Milei: “se necesita un ministro de Economía de verdad”

Milei: “se necesita un ministro de Economía de verdad”

Según el especialista, es un espanto que en el gabinete del presidente Mauricio Macri haya ocho ministros con facultades económicas y, por esa razón, se notan las incoherencias en las decisiones. Insiste con que el kirchnerismo fue lo peor que le pasó a la Argentina.

EN LA GACETA. Milei sostiene que desde el mismo Gobierno nacional se conspira contra la meta de inflación. la gaceta / foto de Adrian Lugones EN LA GACETA. Milei sostiene que desde el mismo Gobierno nacional se conspira contra la meta de inflación. la gaceta / foto de Adrian Lugones
26 Febrero 2017
“A mi me peina Eolo, el dios del viento. Salgo de la ducha y él es quien determina cómo quedará mi pelo”, se burló, de sí mismo, Javier Milei, el “economista despeinado” que, en el último año, alcanzó notoriedad en los medios de comunicación, por sus participaciones en programas de televisión. “Me corto el pelo cuando me molesta para leer. Parte de mi trabajo consiste en leer y si no puedo hacerlo, ahí se termina el chiste”, agregó el especialista, quien esta semana visitó Tucumán para disertar sobre “Crecimiento, monopolios y los valores del capitalismo”, en la primera edición del Ciclo de Conferencias que organizaron las fundaciones Federalismo y Libertad y Friedrich Naumann.

En una charla con LA GACETA, se definió como un apasionado para encarar la vida y para expresar lo que piensa, sobre todo cuando se trata de la economía. Y afirmó que su carácter histriónico y expresivo no configuran un personaje. “Un día fui a comer y me encontré con (el conductor televisivo) Alejandro Fantino, que estaba con una persona importante de los medios de comunicación. Esta persona me dijo: ‘es muy bueno tu personaje; te ayuda a posicionarte, pero corrés el riesgo de que ese personaje te coma’. Y Fantino le contestó: ‘no es un personaje; él es así’, rememoró.

Con la misma intensidad con que vive, el experto defiende sus argumentos para interpretar la realidad económica y para proyectar los desafíos que enfrenta el país con el objetivo dejar atrás tanto años de recesión.

-¿Le hace bien al Gobierno haya ocho ministerios con facultades para las decisiones económicas?

-Me parece un espanto. La situación de la Argentina es muy delicada como para tener un pulpo con tantas cabezas. Se necesita un ministro de Economía de verdad que tome decisiones coherentes. De hecho, se notan las incoherencias.

-¿Cuáles son las incongruencias en el equipo económico?

-Por ejemplo, el Banco Central lucha a brazo partido para bajar la inflación, mientras (el ministro de Energía, Juan José) Aranguren arma esquemas de ajustes tarifarios que hacen saltar la inflación. Esta tarea se podría haber mucho mejor desde el arranque de la gestión, con una ajuste de shock, que hubiera bajado cinco puntos el déficit fiscal en relación al Producto Bruto Interno (PBI) de la economía. Hubiese sido un verdadero “numerazo”.

-¿Qué beneficios hubiese generado un ajuste de shock?

Podría haber ayudado a reprogramar las inversiones, a permitir un mayor endeudamiento y, a la vez, mejores garantías sobre las nuevas deudas. Un ajuste de shock también hubiera ayudado a bajar impuestos. Con todos estos elementos, la carga sobre las tarifas de los servicios hubiese sido más baja y, puesta en un sendero en el tiempo, habría ayudado a que las empresas recuperen valor. La eliminación de los subsidios en forma de shock hubiese ayudado a que las empresas, si estaban con déficits de caja, tomen deuda para manejar la transición o, alternativamente, podrían haber sido vendidas. Y esto hubiese impulsado inversiones. Pero no se hizo así.

-¿Cómo evalúa la estrategia del Gobierno para bajar la inflación?

-Es incongruente. El Banco Central lucha a brazo partido para inducir a los agentes económicos a que la meta de inflación estará, este año, entre 13% y 17%. Pero (la gobernadora de Buenos Aires), María Eugenia Vidal, dijo que pagará salarios con un 18% de aumento. Es decir que, con un porcentaje que por arriba del techo de la meta del Banco Central, Vidal conspira contra el propio objetivo inflacionario del Gobierno.

-Los gremios piden un aumento que oscila entre el 25% y el 30%...

