Jaldo la batalla, Manzur al Gobierno, ¿Alperovich al poder?

Jaldo la batalla, Manzur al Gobierno, ¿Alperovich al poder?

Alperovich vuelve. Jaldo será el futuro jefe del peronismo. Manzur se recuesta en la gestión desde un segundo plano. Pueden ser tres afirmaciones o bien tres especulaciones. Y no excluyentes. Que una u otra alternativa finalmente termine imponiéndose dependerá no sólo de cómo se desarrolle el proceso electoral sino también de cómo se reacomoden los espacios de poder en el trípode que integran los tres en el oficialismo.

Los peronistas, con seguridad, aunque falten sortear las PASO y las elecciones del 22 de octubre, ya deben estar analizando estas tres posibilidades para empezar a acomodarse frente a uno de esos futuros posibles; y que surgieron a partir de la sorpresiva aparición del vicegobernador encabezando la lista de la Casa de Gobierno en la interna del Frente Justicialista para Tucumán.

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¿Temprano para pensar en esos caminos? Jamás; el que no sabe anticipar las jugadas en la política, pierde. Hoy la fórmula vendedora del oficialismo es “uno para todos”, y con el objeto de conseguir una victoria contundente -y con una considerable diferencia de sufragios con Cambiemos para el Bicentenario- para legitimarse y asegurar la gobernabilidad en los próximos dos años.

En ese sentido, para el Gobierno es clave mantener la diferencia de 110.000 sufragios conseguidos en 2015, e inclusive ampliarla de ser posible para gestionar con más tranquilidad. Según un ministro que transitó ayer los pasillos del palacio gubernamental, mientras se escuchaba la marcha peronista en el despacho del mandatario, un triunfo amplio asegura la gobernabilidad de la provincia.

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Todos juntos, un comienzo

Con ese fin, los “cerebros” de la sorpresiva jugada, entendieron que había que poner lo mejor en la parrilla. Y lo mejor, según un sondeo de imagen de dirigentes, era llevar a Jaldo a competir cabeza a cabeza contra el radical José Cano. La movida dejó por el momento en un segundo plano el discurso partidario sobre que todo el peronismo tucumano se aglutinaba en la lista “Celeste y Blanco”, integrando a los justicialistas del PJ, ortodoxos, disidentes, camporistas, massistas y a los “indignados”, como se llaman algunos. Una suerte de “todos para uno”. O como se le atribuye a Henry Ford: ir juntos es un comienzo, mantenernos juntos es un progreso, trabajar juntos nos hará triunfar.

En la nómina se observa que Pablo Yedlin “cayó” al tercer lugar, cuando muchos ponían las fichas para que encabezara la boleta. Hasta tenía la bendición tácita de Manzur. Sin embargo, su imagen no levantaba vuelo. Cual si fuese un reflejo de la influencia territorial del oficialismo, el representante de la Capital -donde perdiera el PJ en 2015- quedó rodeado de referentes del interior, la fortaleza electoral del justicialismo.

La sumatoria de votos del oeste y del este le garantizó el triunfo a Manzur contra Cano hace dos años. La sensación que dan con estas apariciones y desapariciones en la lista es como si se hubieran desentendido de la ciudad -anticipando otro resultado adverso- para reforzar la lista con dirigentes de las secciones electorales del este y de oeste, donde sí son fuertes e imbatibles hasta ahora. Referentes de circuitos capitalinos, concejales y legisladores, han deslizado que no hay demasiadas muestras de “desprendimiento” para un buen trabajo territorial en San Miguel de Tucumán.

¿Por qué Alperovich puede volver? Porque, como decía con cierto tono amargo y molesto un jaldista: están sacando de la cancha al tranqueño. ¿Qué cancha? La que armaron Manzur, Jaldo y el senador y de la que se muestran como los dueños. Se puede especular -no sin un grado de certeza- que si Jaldo deja la vicegobernación, el manejo de la Legislatura y sus recursos y el trabajo diario e influyente sobre dirigentes del interior para irse a Diputados, otro debería usufructuar ese vacío.

Es mucho imaginar -¿o no?- que esto es el resultado de una maquinación interna para que en el territorio sólo queden dos espadas: Manzur y el senador; y que de existir esa batalla interna el ex gobernador estaría más cerca de decir nuevamente presente en los comicios de 2019. Hoy no puede menos que negarlo para no quebrar al oficialismo y poner en riesgo el resultado de la elección, pero la hipótesis no puede descartarse. Manzur viene repitiendo que con el vicegobernador hicieron un buen equipo de trabajo; el nuevo panorama muestra que ese “equipo” puede quedar dividido por distanciamiento en el futuro. Y debilitarse. Alperovich ya supo formar parte de otro trípode de poder con Miranda y Fernando Juri allá por 2003 y luego adueñarse de todo.

¿Por qué Jaldo puede ser el futuro dueño del peronismo? Jaldo no se va, toma licencia y hay que ver si una vez electo renuncia a la vicegobernación. Ayer nadie quiso mencionar la palabra “testimonial”, pero es una alternativa. Con este paso, puede terminar convirtiéndose en el hombre fuerte del Gobierno, porque es el que se juega el pellejo y el que más arriesga, ya que sus socios permanecerán afuera de las trincheras. Si con el vicegobernador el Gobierno logra una victoria contundente, el tranqueño mostrará los laureles, porque aceptó ponerse al frente de la nómina y arriesgar su capital político para enfrentar a Cano.

