La función de los curas no es denunciar dealers sino dar contención al adicto, sostiene el arzobispo

La función de los curas no es denunciar dealers sino dar contención al adicto, sostiene el arzobispo

El pastor pidió cque se esclarezca el caso de la muerte del padre Viroche y puntualizó que la Iglesia no debe hacerse cargo de lo que corresponde al Estado.

30 Octubre 2016
“Me interesa dar el mensaje de que esta es una Iglesia unida, de que queremos que se establezca la verdad, de que tenemos que dejar actuar a la Justicia y de que no se manosee la imagen del padre Juan Viroche”, enumera Alfredo Horacio Zecca, monseñor y arzobispo de Tucumán, en la planta alta de la residencia del arzobispado, donde recibe a LA GACETA.

Una bicicleta fija aguarda, en la sala de estar, que el pastor supere un reciente dolor de ciática. Esa referencia sobre su salud, y otra sobre las manchas de humedad en paredes de la casa, serán los dos únicos comentarios casuales que hará la máxima autoridad de la Iglesia católica, hasta que se acomode en su escritorio, de espaldas a una biblioteca de 1.500 volúmenes, con vista a un jardín que por estas horas sólo tiene una rosa.

“Aquí ha habido uso y abuso (del caso del sacerdote de La Florida) y la misma Policía distribuyó fotografías que no debieron distribuirse”, cuestiona. “Quiero que la Justicia investigue todo lo que tiene que investigar. Pero he leído en LA GACETA la entrevista al criminólogo, (Raúl) Torre, hablando de la vida privada (de Viroche)”, dice en referencia a la nota del domingo pasado, en la que el especialista afirma que “es imposible no investigar la vida de una víctima de un homicidio. Es una de las maneras más efectivas para encontrar los móviles de un crimen (...). Es inevitable. Toda investigación debe comenzar por ahí, por más que a muchos no les guste”.

“El tema -retoma Zecca- es cuidar esos aspectos (de la privacidad del sacerdote) -insiste-. El fiscal (Diego López Ávila), hasta el momento, los ha cuidado y eso me consta porque he visto una entrevista en TN en la que él frenó a los periodistas y les dijo ‘yo de la vida privada no voy a hablar’”.

Tres temas en una cuestión

“Tengo la impresión, desde la percepción eclesial, de que en esto se han mezclado tres temas que no tienen nada que ver entre sí. Un tema es la muerte del padre Viroche, que deberá establecer la Justicia. Y hay que confiar en ella”, pauta.

“Un segundo tema es el narcotráfico. En el cual yo creo que los sacerdotes, y así se los he dicho con toda claridad, no tenemos que ejercitar el oficio de denunciante de ningún dealer. Esa no es nuestra función. Tenemos que acompañar a las familias de los adictos, tenemos que crear espacios de contención para los chicos adictos. Esa es nuestra función porque es lo único que es eficaz”, puntualiza el purpurado.

“Es decir, la droga se terminará cuando se acaben los clientes. Si se previene, se le acabarán los clientes al dealer. Si yo me pongo a denunciar personalmente, o un cura cualquiera en una comuna o en una municipalidad, puede ser blanco de venganza. No digo que eso sea el caso Viroche, no me meto en eso, estamos hablando de otro tema. Pero puede resultar atacado y muerto el cura; y es ineficaz respecto del objetivo que tenemos nosotros y confundimos los planos. Los que deben actuar son los poderes del Estado. No le corresponde a la Iglesia eso”, subraya.

Zecca concede que la Iglesia debe pronunciarse públicamente respecto del flagelo de la droga, como lo ha hecho la Conferencia Episcopal Argentina hace menos de un año (“No al narcotráfico, sí a la vida plena”, es el título del documento publicado el 13 de noviembre de 2015); y como lo hizo él y los sacerdotes tucumanos en junio. A ello hay que agregar -puntualiza- la labor de la Iglesia. “Tenemos un grupo de sacerdotes que trabaja directamente con los adictos, y estamos trabajando con la fazenda. Tiene que quedar claro: la Iglesia puede prestar servicios en este sentido, pero no le corresponde ocuparse del tema. Es lo mismo que con los pobres. ¿A quién le corresponde erradicar la pobreza? Al Estado le corresponde, no a la Iglesia. Que yo pueda ayudar todo lo que sea posible, por supuesto; con Caritas, con convenios -distinguió-. Durante la época de mi rectorado en la Universidad Católica Argentina, entre 1999 y 2009, hicimos una investigación multidisciplinaria sobre la deuda social. De allí surgieron el Observatorio de la Deuda Social Argentina y el Barómetro de la deuda. Esto se dio porque los obispos estaban hablando de la deuda social, pero nosotros no preveíamos la caída del Indec, que fue lo que dio enorme notoriedad a ese trabajo” .