-Hay que sentarse con los sindicalistas y explicarles que, si se revisa la inflación promedio mensual del primer semestre de 2016, fue del 4%. Este porcentaje, anualizado, al igual período de 2015, da un resultado del 60%. Si se toma la inflación promedio mensual del segundo semestre del año pasado, fue del 1,5%. Esto, en la comparación interanual, da el 20%. La inflación de diciembre de 2016 fue del 1,2%; anualizada fue del 15%; la inflación de enero fue del 1,3%; en la comparación interanual da 17%; si a este porcentaje se le quita la estacionalidad, que fue 0,5%, queda en 0,8%, que anualizado lleva al 10% de inflación. Entonces, el Banco Central sí esta camino a cumplir la meta del 17%.

-¿Por qué el Gobierno no explica mejor estos objetivos?

-Sucede que la mayoría de los economistas son de formación keynesiana; por ende, son brutos y no entienden la lógica del fenómeno monetario que sucede. Entonces, si la mayoría de los economistas no comprenden, menos lo hará el resto de la población.

-Según el Gobierno, la obra pública impulsará la economía...

-Me parece un espanto. Porque el aumento del gasto público hay que pagarlo, ya sea con más impuestos, con más deuda externa o local, o mediante el impuesto inflacionario. Si se paga con más impuestos, se le resta al consumidor su capacidad de compra y esto destruye puestos de trabajo. Si se decide pagar con deuda externa, sufre el sector transable; si se paga con deuda interna, se funden las empresas con desequilibrios de caja por la suba de tasas de interés. Si se paga con impuesto inflacionario, los sectores que sirven a los más vulnerables se van a la quiebra. Si la obra pública impulsará la economía, se enviarán recursos a un sector improductivo para castigar a los más productivos.

-La meta oficial es bajar el déficit a 4,6% del PBI, ¿es alcanzable?

-Este año, el Gobierno puso como meta el 4,6% de déficit primario, pero contando la plata del blanqueo de capitales. Si se quita ese elemento, el déficit fiscal primario estará en 6%. Si se suman los intereses de la deuda, crecerá a 8,5%; si se suman las deudas de las provincias, será de 9,5%; con el déficit del Banco Central, crecerá a 11,5%. Es decir, que será el segundo déficit fiscal más grande de la historia, después del “Rodrigazo”. Por lo tanto, eso de bajar el déficit fiscal con crecimiento del gasto no me cierra. Si el Gobierno tiene una meta fiscal, que explique dónde va a recortar el gasto público.

-Entonces, ¿cómo debería aplicarse el ajuste?

-Si el programa es gradual, las inversiones van a demorar hasta que se corrija el déficit. Cuando el ahorro fiscal excede a la inversión, el PBI cae. Por lo tanto, si habrá un ahorro debería tener como contrapartida las inversiones. Un ajuste gradual genera ahorro fiscal, pero de a poco y las inversiones tardarán. Entonces, hasta terminar el ajuste, hay que comerse una recesión económica. Esta es la razón que explica por qué fracasaron los programas gradualistas en el país. Mientras que los programas de shock, no sólo bajaron la inflación, sino que expandieron el PBI.

-¿Por qué es tan grave el problema del déficit fiscal?

-Las cuatro megacrisis argentinas tienen origen fiscal. La del “Rodrigazo” dejó un déficit de 14 puntos sobre el PBI; la de la tablita cambiaria, de 1981, 11 puntos; la crisis de la Hiperinflación, 8 puntos y la crisis de la Convertibilidad, en 2001, 7 puntos. Hoy, con un desequilibrio fiscal que va camino a los 12 puntos de déficit para este año, las inversiones se frenan ante la posibilidad de que haya una nueva crisis. ¡Y encima el Gobierno decide hacer un ajuste gradual, para ser condescendiente con la corporación política del sector público, que es el cáncer de este país!

-El Gobierno tuvo que reconocer varios errores, ¿falló el diagnóstico o la herencia fue una bomba?

-El kirchnerismo fue lo peor que le pasó a la Argentina. Tuvo tasas de interés por el piso y dejó el poder con un desequilibrio monetario flagrante, con cepo cambiario, con reservas internacionales casi nulas y con un déficit fiscal colosal, después de aumentar la presión fiscal y la emisión monetaria. Además, se comió el capital. En este contexto, la salida del cepo, en diciembre de 2015, hubiera generado una hiperinflación por la inercia de la emisión monetaria del 47% que dejó el kirchnerismo. (Federico) Sturzenegger (titular del Banco Central) evitó una hiperinflación. El resto de los funcionarios de este Gobierno son peor que (Gonzalo) Higuaín, con la camiseta argentina, en una final.

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