Vivir con miedo al mosquito: el dengue se expande en El Manantial

Vivir con miedo al mosquito: el dengue se expande en El Manantial

Es una de las zonas con más casos de la enfermedad que transmite el Aedes aegypti. Los vecinos cuentan cómo padecen los dolores que les causa la patología. Hay basura, agua acumulada y neumáticos en desuso.

Vivir con miedo al mosquito: el dengue se expande en El Manantial

La fila de gente en la policlínica de El Manantial parece no achicarse nunca. Mientras espera que la atiendan, Griselda Barros cuenta que los primeros casos de dengue en la zona aparecieron en enero. Otros pacientes se suman a la charla con LA GACETA. El que no tiene o tuvo la enfermedad conoce a alguien que sí la sufrió en los últimos días. “La pasé muy mal; te duelen hasta los huesos, no podés ni caminar y volás en fiebre”, describe la mujer.

En la casa de Barros todos se contagiaron la patología que transmite el mosquito Aedes aegypti y ahora viven con temor. Es un sentimiento que se multiplica -al igual que los casos- en esta comuna ubicada en la zona sur oeste del Gran San Miguel de Tucumán.

Actualmente, Lules  (que es el departamento que incluye a El Manantial) es la tercera  localidad que más contagios reportó: tiene una tasa de 34 casos por cada 100.000 habitantes, de acuerdo con el informe del Siprosa. Los otros focos de la temporada están en Yerba Buena y Aguilares. Este año, ya se notificaron más de 3.000 tucumanos con la enfermedad.

La licenciada Rocío Ramasco, directora de la policlínica ubicada sobre la ruta 301, cuenta que están atendiendo desde hace más de un mes muchos pacientes con síntomas de dengue. La gran mayoría llega con fuertes dolores de cuerpo y de cabeza y fiebre. A veces también presentan dolores abdominales y náuseas, o están deshidratados. “Tuvimos que adecuar una sala de hidratación para pacientes”, detalla.

Según explica, los agentes sanitarios ya hicieron más de 20 operativos en El Manantial. Recorrieron los barrios, realizaron trabajos de fumigación y de concientización para que los vecinos no tengan en sus casas recipientes con agua donde se pueda criar el Aedes. Además les dieron espirales, repelentes y paracetamol. “Vimos mucho descuido, no toman conciencia sobre la importancia de no tener criaderos de mosquitos. Además, les enseñamos que no minimicen los síntomas de la enfermedad. Es muy importante que consulten para evitar que un cuadro se complique y se agrave”, resalta.

La familia completa

En la casa de Carola Yapura, que vive a pocas cuadras de la policlínica, ya se enfermaron los siete integrantes de la familia. “El último en contagiarse fue mi esposo, que ahora está con los síntomas. Estamos preocupados porque es la segunda vez que se infecta; el año pasado estuvo bastante mal”, confiesa la mujer.

Estela Suárez, del barrio Tula, cuenta que cerca de su casa el mosquito que transmite el dengue sobrevuela hace un mes. “El barrio entero anduvo enfermo. Y siguen apareciendo casos todos los días. Nosotros estamos con mucho miedo; ya casi no salimos”, detalla, mientras mira de reojo un insecto que acaba de aterrizar en la pared.

Nélida Espinosa también vive pendiente de los Aedes. Hizo poner telas mosquiteras en las ventanas y cada día, apenas se levanta, prende un espiral. Su esposo y uno de sus hijos están ahora con dengue. Hace 15 días, ella sintió un malestar general que nunca había tenido antes y fue al hospital de San Pablo. Le dijeron que fuera a su casa y tomara mucha agua. En seguida se recuperó. “Mi esposo, en cambio, no la está pasando bien. Tratamos de aliviarle los dolores con baños. A veces no puede estar ni parado; está muy decaído”, describe la  vecina del barrio San Bernardo.

Por el almacén de Valentina Valdez, en el barrio Tula, ya pasaron varios vecinos contándoles que habían tenido dengue. “Mis padres fueron los primeros en enfermarse aquí. Empezaron con los síntomas la noche de Año Nuevo. Estaban súper doloridos”, relata la joven.

Admite que muchos tienen miedo porque el barrio está complicado. “Hay muchísimos mosquitos, y eso que sí pasaron fumigando por las calles. Hay lugares donde las malezas están muy altas; también vemos basura desparramada y agua estancada en las calles”, relata la joven.

Tema de conversación

En cualquier calle, en cualquier esquina, el tema de conversación de los vecinos es el dengue. Algunos están atemorizados porque escucharon hablar sobre la muerte de un joven que vivía a pocas cuadras de la plaza principal de la comuna. El caso de Franco Ezequiel Cubillo, de 25 años, causó una gran conmoción.

Aunque el diagnóstico que dieron las autoridades no confirma que la muerte se debió al dengue,  la familia está convencida de que el muchacho sí tuvo la enfermedad transmitida por el mosquito.

No ha pasado ni una semana desde que se despidieron de Franco. Su abuela, Mercedes Centeno, y su mamá, Angela Patricia Cubillo, todavía no entienden bien qué pasó y sienten que es una muerte que se podría haber evitado.

El lunes 19, según repasa Angela, su hijo fue a su trabajo en una gomería y después se dirigió a jugar a la pelota. Ese día estuvo bien. El martes empezó a sentir muchos dolores. Fue hasta el centro asistencial y un médico le dijo que eran síntomas de dengue y le indicó tomar paracetamol, mantener la hidratación y hacer reposo.

“Por momentos estaba mejor, pero pasaba casi todo el día sin moverse. Se retorcía del dolor, tenía vómitos y desarreglo. El jueves fue de nuevo al médico, lo revisaron y lo mandaron a la casa. El domingo ya estaba muy mal; directamente no hablaba, se la pasó en la cama.  No comía, pero sí tomaba agua. Lo llevamos al hospital de San Pablo para que lo atendieran, regresó a casa y ya el lunes se puso peor. Cuando volvimos a llevarlo al hospital ese día nos avisaron que había fallecido”, narra la madre, que en ese momento se detiene, ya con lágrimas en los ojos, y se aleja.

A pocos metros de la casa de los Cubillo, Miguel Sosa cuenta que hace unos días pasaron fumigando las calles. “Igual seguimos viendo muchos mosquitos. Aquí hay que andar con cuidado y usando repelente cada dos o tres horas”, sugiere, aunque admite que no es fácil comprarse esta protección, teniendo en cuenta que en las farmacias de la zona los aerosoles chicos están entre $ 1.500 y más de $ 2.000, depende de la marca.

Sosa y otros vecinos apuntan a los vehículos abandonados que hay en muchas calles, algunos con lonas que acumulan líquido si llueve. Pero lo más peligroso, según describen, son las cubiertas abandonadas en varias esquinas de El Manantial, rodeadas de agua estancada y basura. “Vivir encerrado parece que es la mejor opción”, resume Miguel.

Argentina, ante la mayor epidemia

La Argentina se estaría enfrentando a la mayor epidemia de dengue desde 2009, según analizan los expertos. El país se encuentra atravesando un récord de casos de dengue: a lo largo de esta temporada suman más de 40.000. De hecho, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió un alerta por la situación en América, pero las advertencias fueron más severas para Argentina, ya que los contagios aumentaron alrededor de 2.500% con respecto al año pasado.

La enfermedad avanza sin precedentes. Entre los primeros dos meses del año hubo 28 muertes producto de la picadura del mosquito Aedes aegypti. En Tucumán, hasta ahora, el peor brote registrado fue en 2023, cuando se notificaron casi 40.000 casos y nueve decesos.

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