Bullying y ciberbullying, un problema en aumento

Bullying y ciberbullying, un problema en aumento

La Sociedad Argentina de Pediatría remarca que son situaciones que requieren de la intervención de adultos: familiares, docentes u otros involucrados en la educación de los chicos.

EN AUMENTO. A nivel planetario, siete de cada 10 niños sufren algún tipo de acoso o ciberacoso. Urge un trabajo integral al respecto, dice la SAP. EN AUMENTO. A nivel planetario, siete de cada 10 niños sufren algún tipo de acoso o ciberacoso. Urge un trabajo integral al respecto, dice la SAP.
17 Marzo 2024

La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) emitió un documento sobre bullying (acoso escolar) y ciberbullying (hostigamiento cibernético) en el que destaca que son situaciones que requieren de la intervención de las personas adultas, especialmente de los cuidadores de los niños y adolescentes involucrados: los docentes, los equipos de orientación escolar o de los gabinetes psicopedagógicos y el personal directivo de la institución educativa.

El trabajo, que contó con el apoyo institucional de la Defensoría de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (Defe), refiere que el bullying y el ciberbullying comprenden situaciones violentas entre pares que pueden consistir, entre otras, en conductas de hostigamiento, agresiones, intimidaciones, situaciones de burlas o indiferencia, ya sea en el ámbito escolar o en los entornos digitales.

Incluyen a quien es agredido y a quien o quienes agreden y a los otros pares que son testigos como observadores o alentadores -aun sin proponérselo- de esas situaciones de violencia. También incluye a los adultos responsables del lugar donde ocurren y a los padres o cuidadores de los chicos involucrados.

“Los adultos tenemos la responsabilidad de no admitir ni avalar ningún tipo de situación violenta, mientras que los pediatras podemos colaborar en la detección del bullying y acompañar y asesorar a las familias para la articulación de acciones con la escuela. En los casos más severos, en los que se detecte riesgo para sí o gran afectación emocional o sintomática, se debe considerar la derivación con profesionales de salud mental. No es adecuado pedirles a los niños y adolescentes que sufren bullying que enfrenten la situación, devuelvan la agresión o la minimicen”, afirmó el doctor Juan Pablo Mouesca, pediatra y psiquiatra infantjuvenil, miembro de la SAP.

‘Tratar la problemática de violencia entre pares en la escuela o en los entornos digitales como situaciones aisladas entre niños y adolescentes implica una mirada reducida, que no tiene en cuenta en profundidad los alcances de la violencia ejercida hacia la infancia y ni los componentes que conducen a estos emergentes’, grafica el documento.

Estadísticas

Según las últimas estadísticas mundiales de bullying publicadas por la ONG Bullying Sin Fronteras, en abril de 2023, los casos de bullying en todo el planeta continúan en aumento y siete de cada 10 niños sufren todos los días algún tipo de acoso y ciberacoso.

Argentina ocupa el quinto lugar entre los países del mundo con mayor cantidad de casos de bullying y ciberbullying, con un reporte anual de 50.250.

En las Pruebas Aprender 2021, respecto de las situaciones de violencia experimentadas en las escuelas por los estudiantes de 6° grado de primaria, se registra que el 43% manifiesta que algunas o muchas veces otros estudiantes dijeron mentiras sobre ellos; el 36% identifica que otros estudiantes lo insultaron.

El 32,5% señala que otros compañeros se burlaron; el 29,5% informa que los dejaron de lado a propósito; el 23,6% afirma que otros estudiantes le quitaron sus cosas o las rompieron; el 23% dice que otros estudiantes les pidieron a compañeros que no se junten con ellos.

Incluso, el 16% de los estudiantes afirma que algunas o muchas veces otros estudiantes los agredieron físicamente y 13% señala que, muchas o algunas veces, otros estudiantes los amenazaron o insultaron a través de las redes sociales.

En la encuesta Rápida sobre la situación de la niñez y adolescencia 2022 de Unicef se observa que el 19% de los hogares conoce casos de bullying en las instituciones escolares. El 13% de los hogares informa que al menos uno de sus hijos fue objeto de bullying en la escuela.

La encuesta relevó, además, en junio de 2022, un aumento de la exposición de los adolescentes de 13 a 17 años a situaciones de discriminación o maltrato, ciberbullying, situaciones de violencia o pornografía en las redes.

“Es importante reconocer que cualquier situación de violencia entre pares, se trate o no de bullying, requiere la intervención de los adultos para colaborar en su resolución. La detección y el tratamiento oportunos de estas situaciones nos brindan la oportunidad de enseñar nuevas formas de vincularse entre pares con respeto y empatía. Niños y adolescentes que crecen en el marco de patrones de violencia pueden llegar a reproducir esos maltratos con sus pares, tanto en el ámbito escolar como en las redes”, sostuvo la pediatra Silvina Pedrouzo, especialista en Uso y Efectos de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC) en niños y adolescentes y presidenta de la subcomisión de la SAP enfocada en esta disciplina.

Definición

El bullying es un fenómeno de maltrato grupal, intencional y persistente, que se repite en el tiempo de manera sistemática, protagonizado por una o varias personas y dirigido hacia uno o varios compañeros. Tiene direccionalidad e intención de daño, que puede llegar a ser progresivo. Es presencial, requiere la presencia de personas físicas para que suceda.

