Cartas de lectores: ¿Un Henry Ford argentino?

Cartas de lectores: ¿Un Henry Ford argentino?

Cartas de lectores: ¿Un Henry Ford argentino?
15 Febrero 2024

Llegó a este mundo en una granja en el seno de una familia de campesinos muy pobres, en Dearborn (al oeste de Detroit) en Michigan, EEUU. Fue hijo de inmigrantes ingleses y de niño ya mostró que tenía afinidad por las máquinas. Dejó la granja y abrazó la mecánica y los motores de por vida: se llamaba Henry Ford. Tal vez, si nos pidieran que citáramos a personajes influyentes que revolucionaron el mundo en el siglo XX, y que cambiaron la historia, seguro que no faltaría en esa lista Henry Ford, junto a personas como Einstein, Churchill, Luther King, Freud, los Curie, Fleming aunque alguien también podría citar a líderes despóticos, como Stalin o Mao, por lo que protagonizaron, pero yo agregaría que ellos, tristemente, fueron famosos por ser responsables de sojuzgar a miles de seres humanos y generar muerte. No así Henry Ford que, sin derramar sangre y sin someter a nadie, hizo su propia revolución en paz, tal que modificó las condiciones del ejercicio de la industria y cambió las costumbres y la esperanza de la humanidad. Él ideó el sistema de producción en cadena de su automóvil y se erigió en el padre de la producción moderna utilizada para la producción en masa, lo que le permitió fabricar autos en cantidades enormes y a precio bajo para que cualquiera accediera a él, es decir al alcance del ciudadano medio americano. Y así fue, y así lo hizo: puso al americano sobre ruedas, liberó al campesino de su aislamiento y le permitió arrimar sus productos al Atlántico como al Pacífico. Su biógrafo dirá: “No habló de la dignidad del obrero, pero ¡sí se la dio!” Este hijo de un pobre granjero y campesino inmigrante, con su talento y tenacidad, se transformó en el primer artífice industrial moderno. Había nacido el 30/07/1863 en el mismo año en que Abraham Lincoln pronunció su discurso en Gettysburg en el que enunció la frase famosa definitoria de democracia: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”. Y ése fue el terreno cultural y político en el que germinó, creció y se desarrolló Henry Ford. Tiempo después él dirá: “No trabajamos solo para vivir, el trabajo es la vida misma”. En 1896, construyó su primer cuadriciclo. En 1903, su primer auto y en 1912 expandió su fabrica y producción, inundó el mercado con autos por todos los confines de la tierra y esto representó progreso y liberación social. Lo que hizo fue infinitamente más importante y eficaz que la Revolución de Octubre de 1917: mejoró la condición obrera con la realidad de los hechos. Falleció el 7 de abril de 1947. Ahora bien, yo me pregunto finalmente: ¿Es tan impensable que hoy alguien, en nuestro país, realice algo parecido a lo que hizo H.F en EEUU a comienzos del siglo XX? ¿Es tan inimaginable fabricar, hiperproducir y competir, por ejemplo, en el rubro de alimentos, hasta inundar el mercado? Yo creo que no, pero obviamente para que tengamos éxito y esto se transforme en algo más que un sueño deberemos aplicar nuestra sabia Constitución Alberdiana, ahora que tenemos un presidente liberal, ensayar la libertad, desenmarañar la infinidad de trámites burocráticos que antepone el Estado y desarmar las decenas de impuestos confiscatorios que desalientan la iniciativa privada y que fueron generados por los distintos gobiernos uno tras otro. Así, y solo así, podrán existir no uno, sino varios Henry Ford “argentinos”.

Juan L. Marcotullio

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