Cartas de lectores
09 Enero 2019

San Pedo de Colalao

El 1 de enero concurrí con mi familia a San Pedro de Colalao; estuvimos ahí hasta el día 3. Grande fue mi tristeza al encontrar la Villa sumergida en la suciedad: bolsas de basura acumuladas por todas partes y los contenedores rebalsados de basura. Retornamos el día 4 a la mañana y la basura continuaba sin ser recogida; a esto se sumó un corte de luz y cortes de agua (sin embargo, el aumento de la tarifa no se detiene). ¿Qué pasa en mi querido San Pedro? El año pasado, durante la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, cuando la Villa estaba colmada de turistas, había cortes de agua que se prolongaban durante más de ocho horas, esto sumado a los sorpresivos cortes de luz. La iluminación de las calles, para qué vamos a comentar, en muchas de ellas hay que caminar con linterna en mano, dada la oscuridad reinante. El antes llamado Camino a Chulca tiene un enripiado que deja bastante que desear (por supuesto, le echan la culpa a las lluvias), ¿no será que no se realiza el mantenimiento adecuado? Por favor, señor delegado comunal, realice su gestión con eficiencia, cuide a los habitantes de su pueblo, favorezca el turismo, que es una gran fuente de ingresos, controle que las empresas que proveen luz y agua lo hagan con responsabilidad para que no sucedan hechos como los comentados anteriormente, para eso fue elegido.

Susana del V. Aguirre

Juan Posse 1.409

San M. de Tucumán

El muro de Trump

Atendiendo la pretensión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que le faciliten U$S 5.000 millones para construir el gran muro que lo separe para siempre de México y de otros países del sur, creo que es interesante recordar que existieron y aún existen en el resto del mundo y que, por lo general, sirvieron de muy poco para los propósitos que perseguían. A mi entender, la primera gran obra de este género fue la Gran Muralla China, después vino el Muro de Adriano, en las islas británicas y también otro muro romano en el centro de Europa. De hecho, en la antigüedad, todas las ciudades estaban amuralladas. Más tarde aparecieron los castillos, con sus zanjas defensivas que, al final, quedaron obsoletas frente al poder de la pólvora y los cañones. En la Segunda Guerra Mundial, hubo una muralla del Atlántico que de nada sirvió. Y, más cerca en el tiempo, se destacó el Muro de Berlín, que tampoco sirvió de mucho. En nuestro país también se conocieron muros y zanjas defensivas: el muro de Perón, en Buenos Aires, de más de 2 kilómetros, intentó ocultar las villas miseria. Este muro, al menos, tuvo su reflejo en el arte, ya que inspiró un filme ya olvidado que tenía como título “Un largo muro”.

Mario Rubén Díaz

Rondeau 1.020

Argentina degradada

Desde el momento que nacemos, hasta que tomamos conciencia de nuestras vidas, en todos los momentos amados y cuidados por nuestros viejos, nos imbuimos en un constante e ininterrumpido afán de superación, al comienzo pequeños logros que nos llenan de satisfacción, llegada a esta primera pequeña meta, solos o motivados por quienes nos rodean y nos quisieron bien, emprendemos otros desafíos, que no por pequeños, dejan de ser importantes. El tiempo en su devenir, nos va demostrando la importancia que tiene la voluntad en nosotros, es como un músculo que cuando más lo ejercitamos, más capacidad tiene en todos nuestros desafíos o luchas humanas, quien sea capaz de sentir en sí, el valor de la voluntad, sabe que tiene un gran aliado, que le permitirá llegar hasta donde se proponga. Demián es un personaje que pertenece a un libro, que lleva su mismo nombre, fue escrito por Herman Hesse, escritor alemán de los años 1928/ 29 (junto con este libro escribió Siddhartha y el Lobo Estepario). Este decía: “si una persona normal, se empeña en algo y para eso pone toda su voluntad y lo mejor de sí, lo que se ha propuesto, normalmente, lo consigue...” Este libro de alto contenido humano, trata de decirnos, que si estamos hechos de buena madera, llegar es una cuestión de causalidades, las que apuntaladas por la “voluntad” nos permite llegar. Hoy vivimos en un mundo, que deja demasiado que desear, sin escalas de valores y sin tener claro que buscamos (como nos pasa ahora: no sabemos quiénes somos, ni hacia dónde vamos). Hoy veo con infinita tristeza, hablar de emprendimientos políticos o de coaliciones, me parece que eso deshonra al hombre “político” y nos lleva inexorablemente hacia una mayor mediocridad. “El hombre político” debe estar respaldado por certezas y por una impecable forma de ser y de hacer; debe ser consecuente a su ideas y sobre todo ser sincero. Hoy vemos a estos hombres, proclives a dobles discursos y si se aúnan en un hacer mancomunado, más lo hacen por conveniencias que por razones ideológicas; así es poco lo que podemos esperar para esta Argentina degradada, que necesita de hombres capaces y morales, con tamañas pretensiones, todo se vuelve más complicado y la orilla de luz, de esperanzas, de justicia social, cada día que pasa se vuelve más distante, casi como un sueño difícil de lograr.

