Un libro del que emana una “conmovedora ternura maternal”

Un libro del que emana una “conmovedora ternura maternal”

Se presenta hoy en el Virla la obra “Popurrí” de la escritora Cristina Kreczman, que incluye relatos, teatro infantil, poemas y humor

LA AUTORA Y SU OBRA. Cristina Kreczman, que es también docente, comparte sus experiencias en el aula.  LA AUTORA Y SU OBRA. Cristina Kreczman, que es también docente, comparte sus experiencias en el aula.
17 Julio 2017

Rumores de trenes y tranvías circulan por sus sueños y se llevan poemas, relatos, textos teatrales, donde respira su alma changuita, su amor por los seres que la contienen, por los alumnitos que le aromaron su sensibilidad. “Quiero que los seres tengan la oportunidad de subir al tren de la vida y disfrutar de un viaje feliz e inolvidable”, dice Cristina Kreczman de su libro “Popurrí” que será presentado hoy, a las 21.15, en el Centro Cultural Virla, en el marco del II Festival de la Palabra y del Julio Cultural de la UNT.

“Se desprende de la obra de Kreczman una conmovedora ternura maternal ensoñada… nos sale al paso un sorprendente mundo vegetal y animal, enmarcado por la calidez, el ingenio y el humor. De pronto, el libro nos da la mano y nos introduce al teatro infantil poblado de hadas, reyes y princesas. Con no menor sorpresa ingresamos a un espacio en el que una eximia abuela cocinera devela secretos culinarios para lograr sabrosos panes. Nuestra autora dialoga sobre el valor de la historieta en el aula, y como si todo esto fuera poco, nos presenta destacados artistas plásticos de otras latitudes, colaboradores en la aventura deliciosa de plural significación que ofrece Popurrí”, escribe en el prólogo la doctora en Letras, Honoria Zelaya de Nader.

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“Animar” a los niños

La escritora obtuvo en 1982 el primer premio en poesía en los III Juegos Florales, organizados por la Secretaría de Educación de Tucumán y el Premio del Comfer “El niño y la familia”, categoría Programa Infantil por “Los secretos del cucú” en 1985.

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“En mi infancia no tuve demasiados juguetes, pero nunca me faltaron los libros. Mientras los sostenía entre mis pequeñas manos, ellos me regalaban palabras que llegaban a mi corazón y me hacían fantasear, divertirme, sensibilizarme hasta las lágrimas o provocaban que el espíritu crítico germinara en mí. Con el tiempo las palabras hicieron un viaje inverso salieron de mi corazón y llegaron hasta mis manos para que las escribiese. Como docente comparto experiencias escolares para estimular el aprendizaje. Con mi libro pretendo ‘animar’ al niño hacia la lectura”, revela.

Los ancestros polacos ataviados de ferroviarios le contagiaron tal vez ese afán de viajar con la imaginación hacia horizontes misteriosos. “Yo tengo un tortugo bueno que se llama Traz Traz, que para los carnavales baila con antifaz… Un enano picarito a la abeja asustó, y la abeja enojada el dedito le picó… La vida en el norte se apaga en los cerros. Indica la noche el son del cencerro… Qué lindo llegar al final de la jornada con una sonrisa en los labios y nuestra alma acunada con los más bellos recuerdos que encierran las aulas…”, dice Cristina Kreczman.

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