La crítica situación vial del área metropolitana

La crítica situación vial del área metropolitana

12 Mayo 2017

Es cada vez más evidente y hasta en un punto, insoportable, la situación que padece el tránsito vehicular en nuestra ciudad y en el área metropolitana de la provincia, que, pese ya a un cuadro de situación complejo y difícil, en estos días podría complicarse aun más toda vez que comienzan a tomar fuerza las principales actividades industriales instaladas en la provincia que demanda de suyo un mayor movimiento del transporte de carga.

Desde esta y otras secciones LA GACETA ha venido advirtiendo -del mismo modo que expertos y lectores- a las autoridades provinciales y municipales respecto de la necesidad de acometer un plan estructural y coordinado entre las distintas jurisdicciones para encontrar una respuesta al caótico panorama, que, como se sabe, no ha hecho más que incrementar las muertes de personas, los accidentes de diversa gravedad, los daños patrimoniales y los costos de la logística a raíz de la sobresaturación del tránsito de vehículos que soportan las distintas arterias de comunicación y como consecuencia de una complicada problemática vial y la desidia de las administraciones en resolver el asunto.

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Un exponencial incremento de vehículos que circulan por calles, avenidas y rutas que intercomunican los límites y centros geográficos de las ciudades, que mayormente son los mismos desde hace años; sentidos y rumbos del tránsito muchas veces contradictorios y desordenados, escasos planes de inversión en obras de infraestructura vial y una marcada desatención de la administración central para promover una política superadora que contemple esta realidad han llevado a un virtual caos al tránsito en el espacio metropolitano.

Ahora que comienza a pleno el movimiento en los ingenios, con el masivo transporte de caña de azúcar e insumos en camiones de gran porte que utilizan buena parte de los caminos del área metropolitana para circular, este panorama sin duda que agrega dificultades al tránsito: Y habría que decir también que la temporada alta de las actividades industriales genera también más incidentes en las rutas troncales y rurales y mayores casos de embotellamiento en la propia San Miguel de Tucumán, con avenidas como la Benjamín Aráoz, que es prácticamente la única que comunica con el Este (donde están instalados varios ingenios), que se convierten en verdaderos cuellos de botella. Ya a ciertas horas pico es un suplicio manejar vehículos por calles como Córdoba, Crisóstomo Álvarez, San Lorenzo o San Martín, o el camino del Perú y avenidas como la Sarmiento-Belgrano y Mate de Luna-Aconguija. Y a todo este panorama habría que agregar que la mayor parte de los conductores que viajan por San Miguel de Tucumán y su zona de influencia merecerían figurar en una antología del mal comportamiento cívico. A muchos de ellos pareciera directamente no importarles las reglamentaciones viales, tal punto que demuestran un desprecio por sus propias vidas y las de sus semejantes, compaginando un mezcla dramática de indisciplina e imprudencia. Semejante cuadro debería ser más que suficiente para que el Gobierno central -en primer lugar y como principal responsable jurisdiccional- tome la decisión de avanzar en respuestas y gestiones que promuevan un cambio sustancial a la crisis vial. El mismo Gobernador de la provincia dijo hace un año que los accidentes de tránsito eran una epidemia. Debería obrarse en consecuencia.

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