Héctor Leonardo Bravo

Necrofilia ideológica

Moisés Naim es un prestigioso analista internacional ademas de acertado observador de la actual política latinoamericana. No es nada afecto a eso preformateados esloganes simplificadores y maniqueos que pretenden explica la realidad como si esta fuera excluyentemente blanca o negra, como solemos hacer los argentinos. El escritor Marcos Aguinis se refiere a él como un analista poseedor de “un exceso de realismo que incomoda a muchos porque cuestiona a todos los espectros ideológicos”. Naím, en un artículo titulado “Necrofilia Ideológica” enseña que, en Latinoamérica, existen muchas personas propensas a aferrarse fanáticamente a ideologías “muertas” o fosilizadas cuyo fracaso ha sido rotundamente demostrado mediante argumentos incontrovertibles. Se trata de ideologías que, en su momento, han generado muchas esperanzas presentándose ante el incauto electorado como la panacea universal de todos los males de la sociedad producidos, o por un sistema socio-económico injusto, o por un Estado voraz y elefantiásico que entorpece el libre movimiento de los agentes económicos. Naím enfatiza categóricamente que dichas ideologías, una vez que se infiltraron en los países a modo de “Caballo de Troya”, siendo luego aceptadas acríticamente por sus pueblos, han producido pobreza material, miseria moral y ética, corrupción endémica, enriquecimiento grosero de reducidas elites que interesadamente apoyaban estas malsanas tendencias, demagogia, nepotismo y parasitarios clientelismos políticos, o bien un exceso de concentración de riquezas en muy pocas manos que no apuestan a la producción sino a la parasitaria timba financiera. Luego, con su estilo franco, explícito complementado por breves reseñas históricas, Naím asevera que esas ideologías son el comunismo-socialismo que ha hipnotizado a generaciones enteras con su la redención del género humano a través de la consecución de un orden social más justo e igualitario. Y por el otro extremo el “Fundamentalismo del mercado” encarnado en el neoliberalismo, cuyos preceptos son tomados como palabra sagrada con furia ciega ;una ideología que, al menos en Latinoamérica, en nombre de la “mano invisible” que a todo lo regula para el bien social, y de la falaz “Teoría del Derrame” que, en lo esencial, postula que si les va bien a los ricos les va bien a todo el mundo, ha creado sociedades inviables, excluyentes y miserables. Considero que a este acertado análisis, aplicable con muy pocos reajustes a nuestra realidad política, hay que resaltar el hecho de que la corrupción ha sido una constante dañina institucionalizada en nuestro contemporáneo devenir político. En consecuencia ya tenemos que entender de una vez por todas que, tanto el estatismo como el privatismo, son instrumentos sistémicos para administrar al Estado, y que cualquiera de estos sistemas, en manos de ladrones o incompetentes, están condenados al mas estrepitoso fracaso. Y nosotros, los argentinos, podemos dar muy buena fe de ello.

Leandro Luis Cruz

Arbolado urbano

Razones laborales me llevan a recorrer la calle Santiago del Estero, desde Salta hasta Balcarce. Desde hace dos décadas, pude observar y comprobar como el municipio capitalino (esté quien esté, en el poder) dejó de trabajar en el arbolado urbano. Digo esto, porque es alarmante como los ejemplares de naranjos que antes nos regocijaban con su sombra y su olor a azahar, van desapareciendo con el paso de los años. Ninguna autoridad se dignó a reemplazarlos; sobre todo en lo que concierne a la acera sur, donde aún pueden observarse los huecos que dejaron los ejemplares que fueron muriendo por la desidia de los transeúntes y también de los funcionarios municipales que, al parecer, no notaron este detalle que denuncio. Sería muy importante y positivo que se proceda a plantar nuevamente árboles, lo que permitiría oxigenar y embellecer nuestra ciudad, al margen de la sombra que puede dar a los cansados del camino.

Marcelo Maza

Constitución 1.600-Tafí Viejo

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