Los jóvenes les temen a los controles, pero no quieren irse a dormir a las 4

Los jóvenes les temen a los controles, pero no quieren irse a dormir a las 4

Tienen miedo de ir presos a una comisaría o de ser golpeados durante la clausura de un festejo privado. Dicen que no está claro cuándo una reunión es legal o no. No quieren volverse a la casa cuando cierran los boliches.

OPERATIVOS. Los inspectores del IPLA clausuran fiestas que no tienen permisos, donde realizan secuestros. LA GACETA/ ANTONIO FERRONI OPERATIVOS. Los inspectores del IPLA clausuran fiestas que no tienen permisos, donde realizan secuestros. LA GACETA/ ANTONIO FERRONI
01 Octubre 2007
Temor e incertidumbre son las sensaciones de los jóvenes a la hora de diagramar sus actividades nocturnas. Según contaron, les da miedo pensar que los puedan detener en la calle o terminar golpeados  si asisten a una fiesta. De todos modos, se niegan a resignar las horas de diversión después de las 4.
Carla, de 17 años, cuenta que los celulares les permiten programar la movida nocturna cuando cierran los boliches. “A las 4 menos 10 ya empiezan a correr los mensajes para saber en qué lugar o casa hay que juntarse después del boliche. A veces nos vamos a la casa de alguien a tomar algo, a escuchar música y a bailar. Me asusta pensar que el IPLA (Instituto Provincial de Lucha contra el Alcoholismo) puede caer a cualquier lugar a secuestrar cosas y a detener gente”, resaltó. La joven contó que ingresan en los boliches a las 2. “No se puede terminar la diversión a las 4”, añadió.
Como cada madrugada de domingo, ayer las calles céntricas  comenzaron a llenarse después de las 4. En las esquinas, se juntaban grupos de adolescentes  varados, en busca de un taxi para volver a su casa. De boca en boca, se empezó a hacer propaganda de una fiesta que se estaba llevando a cabo en la Jujuy al 300. Pocos sabían si era legal o no. Pero lo mismo entraban por una puerta, que luego se cerraba rápidamente con llave. Allí estuvieron casi hasta el amanecer.
Según Celeste, de 17 años, la ley del cierre de boliches a las 4 de la mañana no disminuyó la inseguridad. “Al contrario. Salís de noche del boliche y no hay remises. Tenés que quedarte en una parada de colectivos más de una hora sin saber lo que te puede pasar. O terminás en un after, que es un lugar inseguro. La alternativa es irte a Las Termas. Pero te arriesgás a matarte en el camino. El otro fin de semana hubo un accidente grave de tres chicos que volvían de bailar de Termas”, señaló.
Un grupo de chicos que acompañaba a Celeste se mostró amargado ante las restricciones nocturnas. “Lo que quiere el Gobierno es que nos quedemos cada uno en su casa, como presos. De esta forma, seguro que van a disminuir los accidentes. Pero no es ese el caso, porque somos jóvenes y tenemos derecho a divertirnos, no a tener miedo por los controles”, explicó Rodrigo, de 18 años. Martín, de 15 años, contó que sus padres les habían pedido que no saliera hasta que la Policía y el IPLA disminuyeran los controles. “Tienen miedo de que vaya preso o que me peguen”, detalló.
Otros chicos comentaron que muchas veces no saben cuándo una reunión es legal o no. “A mí me invitan a una fiesta y me dicen que tengo que llevar algo para tomar y pagar $ 5 para la música. Yo no sé si está habilitada o no, si tienen permiso. Después quedamos como delincuentes y corremos el riesgo de ser detenidos y golpeados por la Policía”, cuenta Germán, de 16 años.