Las vicisitudes de los adultos mayores que viven solos

Las vicisitudes de los adultos mayores que viven solos

Enemiga. Amiga. Circunstancia geográfica. Estado del espíritu. Negativa. Positiva. Ella anida desde siempre en el ser humano. Carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo. Son algunas de las definiciones de soledad. Aunque bien se dice que no es lo mismo estar solo, que experimentar el sentimiento de soledad. “Las personas que viven solas siempre tienen algo en su mente que estarían dispuestos a compartir”, afirmaba el escritor ruso Antón Chéjov, mientras que su colega Henry David Thoreau sostenía: “jamás hallé compañera más sociable que la soledad”.

En nuestra edición del martes dedicamos un espacio importante a los riesgos de vivir solo. Divulgamos en la ocasión un estudio realizado por la Universidad Católica Argentina (UCA) entre 2010-2015, con un total de 7.511 encuestados de 60 años en adelante, y un universo de 16.963 personas mayores relevadas. Señala que la mayoría de las personas mayores no vivieron solas toda su vida, sino que están solas ahora, en la vejez. Tienen más experiencia en vivir acompañadas que solas, y esto debería ser tenido en cuenta.

De acuerdo con el Censo 2010 la proporción de mayores de 60 años que viven solos alcanza al 18,8%, un incremento respecto de la década anterior (17,4%). Se trata de poco más de un millón de personas. Todo indica que estos hogares unipersonales crecerán en el futuro; la variación regional de las personas que viven solas es llamativa: los extremos son Ciudad de Buenos Aires, con un 25,9% y el NOA (13%).

En el trabajo de la UCA se indica que el 17,9% de las personas mayores que viven solas se sienten poco o nada felices, porcentaje que alcanza al 13% entre quienes conviven. El déficit en el sentimiento de felicidad mide la percepción negativa del estado de ánimo que produce una sensación de insatisfacción y tristeza en su vida. La carencia de proyectos personales llega al 27% entre quienes viven solos y al 22,9% entre quienes viven acompañados. Esta variable se refiere a la percepción subjetiva de incompetencia para proponerse metas y objetivos en procura de su bienestar personal. El relevamiento señala que vivir solo en la vejez no necesariamente va acompañado de una mayor aparición de síntomas de ansiedad y depresión.

En 2012, una demógrafa efectuó proyecciones para la Dirección de Estadística de la provincia, y señaló que en 2015, Tucumán iba a tener más de 200.000 adultos mayores. La mayoría de quienes tenía entonces más de 60 años eran mujeres (el 56%). Después de los 80 años, ellas eran casi el doble. La expectativa de vida ha crecido en los últimos lustros. “No estamos preparados para estos profundos cambios sociales que ya trae consigo el envejecimiento y que se acentuarán más en los próximos años”, afirmó la especialista y agregó que no se percibía en el Estado provincial una preocupación social sobre el tema, más allá de fortalecer los centros de jubilados.

El programa de Educación Permanente para Adultos Mayores (EPAM) de la Universidad cumple una encomiable labor; desde hace más de tres décadas es un lugar de encuentro, que les brinda a los mayores la posibilidad de concretar sueños o deseos postergados y al mismo tiempo que las personas que viven solas encuentren un espacio de sociabilización y, por sobre todo de afecto.

Las estadísticas indican que en los próximos años, con el avance de la ciencia, la calidad y la expectativa de vida serán aún mayores. El Estado debería elaborar entonces una política integral para los adultos mayores, surgida de un debate profundo con especialistas de la salud, referentes de la cultura y con los mismos adultos, que contemple todos los aspectos de la problemática que ellos deben enfrentar, así como ocuparse de brindar bienestar y contención. “La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo”, decía el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer.

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