El muy peligroso triángulo “Irán-Israel-Siria”

El muy peligroso triángulo “Irán-Israel-Siria”

El muy peligroso triángulo “Irán-Israel-Siria”
08 Abril 2024

Carlos Duguech

Analista internacional

“Un daño máximo”. Tal la advertencia del gobierno iraní a las autoridades de Israel, por el ataque a la embajada de Irán en Siria que dejó 13 víctimas y la destrucción del edificio (foto). Ello movió al gobierno iraní a reaccionar como lo hizo. Resultado de la comprobación de que dos de los mandos principales de la Guardia Revolucionaria Islámica habían muerto. Uno de ellos Mohammed-Resa Sahedi, comandante de las Brigadas Al-Quds (Jerusalén) y el otro Mohammed Hadschi Rahimi, su comandante interino.

¿Estaba en condiciones el gobierno del presidente iraní Ebrahim Raisi y el ayatolá Jamenei de acusar a Israel por el ataque? Lógicamente que sí, porque el gobierno de Netanyahu no intentó en ningún momento zafar de semejante acusación. En la que se cuelga Hezbolá en Siria. Tampoco niega Israel los bombardeos que le imputan en la región de Alepo, una provincia siria. En ese operativo militar ocasionó 50 muertes entre integrantes del ejército sirio y activistas de Hezbolá. No muy atrás, a fines de noviembre de 2020, el más destacado científico nuclear iraní, Mohsen Fakhrizadeh, fue asesinado -al decir de las autoridades iraníes- por comandos israelíes.

En total -vale destacarlo- fueron cuatro los científicos nucleares iraníes asesinados. No resulta ingenuo suponer que la autoría de tales asesinatos esté ligada al principal crítico del programa nuclear de Irán, que no es otro que Israel. ¿Razones? Sí, existen suficientes en la reiteradas manifestaciones iraníes que apuntan a la destrucción de Israel, desde la revolución islámica que acabó con el sistema de Reza Pahlevi, el Sha, aliado de EEUU.

Hasta ahora, pese a las amenazas de “venganza” proferidas desde el poder de Irán por el último asesinato (el de su mayor científico nuclear) no se cumplieron. En el actual contexto de estado de guerra desigual entre Israel y las milicias terroristas de Hamas en Gaza, aquella amenaza de noviembre de 2020 se yuxtapone con la reciente por el bombardeo de la sede diplomática en Damasco. Que, casi huelga señalarlo, es como haber bombardeado la cancillería del gobierno y en pleno Teherán, por ejemplo. Por aquello de la extraterritorialidad de la que gozan los enclaves diplomáticos de una nación en otra.

El triángulo que conforman los tres puntos involucrados aportan fuego al fuego:

- Irán, con la muerte de altos mandos del Al Quds por asesinato selectivo en una embajada que quedó totalmente destruida.

- Israel, un vértice consciente de que la Republica Islámica de Irán brega por su desaparición, por la vía violenta, a la vez que cuestiona su pretensión de lograr arsenales nucleares. Arsenales que Israel ya los tiene, según SIPRI (por sus siglas en inglés) el Instituto Internacional de Estudios para la Paz, de Estocolmo.

- Y el vértice Siria, un país en guerra civil por protestas iniciadas en 2011 por el descontento con el régimen iniciado por Hafez al Assad (desde 1971-2000) y continuado por su hijo Bassad Al Assad. Una “guerra civil” con particularidades notorias: era un campo de batalla con participaciones de EEUU, Israel, Arabia Saudita y Rusia, entre muchos otros como Australia, Irak, Japón, Líbano, España, Irán, Canadá y Emiratos Árabes.

“Agenda de guerra”

La conformación que se muestra de trágico sesgo en el caso del involucramiento guerrero entre sus vértices significaría -para Israel- una compleja situación. Viniendo desde hace seis meses de consagrar su agenda de guerra a vencer a Hamas en el territorio de la franja de Gaza, cualquier otro frente dividiría las aguas defensivas a la par que sumiría a toda su población en una especie de “estado de guerra permanente”.

Si bien ya desde la proclamación del Estado de Israel -hace 76 años- el clima de guerra contamina la vida de los israelíes, encarar una confrontación desde el vértice de ese peligroso triángulo podría ser de incierto futuro. De un muy peligroso futuro.

Por ello, vale concluir que el accionar decidido por el primer ministro Netanyahu y sus asesores militares de bombardear una sede diplomática de Irán -nada menos- y en Siria, (esta columna lo enfatiza) fue una maniobra demasiado arriesgada. En los próximos días pueden suceder acciones guerreras de “pronósticos reservado”.

Cabe remedar la situación a la que suelen enfrentarse los médicos ante un panorama de incertidumbres y pleno de riesgos. No otra es la situación de Israel, ahora.

“Desarme”: mal negocio

Según SIPRI, en su informe actualizado da cuenta de que en las exportaciones (las ventas de armamento) en el mundo el 75% - en los últimos cinco años- las concretaron sólo cinco países y con un 42% de EE.UU.

Sólo recorrer los listados de las principales empresas fabricantes de armas del mundo y conocer los montos de sus facturaciones da cuentas de una conclusión: imposible el desarme. El que en todos los órdenes se menciona en propuestas y discursos de líderes mundiales del pacifismo. Y de jefes de estado que pugnan por reducir el comercio de armas de guerra. Tal vez con ello, candorosamente, imaginan que cumplen ante sus países y el mundo como se espera de ellos. Sólo citar que Ucrania, armándose para defenderse del ataque guerrero de la Rusia de Putin, a diciembre de 2023 “invirtió” en la guerra 150.000 millones de dólares. Previó para este año 43.000 millones, que se suman a lo que aportan como ayuda los integrantes de la OTAN. No hay otra alternativa que la reconversión industrial.

Las empresas fabricantes de armamento y equipamiento militar que cotizan en bolsa se entusiasman con los valores en alza de sus acciones por la guerra de Rusia-Ucrania. Un “mundo” en el que sólo cuentan los dólares o los euros que se ganan vendiendo armas y equipamiento para la guerra. Y entusiasmarse con el incremento de las cotizaciones en bolsa de sus acciones. Claro, no miran las cotizaciones en sangre que genera toda guerra.

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