia ineludible con su legendaria política comunitaria, lo que la ha convertido en punto de referencia de las culturas calchaquíes. En su seno acoge distintas festividades y encuentros productivos. La fiesta de la Pachamama, que se celebra cada año el primer día de agosto, así como el festejo del Carnaval, a finales de cada verano, son tal vez las más antiguas. Amaicha ha acaparado, en los últimos años, una gran variedad de foros de divulgación e intercambio de saberes propios de sus comunidades originarias, en ellos se ponen al día conocimientos específicos de las poblaciones de la región. La fiesta del vino patero y el mistela de julio se suma a la reunión de las tejedoras y a la de cantoras de coplas. Desde el año pasado, el primer festival del adobe y encuentro de constructores con tierra del NOA inauguró otro motivo para visitar su plaza. Por último, la riqueza cultural que encontramos no se agota en las virtudes de su presente, un pasado heroico vive debajo de ellas. Una historia que se hunde en los tiempos coloniales, cuando la determinación y valentía de enfrentarse a la invasión española hizo de estos parajes un dolor de cabeza para la Corona. Las Guerras Calchaquíes ocuparon casi todo el siglo XVII: Tolombón, Hualfín y Quilmes fueron los nombres de los levantiscos y las ruinas de Quilmes son hoy un testimonio de esa trágica epopeya que terminó en muerte y destierro. Con estas líneas queremos celebrar los trabajos que el Gobierno está encarando en la ruta 307, pues apuntalan los emprendimientos turísticos y comerciales que tímidamente pueden verse en la zona. De todos modos, no podemos dejar de advertir la necesidad de completar las obras y de programar otras para sumar a los avances que ya se hicieron en las provincias vecinas. También hay que ser cuidadosos en las intervenciones, pues mejorar las instalaciones de servicio y alojamiento no debería alterar las características propias ni su modo particular de vida. La obra pública y el acompañamiento y financiación de proyectos privados serán fundamentales para afianzar el valor de nuestra porción de Valle Calchaquí.