Una moneda de dos caras

El arzobispo manifiesta que la Iglesia, y él en particular, están muy interesados en permanecer abiertos para la sociedad civil y para interactuar con ella. “Siempre digo que no me siento con la autoridad moral de pararme arriba de un banquito y decir ‘la dirigencia es mala’, porque dentro de la dirigencia también está la dirigencia eclesiástica. Los responsables del bien común somos todos, yo incluido. No puedo ponerme desde arriba a juzgar a los demás que obran mal. Yo también soy corresponsable. Pero debo actuar de conformidad a lo que soy: no me puedo meter en la esfera del Gobierno, sino que tengo que colaborar. A veces hay gobiernos que, con buena intención, dicen ‘a este programa se lo doy a la Iglesia’ y nosotros nos cargamos con temas que no son nuestros. Nuestra función es evangelizar. Evangelización y promoción humana van de la mano. Y el ejemplo es el cura José Brochero”.

Zecca, en este sentido, considera que el episodio bíblico en que Cristo manifiesta “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mateo, 22:21), es un principio fundamental. “En términos de plaza, no es bueno ni que Dios ocupe toda la plaza ni que el César ocupe toda la plaza. Los dos tienen que tener lugar. ¿A qué se debe oponer la Iglesia? Lo marca la Constitución Gaudium et spes (del Concilio Vaticano II): una cosa es la legítima secularidad o la laicidad, que son bienvenidas; y otra cosa es secularismo o laicismo. Son cosas muy diferentes. Entonces, si uno habla de la autonomía absoluta de lo temporal, como si fuera totalmente independiente de Dios, habrá que decir que nada hay totalmente independiente de Dios. Pero hay un ámbito de laicidad donde la Iglesia no debe meterse, que debe respetar. Hay trasnochados en la Iglesia, obvio, que quieren volver el reloj hacia atrás. No: el reloj va hacia adelante. Pero a lo que nunca puedo renunciar es a tratar de introducir los principios cristianos como inspiradores de la cultura. Sin imponerlos, sino como aporte”, determinó.

El tercer tema, identificó, “es lograr una más eficiente organización pastoral para responder mejor a los desafíos de los fieles. Debemos cuidarnos más los unos a los otros y estar más pendientes los unos de los otros. Esto nos desencajó”.

La Florida

- ¿Cómo es la relación con los fieles de La parroquia donde estaba el padre juan?

- Fui a la misa de las exequias (del sacerdote Juan Viroche) y la gente no reaccionó mal. Cuando finalizó (la ceremonia) me abordó la prensa, pero a partir de lo que me decía la periodista de TN, yo no estaba en una entrevista sino ante un ataque. Mientras me defendía, un grupo de personas comenzó a insultarme. Pero la Policía me dijo luego que no era gente de La Florida y que habían sido mandados a insultarme. Eso no volvió a repetirse, todo por el contrario. La misa de las nueve noches se desarrolló en un clima muy bueno.

Celibato

- ¿El caso de Viroche actualiza el debate de si los sacerdotes deben casarse?

- No. El celibato es disciplinar. Las iglesias orientales unidas a Roma (maronitas, grecomelquitas y ucranianos) admiten casados en el sacerdocio. De lo que no hay tradición es de que los casados accedan al episcopado. Es canónicamente así. En la Iglesia latina coinciden el carisma del sacerdocio y del celibato. Las otras los separan. Cuando uno tiene el corazón consagrado a Dios, la pulsión sexual pasa a segundo plano. No es así cuando uno tiene el corazón puesto en otro lado y entonces se va detrás del poder, del dinero, del sexo.

Justicia

Mesa de diálogo, con la corte o sin ella

La relación con la Corte Suprema tucumana fue otro tema abordado en la entrevista con monseñor Alfredo Zecca. La carta del Arzobispado que lamenta y denuncia “la corrupta complicidad de algunos miembros de los poderes públicos que permiten que estos delitos queden impunes”, motivó que el superior tribunal le pidiera precisiones: “Esas expresiones generales afectan el buen nombre y honor de quienes dignamente ejercen su función en el Poder Judicial”.

Al respecto, Zecca manifestó a LA GACETA que respondió con una carta dirigida al presidente de la Corte, Antonio Gandur, de la que no recibió respuesta.

“Lo que está señalado allí, bien clarito, es lo que voy a hacer. Es esencial convocar a una mesa de diálogo sobre seguridad y justicia, integrada por los miembros de esta Corte y, además, por educadores, religiosos, magistrados y funcionarios provinciales y nacionales, legisladores y representantes de la sociedad civil. La Iglesia ofrece todos sus recursos humanos y edilicios, para que de manera conjunta convoquemos a los miembros de la sociedad a iniciar un diálogo fecundo que nos permita trabajar por una provincia más segura y justa”, describió el religioso.

“Este diálogo será convocado y vendrán funcionarios del Ministerio de Justicia, probablemente. Si la Corte quiere participar, bien. Si no, lo voy a hacer igual”, anticipó.

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