"Estamos acostumbradosa una cultura de la escasez"

"Estamos acostumbradosa una cultura de la escasez"

Fernanda Guerra es especialista en coaching ontológico, una herramienta utilizada cada vez por más gente, que dice que le cambió la forma de encarar su profesión y la vida en general.

FERNANDA GUERRA. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO FERNANDA GUERRA. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
04 Noviembre 2005
Fernanda Guerra afirma que la técnica del coaching ontológico permite, gracias al entrenamiento de un un oído que no sólo oye, sino que interpreta lo que oye" habilitar los espacios de aprendizaje que estén faltando para el logro de algún objetivo. Desde hace unos años, esta herramienta es utilizada por muchos empresarios que, con devoción rayana en el fundamentalismo, afirman que el coaching ontológico les hizo mirar la vida - y los negocios-desde una óptica totalmente diferente de la que venían experimentando. Pero Fernanda se animó a unir el agua y el aceite, y le acercó esta llave a un grupo de artistas que aprendió que el talento puede ser pura espuma si no hay una gestión que lo sostenga.

-Qué es el coaching ontológico?
- Es un matrimonio de varias disciplinas distintas: la ontología del lenguaje, que desarrolló Rafael Echeverría, un sociólogo chileno, y otro chileno, Fernando Flores, sistematizó la práctica. Ambas convergen con la biología del comportamiento, con Maturana a la cabeza. De esa unión surge el coaching ontológico, que viene del supuesto de que el lenguaje es generativo, y de que las posibilidades que barajamos para nosotros mismos habitan en el lenguaje. El coaching se focaliza en habilitar espacios de aprendizaje que estén faltando para el logro de algo. Tiene que haber una inquietud, tiene que haber un estar en un lugar y querer llegar a otro, y no saber cómo hacerlo.

- ¿Para qué sirve el coaching en el mundo de los negocios?
-Las inquietudes dependen de las personas, pero hay competencias que son simples, que tienen que ver con combinación de acciones, con pedidos de ofertas y de promesas, con distinguir lo que es el fenómeno del escuchar, que para nosotros es un fenómeno interpretativo y no sólo biológico. El coaching ontológico puede servir en la empresa hacia adentro o en la empresa hacia fuera, en las relaciones con los clientes.

-¿Cómo surgió la idea de hacer coaching en una propuesta artística?
-La idea fue hacer coaching al proyecto que tenían Javier Vázquez y Hugo Fernández , que son los plásticos de Divino Verbo, una muestra que acaba de terminar en Tucumán. La muestra fue diseñada seis meses antes, y el trabajo de producción ha sido también de seis meses. Mi tarea fue ayudarlos a que pudieran diseñar algo que ellos quisieran, saliéndose del límite de lo posible. Muchas veces uno se dice: quiero hacer algo, pero acá en Tucumán nunca se hizo.

-¿Qué barreras pudiste ayudarlos a correr?
- Mi inquietud al trabajar con ellos fue, primero, generar un espacio para que pudieran diseñar una muestra como si no hubiera un límite, ni económico, ni de tiempo, ni de acceso a los medios. No es fácil, porque no nos resulta fácil soñar. En Tucumán estamos en una conversación de escasez. Como yo digo, son conversaciones que tiran para atrás. Asistirlos ha sido una manera de ayudarlos a reconocer que eso de la escasez es una manera de interpretar lo que es vivir en Tucumán, partiendo del mismo supuesto de que no estamos como quisiéramos estar. Yo puedo tener la mirada de que no hay nada por hacer, o yo puedo tener la mirada de que está todo por hacerse. Pero no de forma antojadiza, sino desde el lenguaje. No es una verdad tangible que en Tucumán no se puedan hacer cosas. De hecho, acá hay gente a la que le va muy bien, pero nosotros tenemos una cultura de sospecha del éxito, de que al que le va bien le va bien porque hizo trampa. Nosotros tenemos un desencuentro cultural con el éxito. Luego surgió la distancia entre dónde estaban y adónde querían llegar.
Después vino la etapa de inventar los recursos que necesitaban para llegar a donde querían llegar. Recurrieron a un productor, a una diseñadora gráfica que pudo volcar en imágenes toda la comunicación visual de la muestra, que ha sido muy rica. Han encontrado una persona impecable para hacer prensa, Dani Aráoz. Han inventado el equipo de trabajo, han inventado la relación con los sponsors. No los tenían, y han salido a vender la muestra. Han podido generar ofertas a una amplia gama de empresas, pero no han ido a pedir un favor, sino que han ido a decir qué posibilidad le significaba a una empresa mostrarse en esa muestra.

-¿Por qué te interesó este abordaje a lo artístico?
-Siempre me ha inquietado saber cuál es la estructura, la cadena de montaje de una producción artística, siempre teniendo la mirada y preguntándome qué es lo que está faltando para que una gestión sea efectiva, cuáles son las competencias necesarias para generar un evento artístico.

-¿Y qué se necesita?
- Es importante tener en claro a dónde uno quiere llegar, cuestionándose los límites de lo posible, y preguntarse qué es lo que a uno le está faltando, pero no en lo material, sino qué es lo que a uno le está faltando ver, o cuál es la competencia que me falta para llegar. Otra es qué oferta soy para el público, y salirse un poco de eso del subsidio, empezar a preguntarse como artistas - que los hay, y excelentes en Tucumán- qué tipo de oferta podría ser para el público y para las empresas. En Tucumán nos acostumbramos a no tener managers, ni poductores. Estamos acostumbrados a una cultura de escasez.

-¿Por qué a los tucumanos nos cuesta proyectar?
- Creo que no proyectamos porque no vemos a largo plazo, y creo que, en general, lo que nos pasa es que nos ?compramos? lo que nos dicen que son los límites. Entonces, no podemos mirar más allá de hoy. El que entra en ese juego, queda atrapado en la disyuntiva entre lo importante y lo urgente. Para poder proyectar tengo que conectarme con lo que quiero. Si interpreto que es durísimo llevar la gente a las salas, pues eso es lo que voy a conseguir.

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