El bullying está relacionado con la discriminación, pero no son sinónimos. Hay conductas discriminatorias que no necesariamente desembocan en bullying. El perfil del acosador suele ser detectable: suele ser violento, responde mal a las consignas de los adultos, es un alumno con problemas en la escuela y su rendimiento escolar es bajo. Igualmente puede no ser detectado por la escuela y pasar desapercibido, refiere el doctor Mouesca.

Paralelamente, en los entornos de la virtualidad, las infancias y adolescencias encuentran espacios donde pueden expresarse, vincularse, crear su identidad y ocupar grupos de pertenencia, generalmente lejos de la mirada del adulto. En estos espacios, el maltrato también puede encontrar su lugar de expresión y convertirse en entornos de reproducción de agresiones y otras situaciones de violencia entre pares.

“Llamamos ciberbullying a estas formas de agresiones sostenidas, reiteradas de manera sistemática e intencional hacia un niño o adolescente, por parte de uno o más pares en los entornos digitales”, consignó la doctora Pedrouzo.

“En los casos de ciberbullying, los chicos por lo general están en permanente contacto con los dispositivos electrónicos para mantenerse al día sobre las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios. Es habitual que se aíslen para visualizar los mensajes”’, refiere el documento de la SAP.

“Una de las diferencias entre el bullying y el ciberbullying es la velocidad e intrusión con que llegan los mensajes agresivos a su destinatario. Pueden ser enviados a cualquier hora y desde cualquier sitio, lo que amplifica las dimensiones del daño. Es fundamental reconocer que, aunque la agresión se haya dado en entornos virtuales, el daño existe y la violencia es real. Por otra parte, estos contenidos malintencionados permanecen en el ciberespacio y dejan una huella que difícilmente pueda ser borrada o eliminada. Además, el entorno virtual le otorga al agresor el anonimato, a través de nicknames o de perfiles falsos. Tiene un factor extremadamente importante que es la inexistencia física de contacto entre el acosador y la víctima y, por lo tanto, es difícil que el acosador preste atención a la real dimensión del daño. El acosador tiene otro perfil: es más astuto, no suele tener problemas con la autoridad ni con los adultos y en términos generales suele ser un buen alumno y muchas veces todos estos hechos ocurren fuera del ámbito escolar”, describen los especialistas de la SAP.

Víctimas

Con respecto a las víctimas, es usual el ocultamiento de lo que están sufriendo, por vergüenza o miedo, y que las personas adultas cercanas tampoco noten la situación. Si bien cualquier chico puede ser el blanco de estas agresiones, es más frecuente que sean agredidas las personas con alguna discapacidad o aquellas que tienen alguna característica física en particular o racial o que se diferencian por otros motivos como el rendimiento deportivo o académico, nivel socioeconómico, creencias políticas o religiosas, etnias, identidad de género u orientación sexual.

“Entre otros síntomas, se destacan situaciones de cansancio, cefalea, dolor abdominal y vómitos que pueden darse el domingo por la noche, al despertar o previos al ingreso a la escuela en los casos de acoso escolar, en los que la víctima suele manifestarse en contra de asistir a clase. También pueden verse alteraciones del sueño, en la conducta alimentaria, dificultades en el aprendizaje, bajo rendimiento escolar, falta de interés en actividades que realizaba anteriormente, baja autoestima, cambios en el estado de ánimo y ansiedad. En los casos más graves, aparecen síntomas de aislamiento, depresión, ideas de muerte e intentos de suicidio”, describieron ambos colegas. “En los casos de ciberbullying están en permanente estado de alerta en contacto con sus dispositivos, para chequear constantemente las publicaciones que hacen sobre ellos en las redes sociales y otros medios” recalcó Pedrouzo.

“Tanto el bullying como el ciberbullying producen estrés crónico, suelen asociarse al secreto y al sentimiento de impotencia para resolver la situación. Los adultos cuidadores no suelen enterarse del padecimiento y el maltrato sufrido por las víctimas”, describe el documento de la SAP.

Este tipo de situaciones también traen aparejadas consecuencias para el agresor, que frecuentemente puede presentar dificultades en la vincularidad, trastornos del control de los impulsos, falta de empatía, conductas antisociales o delictivas, dificultades de aprendizaje y fracaso escolar. Paralelamente, los testigos observadores aprenden a naturalizar las situaciones de violencia, adoptar conductas imitativas agresivas e incorporar estrategias de sumisión para evitar ser vulnerados. El miedo a ser ellos quienes sufran bullying puede generar cambios en su conducta habitual. Es necesario la intervención con todos los involucrados: los chicos que ejercen violencia, los que la padecen, los que están expuestos y participan de manera pasiva o activa, los docentes, los otros referentes escolares, los padres y cuidadores de los NNA, entre otros. Para lograr cambios persistentes en la convivencia escolar se requiere una intervención integral, finaliza el trabajo de la SAP.

Recomendaciones

-  Bullying y ciberbullying son manifestaciones emergentes de la violencia ejercida hacia niños, niñas y adolescentes.

- El bullying implica agresiones persistentes, intencionadas, dirigidas a uno o unos pares en entornos grupales como la escuela.

- El ciberbullying ocurre en entornos digitales y se manifiesta a través de mensajes ofensivos y humillantes. También con el vacío o la exclusión intencionada.

- Ambos pueden tener graves consecuencias a corto y largo plazo, incluyendo problemas de salud mental.

- La intervención de los adultos es crucial para abordar estas situaciones.

- Existen recursos y leyes para prevenir y enfrentar el bullying y el ciberbullying.

- Es importante crear un entorno seguro y respetuoso para los niños y adolescentes en todos los ámbitos.

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