La familia Andrada implora ayuda para Diego

La familia Andrada implora ayuda para Diego

Un adolescente de 14 años sigue internado en el hospital Padilla, a causa de las lesiones pulmonares que sufrió al desplomarse una tribuna. La hermana del paciente pidió una ayuda.

EN REPOSO. Diego Andrada, de 14 años, fue al acto del 9 de Julio y terminó en una sala del Padilla; le habían ofrecido $ 12, cigarrillos y un sándwich. LA GACETA / HECTOR PERALTA EN REPOSO. Diego Andrada, de 14 años, fue al acto del 9 de Julio y terminó en una sala del Padilla; le habían ofrecido $ 12, cigarrillos y un sándwich. LA GACETA / HECTOR PERALTA
12 Julio 2008
Le habían ofrecido $ 12, un paquete de cigarrillos y un sándwich a cambio de asistir al acto en el hipódromo, pero terminó en el hospital Padilla. Diego Andrada tiene 14 años. Por necesidad, de chico, dejó de estudiar y se dedicó a trabajar en la cosecha de limones para ayudar en los ingresos a su familia numerosa. Es el menor de los nueve hermanos Andrada, que viven en una humilde casa, ubicada en Portugal 140, de la Villa Obrera de Tafí Viejo. Cuando le ofrecieron el dinero no dudó en subir al ómnibus junto a otros tres hermanos mayores.
La desgracia le cayó encima cuando cedió la misma tribuna que mató al taficeño Juan Miguel Valdez, antes del discurso de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.
En el hospital Padilla, la cama 31 de la sala 5 está siempre rodeada de familiares desesperados por conocer la evolución de Diego, y afligidos por las urgencias económicas que deben enfrentar después del accidente. Diego sufrió heridas cortantes en el rostro, en los brazos, y la que más preocupa a todos: grave lesión en los pulmones que le dificulta la respiración. La gravedad del caso obligó a los médicos a suministrarle suero y oxígeno. También le practicaron un drenaje (acción de vaciar líquidos patógenos de alguna cavidad orgánica) pulmonar.
Emilio Andrada, padre del chico accidentado, casi no puede hablar. La preocupación se le nota en el rostro y en el gesto tembloroso. Pero permitió que LA GACETA se acercara y fotografíe a su hijo. No obstante, prefirió que Diego no hablara. Desde el miércoles, cuando se enteró del accidente, no pudo volver a su trabajo en la Municipalidad de Tafí Viejo. Carmen Andrada, hermana de Diego, tiene miedo de perder su trabajo en una pizzería. "Es que ahora tenemos que estar al lado de él para ayudarlo", dijo en voz baja al lado de la cama, donde reposa Diego. Ella también se había trasladado al hipódromo, pero lo hizo pasado el mediodía, en otro vehículo. "Cuando llegamos a la terminal me enteré del accidente y de ahí nos volvimos al Padilla para verlo", explicó.

Pedido desesperado
¿Por qué fueron al acto?, se le consultó. "A todos les habían ofrecido $ 12, un sándwich y a los fumadores, un paquete de cigarrillos", detalló. Preocupada, piensa un instante y suelta una dura queja contra los políticos. "Aquí vinieron varios, pero saludaron, preguntaron por mi hermano y no volvieron más. Estuvo Javier Pucharras (en referencia al intendente de Tafí Viejo), pero no apareció ninguno de los concejales", dijo con bronca. "Nosotros somos humildes. Hasta ahora nadie nos dio nada. Le pido a Bety (en referencia a la diputada nacional Beatriz Rojkés de Alperovich) que mande a un asistente social a mi casa para que vea cómo vivimos; necesitamos un subsidio o algo, porque todos los días tenemos gasto de transporte y de comida para estar aquí", dijo afligida.
A su lado, Juana Milicay, madre de Diego, sacudida por la angustia, también pide una colaboración. "Parece que nadie sabe que mi hijo está internado. Los médicos dicen que cuando se recupere no podrá tener una vida normal: no podrá correr ni jugar a la pelota, ni hacer ningún esfuerzo físico y entonces cómo vamos a...", interrumpe sus palabras y el silencio parece agrandar la amargura dibujada en su rostro.

Varios actos
Diego observa al fotógrafo; no habla, pero suavemente levanta la mano derecha para saludar, y bebe agua mineral, a través de un sorbete; mientras su hermana explica las penurias de la familia.
"Siempre iba a los actos políticos, porque había algo de plata", contó su hermana Carmen. Incluso, relató que ella también participaba de las movilizaciones piqueteras antes de empezar a trabajar en un pizzería. Dijo, además, que otro de sus hermanos fue con su hijo de seis años.
Sus lamentos no tienen fin. Quiere ayuda y no calla su pedido. "Con los saludos y la presencia no hacemos nada; nosotros necesitamos plata para seguir asistiendo a mi hermano", reclamó esperanzada. "Pucharras llamó por teléfono varias veces, pero nada más, y los concejales de la agrupación que lo llevaron al hipódromo todavía no aparecieron, y del Gobierno tampoco", dijo.
Anoche, los familiares se organizaban para cuidar a Diego, que podría seguir un mes más en la sala de internados.

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