Además, fue el que negoció espacios y charló con dirigentes con afinidades territoriales en el peronismo. De hecho, hoy es el que más identificación y ascendencia tiene con el justicialismo tucumano. De ahí a convertirse en un posible líder del PJ hay un poco trecho. Todo dependerá de los resultados y de cómo se muestre en la campaña electoral.

Su rol en este proceso comicial ya está definido, se debe mostrar como el contrincante único y directo de Cano, será el que le replicará al radical en la campaña. Desde su entorno ya barajan algunas salidas: si nos dicen kirchneristas, le diremos coreanos. Sea o no así, es el papel que le tocó y el que lo puede catapultar hacia 2019.

¿Por qué Manzur se recuesta en la gestión desde un segundo plano? Porque si a Jaldo le tocó en suerte mostrarse como el adversario de Cambiemos en Tucumán; el gobernador cumplirá también una misión: será el que acatará la gestión de Macri desde otro plano. No más allá de lo que viene haciendo en cada salida, cuestionando los efectos sociales de medidas desacertadas como la de quitar los subsidios a los discapacitados; o denunciar que aumentó la desocupación, o apuntar que los tarifazos afectan a la clase trabajadora; la misma clase donde se asienta la historia del peronismo.

El viaje de Manzur a Córdoba para reunirse con su par Schiaretti tuvo la finalidad de mostrar que los gobiernos de color peronista ven con preocupación el avance del poder central sobre los recursos provinciales. Nos quieren quitar fondos para dárselos a Buenos Aires, advierte. El plano de acción de Manzur está en lo institucional, desde donde hará política cuestionando a Macri. Su acción estará dirigida fronteras afuera, el involucramiento será menor en el plano local. Es el rol que le tocó; peleará pero de manera distinta. Manzur se puso por encima de lo electoral, apuntó un canoso peronista. Su prioridad es la gestión, que no termine afectada por la interna peronista y por la campaña electoral.

¿Y el rol de Alperovich en este tramo? No mirará desde afuera, pero será observado. El senador viene manteniéndose en silencio, no habla, pero es activo en su cuenta de Twitter mostrando fotos de sus visitas diarias a gente que necesita el auxilio del Estado. También son asiduos sus encuentros con ex funcionarios, con dirigentes que perdieron internas en el oficialismo y elecciones provinciales. Es decir, dialoga con los heridos, con los que están al margen, esos son su especialidad. Es el papel que viene cumpliendo; el de evitar que haya fugas y que aquellos que no se sientan cómodos con Manzur y con Jaldo por lo menos se mantengan en el espacio oficialista pero cobijados bajo su sombra. Es una forma de decir, también, que tiene un ejército de reservistas tras de sí para una futura y posible disputa interna.

Alperovich no se queda quieto. El viernes por la tarde sorprendió a propios y a extraños apareciendo por el PJ -y sobran los dedos de una mano para contabilizar las veces que se acercó a la sede partidaria en 12 años de gestión- para saludar con un efusivo beso a su esposa y titular del partido, Beatriz Rojkés, y resultó ovacionado. Hasta algunos “vamos a volver” se escucharon en un recinto invadido por mujeres peronistas.

Fue una bocanada de oxígeno político que recibió, a la vez que él envió una señal hacia el justicialismo, al que casi manejó por control remoto y a la distancia desde la sede del Ejecutivo. Hasta se diría que capitalizó el acto. Ganó protagonismo de repente.

Luego de ese acontecimiento, casualmente, varios mensajes por Whatsapp recibidos por periodistas de la redacción mencionaban que el senador iba a encabezar la nómina de diputados nacionales del Frente Justicialista para Tucumán. Al parecer, quien habría sugerido tal posibilidad sería un consultor influyente del oficialismo, aunque todo quedó finalmente en la nada; ya que Jaldo quedó al frente de la lista.

El día en el que todos sonríen

Las PASO, impuestas para que los independientes puedan participar de las internas partidarias -por eso son abiertas- y puedan votar por el candidato que les guste- y para funcionen como “colador” -ya que aquellos frentes o partidos que no lleguen al 1,5% de los votos válidos emitidos no llegarán a la final-, se convierten en la encuesta más certera, ya que dicen dónde está parado cada dirigente o grupo político.

Porque allí se sabrá qué cantidad de adhesiones reales tiene, en dónde es fuerte y en que territorios o circuitos débil. Las PASO -el 13 de agosto- dan un margen de 70 días para trabajar hacia los comicios nacionales -22 de octubre- y alentar esperanzas de mejorar.

La votación abierta y obligatoria tiene una singularidad: todos ganan, y nadie se declara perdedor. Todos tienen motivos para festejar, porque no estarán en juego las cuatro bancas, sino la posibilidad de presentar candidatos en la final. Entonces, unos celebrarán que sacaron más votos, otros que lograron llegar a la final, que le “ganaron” al adversario, que “no perdieron” con el adversario, etc.

Para estos jugadores vale la frase del Nobel portugués José Saramago: la derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva. El día de las PASO la mayoría festeja; al revés del día de los comicios definitivos, cuando pocos sonríen; y muchos pierden.

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