El triste podio de la mortalidad infantil

El triste podio de la mortalidad infantil

Bastaron 10 páginas para hacer tambalear uno de los estandartes sanitarios del alpero-manzurismo. El informe 99 ante el Congreso del jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, se tradujo en 1.188 páginas, que contienen las 898 preguntas a las que fue sometido el miércoles de la semana pasada. La mano derecha de Mauricio Macri encaró los temas más diversos, pero la inquisitoria 728 dejó al oficialismo tucumano como perro que volteó el plato, buscando que nadie se percate de las cifras que allí adquirieron publicidad.

“Respecto de las estadísticas vitales de 2016, informe datos de mortalidad infantil y materna a nivel nacional y por jurisdicción”, se le solicitó a Peña. El jefe de Gabinete comenzó explicando que había sólo datos parciales del año pasado (los cuales aportó) y luego desplegó los de 2015, con detalles distrito por distrito. Hete aquí el escalofrío que comenzó a correr a lo largo de todo el cuerpo de algunos ex y actuales funcionarios del área sanitaria, principalmente, y del Gobierno provincial, en general. Porque el jefe de Gabinete volteó uno de los plafones de José Alperovich y de Juan Manzur: el de la caída estrepitosa de un índice tan sensible y emblemático como el de mortalidad infantil. Ese indicador habla no tan solo de la cantidad de recién nacidos que pierden la vida, sino también de las carencias en los controles a las embarazadas y de las condiciones socioeconómicas desfavorables en las zonas o regiones en que esa tasa es elevada.

Según los datos del jefe de ministros, Corrientes encabeza este triste ranking, con un 14,5 (por mil nacidos vivos, que da la TMI); lo sigue Formosa, con un 12,6, y luego Tucumán, con 12,4. Para peor, nuestra provincia es la que menor descenso de TMI registró entre 2006 (en ese año la tasa era de 13,5) y 2015, con una disminución de un 8,1%. Fue el único distrito que no logró hacer retroceder la mortalidad infantil más de dos dígitos en esos nueve años.

Los integrantes del alpero-manzurismo deberían responder cómo y por qué no mejoraron ese índice, teniendo en cuenta una cuestión fundamental: durante seis de esos nueve años, Manzur fue ministro de Salud de la Nación y antes lo fue del propio Tucumán. ¿Cómo es que no logró revertir tremenda situación? Hay otro dato aún “peor”. En 2003, el por entonces joven maravilla del gabinete de Alperovich, asumió como titular del área sanitaria con una provincia que lamentaba contar con una mortalidad infantil del 25 por mil bebés nacidos vivos. Apenas un año después, el índice había caído a 20,5 y en 2006 ya era de 13,5.

El vertiginoso descenso provocó denuncias de opositores y quejas de expertos sanitaristas, que vincularon ese “milagro sanitario” con un presunto cambio en la forma en que se establece qué bebés son considerados nacidos vivos. Según ellos, hay que prestar atención a los niños que nacen en hospitales públicos con menos de 500 gramos. Antes -argumentan-, estos bebés eran registrados como nacidos vivos porque, en rigor, presentan signos vitales aunque, por su inmadurez, no tenían expectativas de sobrevida. Al morir y hasta la llegada de Manzur, estos niños se anotaban en la hilera de la mortalidad infantil. Pero, desde su arribo, habrían pasado a engrosar el listado de muertes fetales, siempre según las denuncias de aquel entonces, que incluso llegaron al Congreso.

Según los registros oficiales, en 2000, en plena crisis de desnutrición, hubo 80 nacidos vivos con menos de 500 gramos y la tasa de mortalidad fue del 22,4 por mil. En 2001 se mencionan 78 nacimientos y una tasa del 24,5 por mil. En 2002 se indican 97 nacidos vivos sin sobrevida y una tasa de mortalidad de 24,3 por mil. En 2003, 94 nacidos con menos de medio kilo y una tasa del 25 por mil. Ya en 2004, primer año completo de Manzur como ministro, los nacimientos de bebés con menos de 500 gramos anotados de manera oficial fueron 95 y la tasa de mortalidad infantil se situó en el 20,5 por mil. Llamativamente, en 2005 aparecen en las estadísticas 29 nacimientos con menos de 500 gramos y una cifra de mortalidad infantil para enorgullecerse: 16,2 por mil. Es decir, hubo una reducción del 70% entre un año y otro en el segmento de nacidos vivos. Lo de 2006 es todavía más impresionante: los nacidos vivos sin sobrevida fueron apenas siete. De 95 nacimientos de bebés con menos de medio kilo en 2004 se pasó a 29 en 2005 y a tan sólo siete un año después. Paralelamente, la tasa de mortalidad infantil mermó hasta llegar al 13,5 por mil...

En todo caso, aquella pericia del entonces ministro, ¿por qué no se replicó con el correr de los años y con la suma nacional del poder sanitario? ¿Qué sucedió en Tucumán para que en nueve años baje apenas un punto la mortalidad infantil, cuando antes consiguieron, casi idénticos personajes, hacerla retroceder 12 puntos en tres años?

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