Cartas de lectores: el “mundo santo”

Cartas de lectores: el “mundo santo”

04 Enero 2024

El periodista Bruno Farano se interroga sobre las fluctuaciones del padrón societario del Club Atlético San Martín. “La nómina de socios llegó a ostentar 21.000 socios al día (desde que la actual dirigencia tomó el timón se hicieron 18.000 socios nuevos), número que bajó casi en un 60% desde que el equipo culminó su participación en la última temporada de la Primera Nacional”. San Martín, en primer lugar, es “pueblo”. Fundado por trabajadores. Somos, con mucha honra, bien llamados “cirujas”. Su dirigencia -una pequeña burguesía- no lo comprende. Tampoco políticamente. Cuenta Jorge Olmos Sgrosso, en LA GACETA, en colaboración con Martín Berta, que nuestro estadio se llamó “Eva Duarte de Perón”: “El acto finalizó cuando las autoridades firmaron un acta que se guardó en un tubo de metal y se enterró para ser rescatada por la posteridad. El público, en tanto, aclamaba los nombres de Perón y Evita”. Evita fue parte del llamado peronismo, uno de los movimientos nacionalistas burgueses que surgieron en el contexto mundial de aquella época, que reivindicaba una legislación social otorgada desde la Secretaría de Trabajo y Previsión Social. San Martín, a diferencia de un club barrial de Buenos Aires, bien mirado, es un “mundo” que sobrepasa una estrecha visión barrial y provinciana. El que mejor entendió la tradición histórica del mundo ciruja fue el ex jugador Juan Carlos Carol (lo conocí a través del historiador santo Roberto Albornoz). “San Martín es un club de fútbol y no con fútbol”. “Conformar un grupo de socios que trabajen para la institución y no para ellos. En una palabra que sean santos de verdad. Si no es así, no los necesitamos”. El ciruja de ley no necesita que ninguna dirigencia le entregue algo para demostrar su fidelidad. Su fidelidad - “compromiso”- no depende de resultados deportivos. Llena la Ciudadela y listo. Se desespera, ante el anuncio de un partido, por estar presente a como dé lugar. Realiza los sacrificios económicos más inimaginables para ver a su San Martín querido. Ésa es la mística santa. Su salto y desarrollo no va a venir contando la cantidad de socios sino canalizando su virtud histórica. El mundo San Martín va a fluir en manos de aquellas agrupaciones societarias que comprendan su propio devenir histórico.

Pedro Pablo Verasaluse

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