Fútbol femenino argentino: avances, desigualdades y desafíos en 2024

Fútbol femenino argentino: avances, desigualdades y desafíos en 2024

La Liga femenina sufre esta temporada un nuevo golpe por el desfinanciamiento

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Algunos se preguntan todavía hoy, año 2024, por qué debería existir el 8M. Si acaso no se trata de una fecha “discriminatoria” para los hombres, que “no tienen su propio día”. Y allí aparece entonces, como respuesta insoportable, la reciente acusación de agresión sexual de una joven periodista tucumana de 24 años contra cuatro jugadores de Vélez. ¿Hace falta explicar más?

Vélez, sabemos, es uno de los clubes que mejor trabajó su protocolo para estos casos. No alcanza. Es una demostración de lo mucho que queda todavía por trabajar, más aún cuando desde las más altas autoridades del país se fomenta en estos tiempos un aire entre burlón y agresivo hacia todo lo que signifique conquista de derechos que se creían adquiridos, naturales. No. Hay que explicar todavía más. Parece que no alcanzan las estadísticas que citan un femicidio casi por día, además de otras desigualdades salariales históricas. Y el sentido común que pide no burlarse jamás de aquellos que más sufren, sean mujeres sometidas o personas con síndrome de down. Ni burlarse tampoco de aquel que fue despedido por motivo de la crisis.

El nuevo campeonato femenino que comenzará este fin de semana, con el plato fuerte del River-Boca en Ezeiza, siempre marca un avance, pero suena como alarma roja el informe que indica que solo la mitad de las jugadoras tienen contrato profesional y que el dinero que cobran casi de ningún modo alcanza para, por ejemplo, vivir y, al mismo tiempo, comprar botines nuevos, o mantener una alimentación a tono con el deporte de alto rendimiento, como bien lo indica un informe reciente de la web El Destape.  

El reglamento, recordamos, establece que por lo menos 15 jugadoras de cada uno de los 18 equipos del campeonato deben ser profesionales. Pero hay jugadoras profesionales que, a veces, ni siquiera tienen suficiente dinero para pagarse el trasporte diario al entrenamiento. “La guita que puede llegar a ganar alguna que otra jugadora, si está sola acá, es para pagar un alquiler y para mínimamente comer. Sin ningún lujo. Mínimamente comer. Ni ropa, ni ninguna otra cosa”, dice, por ejemplo, Florencia Chiribelo, arquera y capitana de Independiente. El contrato básico es de 203.500 pesos. Y la temporada pasada hubo clubes que, sin declararlo, eligieron perder la categoría para evitar ese gasto.

River-Boca tiene cierta difusión garantizada por el morbo eterno que genera el Superclásico. Pero la difusión de la Liga femenina sufre esta temporada un nuevo golpe porque el desfinanciamiento de los medios públicos quita televisación y achica chances de negociar contratos publicitarios, en el marco de un mercado en crisis, como ya sabemos. Habrá ahora solo dos partidos televisados por fecha. Y por el canal de cable TNT, es decir, pagando el mínimo de 5300 pesos para acceder a la señal. El fútbol, es cierto, es pasión entre los argentinos. Pero todavía hegemónica. Sin apoyos más claros, seguirá siendo así por mucho tiempo más. 

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