Cartas de lectores: privatizar
24 Agosto 2023

Si bien en un primer momento se podía pensar que el candidato Milei podría sanear el Estado, corrigiendo de una vez por todas las anomalías y el caos que reinan desde hace años, con gobiernos prohijado por políticos incompetentes, conniventes y corruptos, hoy resultan alarmantes las últimas declaraciones del candidato, quien con la pancarta de prometer una ilusa libertad ilimitada, pretende dar vuelta al país como si fuera un calcetín desde que se muestra abiertamente a favor de aplicar un modelo de gobierno partidario del mercantilismo más rancio. El título de “libertario” incluye también la delirante ideología de un modelo que propone la libertad de permitir que cada uno haga lo que quiera. Obviamente no repara que esa conducta representa la irresponsabilidad y la incapacidad que ha caracterizado a los últimos gobiernos, los cuales, por despreciar un orden inteligente y sano, han provocado el deterioro en que nos encontramos, con una inflación creciente, sin techo previsible, la cual incrementa la pauperización de la población. Causa pavor que a medida que el candidato se va enardeciendo en sus declaraciones, se pone en evidencia su inusitado interés por instalar en el país un modelo de sumisión a los organismos financieros, los cuales, como sabemos, son fríos e insensibles en sus exigencias y no les interesa en absoluto quién gobierne. Solo les interesa que los gobiernos sean genuflexos y obsecuentes incondicionales en funcionar bajo su tutela. En este contexto, sorprende la desubicada altanería que significa su intención de suspender relaciones comerciales con países que funcionan con otros modelos económicos o ideológicos, como Brasil y una potencia mundial como China, y despotricó contra el Mercosur. El hecho de que esta institución no haya funcionado, se debe a que los gobiernos involucrados no han cumplido con los objetivos con que fue creada. Otra de las medidas deplorables es su intención de disolver el Conicet y otras instituciones dedicadas a la investigación científica como el Cerela, cuyos logros son indiscutibles. Esto significaría entregar a empresas privadas todo lo concerniente a la investigación científica. En cuanto a la receta de proceder a privatizaciones, existe el peligro que involucra a la educación y a la salud pública. Privatizar siempre fue una salida fácil para gobiernos responsables de corrupción en las empresas del Estado debido a la incorporación de empleados innecesarios. En lugar de resolver las anormalidades, evitaron el costo político y se lavaron las manos privatizando. Conviene recordar que el gobierno de Menem privatizó muchas actividades y procedió a cancelar los ferrocarriles, provocando el abandono y la pobreza de muchas poblaciones que se habían desarrollado en las estaciones. También destruyó el ejército, vendió armamento a otros países, dinamitó instalaciones del ejército y desmanteló la fábrica de aviones que había desarrollado los aviones Pulqui, calificados como los mejores aviones para entrenamiento de pilotos. Privatizó Agua y Energía, empresa del Estado que se encargaba de la producción y distribución de energía eléctrica. Esto dio lugar a la formación de tres empresas, cuyas con costosas estructuras encarecieron el costo de la energía eléctrica. Es de advertir que la política aplicada por Menem también respondió a medidas aconsejadas o inducidas por intereses foráneos, que son los mismos a quienes aplaude Milei. Es obvio que existe un hartazgo en gran parte de la población por tantos años de frustración. Sin embargo, resulta de temer el voto irreflexivo y apresurado que surge del fanatismo de quienes se apresuran a aplaudir delirantes medidas, sin pensar en las consecuencias de que nos podrían transformar en una colonia o en un paraíso fiscal.

Humberto Hugo D’Andrea                       

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