El servicio de la basura exige que todos tomen conciencia

El servicio de la basura exige que todos tomen conciencia

La separación de residuos reciclables todavía parece una utopía en nuestra ciudad, pero hay vecinos que están convencidos de que el sistema funciona y de que no es un gran trabajo extra tirar los vidrios, los plásticos y los papeles o los cartones.

El servicio de la basura exige que todos tomen conciencia
19 Enero 2017
La respuesta en general podría ser educación, seguro esta sería la primera alternativa que viene a la cabeza, y es correcta. Esta es la solución. Pero puesto así es demasiado simple, pues sería sólo promocionar un modelo de comportamiento y estaría aparentemente resuelto el tema. Y en los últimos años en muchas ciudades esto no ha dado resultado.
Creo que es bastante más complejo. Se llama cultura ciudadana y se ha demostrado que esta sólo se consigue cuando existe una visión amplia del problema, algo que comienza con un buen diagnóstico.
A primera impresión en el problema del manejo de los residuos la responsabilidad recae siempre en el usuario residencial, en el ciudadano de a pie. Y esto puede ser parte de la problemática, pero el diagnóstico seguro arrojará temas de mayor profundidad, como hábitos, culturas, incredulidad, desconocimiento, falta de liderazgo, mal ejemplo en todos los órdenes y, muy seguramente, falta de una política pública de continuidad para el manejo de residuos sólidos orgánicos e inorgánicos.
Una política pública de continuidad en el manejo los subproductos llamados “basura” plantea primero la urgente necesidad de una visión integral no solo municipal sino metropolitana del asunto. Esta visión debe incluir temas relacionados con la disposición y manejo final de los residuos: un sistema integrado espacial, social y económico adecuado para su gestión, sea a cielo abierto o en proceso de planta cubierta.
Los ciudadanos somos todos
Si el tema comienza por la concientización y la educación, esta debe ser para todos: niños, jóvenes y adultos. En esto la familia, la escuela y la ciudad deben generar una construcción de acuerdos en el manejo y disposición de los residuos. El buen comportamiento es ético y estético el buen comportamiento, pero es salud y pulcritud la actitud individual que invita a la participación comunitaria.
La manera de abordar el tema es la construcción social de un cultura ciudadana del manejo de los residuos. Esto sólo se logra edificando buenas y sanas costumbres que se deben ver reconocidas por una buena prestación del servicio de recolección y aseo de la ciudad. El ciudadano se porta como las autoridades que administran el sistema de higiene.
Si hablamos de cultura ciudadana tendremos que hablar de ejemplo y para esto el Estado es el  que está llamado a incentivar, a procurar, a resaltar las buenas prácticas, pero de igual modo a reprender las malas acciones.
En esto todos estamos llamados a apoyar y a aportar con planes e ideas: desde la industria en el estímulo del manejo integral de los subproductos; desde las universidades y su responsabilidad de generar un amplio plan de investigaciones en torno al tema, siendo laboratorio la ciudad y la región donde están atendidas; desde los colegios y escuelas, que deben construir consciencia en el comportamiento del ciudadano, para lo cual la temprana edad es la mas fructífera. Por experiencia los niños adoptan fácilmente esta conciencia y son ellos mismos quienes en sus hogares pueden construir la cultura del reciclaje y separación de los residuos.
A largo plazo
Hoy la basura es un insumo para la producción de innumerables subproductos. La mal llamada “basura” es un negocio rentable no sólo en el manejo para generar nuevos productos sino también en la idea de ayudar a tener un mejor lugar para vivir.
La cultura ciudadana sí es educación, pero es más que eso. Tiene que ver con políticas de largo aliento, que mida resultados no de corto plazo, sino que por el contrario proyecte soluciones del hoy para el futuro en toda la cadena que se forma entorno a los desechos residenciales, industriales y de la ciudad.
Para la construcción de un mejor lugar para vivir, necesitamos de una política limpia, que piense en una región limpia.

La respuesta en general podría ser educación, seguro esta sería la primera alternativa que viene a la cabeza, y es correcta. Esta es la solución. Pero puesto así es demasiado simple, pues sería sólo promocionar un modelo de comportamiento y estaría aparentemente resuelto el tema. Y en los últimos años en muchas ciudades esto no ha dado resultado.

Creo que es bastante más complejo. Se llama cultura ciudadana y se ha demostrado que esta sólo se consigue cuando existe una visión amplia del problema, algo que comienza con un buen diagnóstico.

A primera impresión en el problema del manejo de los residuos la responsabilidad recae siempre en el usuario residencial, en el ciudadano de a pie. Y esto puede ser parte de la problemática, pero el diagnóstico seguro arrojará temas de mayor profundidad, como hábitos, culturas, incredulidad, desconocimiento, falta de liderazgo, mal ejemplo en todos los órdenes y, muy seguramente, falta de una política pública de continuidad para el manejo de residuos sólidos orgánicos e inorgánicos.
Una política pública de continuidad en el manejo los subproductos llamados “basura” plantea primero la urgente necesidad de una visión integral no solo municipal sino metropolitana del asunto. Esta visión debe incluir temas relacionados con la disposición y manejo final de los residuos: un sistema integrado espacial, social y económico adecuado para su gestión, sea a cielo abierto o en proceso de planta cubierta.

Los ciudadanos somos todos

Si el tema comienza por la concientización y la educación, esta debe ser para todos: niños, jóvenes y adultos. En esto la familia, la escuela y la ciudad deben generar una construcción de acuerdos en el manejo y disposición de los residuos. El buen comportamiento es ético y estético el buen comportamiento, pero es salud y pulcritud la actitud individual que invita a la participación comunitaria.

La manera de abordar el tema es la construcción social de un cultura ciudadana del manejo de los residuos. Esto sólo se logra edificando buenas y sanas costumbres que se deben ver reconocidas por una buena prestación del servicio de recolección y aseo de la ciudad. El ciudadano se porta como las autoridades que administran el sistema de higiene.

Si hablamos de cultura ciudadana tendremos que hablar de ejemplo y para esto el Estado es el  que está llamado a incentivar, a procurar, a resaltar las buenas prácticas, pero de igual modo a reprender las malas acciones.

En esto todos estamos llamados a apoyar y a aportar con planes e ideas: desde la industria en el estímulo del manejo integral de los subproductos; desde las universidades y su responsabilidad de generar un amplio plan de investigaciones en torno al tema, siendo laboratorio la ciudad y la región donde están atendidas; desde los colegios y escuelas, que deben construir consciencia en el comportamiento del ciudadano, para lo cual la temprana edad es la mas fructífera. Por experiencia los niños adoptan fácilmente esta conciencia y son ellos mismos quienes en sus hogares pueden construir la cultura del reciclaje y separación de los residuos.

A largo plazo

Hoy la basura es un insumo para la producción de innumerables subproductos. La mal llamada “basura” es un negocio rentable no sólo en el manejo para generar nuevos productos sino también en la idea de ayudar a tener un mejor lugar para vivir.

La cultura ciudadana sí es educación, pero es más que eso. Tiene que ver con políticas de largo aliento, que mida resultados no de corto plazo, sino que por el contrario proyecte soluciones del hoy para el futuro en toda la cadena que se forma entorno a los desechos residenciales, industriales y de la ciudad.

Para la construcción de un mejor lugar para vivir, necesitamos de una política limpia, que piense en una región limpia.


Gustavo Restrepo (Colombia)

Urbanista, especialista en participación ciudadana.

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