De pretemporada para 2019
La reforma política es a las elecciones de 2019 lo que la pretemporada a un equipo de fútbol. Un club, cuando define sus objetivos para el año, analiza en detalle qué cuerpo técnico formará, qué jugadores contratará, de quiénes prescindirá, cuánto tiempo dedicará a la preparación para el torneo y hasta en qué lugar se realizará. De ese conjunto de decisiones dependerá en gran medida si al final del camino logrará gritar campeón o, al menos, alcanzar algunos objetivos añadidos, como clasificar para una copa internacional.

Continuando con la analogía, todo lo que viene sucediendo en la Legislatura y en el seno de los partidos políticos tiene que ver con esa suerte de pretemporada anticipadísima, en la que ningún equipo quiere quedar en desventaja respecto del otro. Sin embargo, cada “combinado” sabe que puede elegir el mejor DT y hasta salir a la cancha con un crack, pero que todo será en vano si no hay un reglamento claro y parejo para todos. Eso viene sucediendo en Tucumán, porque el sistema electoral actual (que marca las reglas) es el que viene garantizando que prevalezcan los oficialismos por sobre cualquier otra variable, salvo honrosas excepciones. Es casi como que un equipo arranque el torneo con 10 puntos de ventaja. Con ese “reglamento” se elabora una fórmula prácticamente invencible: proliferación de acoples que sumen para la corona, clientelismo a full y una pizca de talento político constituyen un tridente ofensivo más efectivo que el de Suárez-Neymar-Messi.

Por ello el revuelo con la conformación de la comisión especial de Reforma Política de la Legislatura, que será la encargada de revisar y reformar el sistema electoral vernáculo. La sospecha de la oposición es que el oficialismo intentará introducir modificaciones que garanticen que todo continúe como está. Ante esa presunción, avisaron desde ahora que no les dejarán pasar ningún detalle a los armadores del partido gobernante. El que se avivó temprano que será difícil que se hagan los distraídos fue Christian Rodríguez, un legislador cercano a Germán Alfaro. Objetó la conformación de la comisión porque se estableció que la presidiera Osvaldo Jaldo, pero el tranqueño es vicegobernador y no legislador y la norma que creó la comisión manda que esté conformada por parlamentarios. El alfarista la clavó al ángulo.

Despabiló a los interesados en 2019, entre los que no se cuentan radicales y peronistas que formarán parte de ese grupo de trabajo, pero se quedaron calladitos como delantero en off side al que le convalidaron un tanto. Son los seducidos por Jaldo, que parecen más preocupados en “ayudar a la sociedad” que en esclarecer la forma en la que se eligen los gobernantes. El que sí se despertó fue el titular de la UCR, Julio César Herrera, que se sumó al reclamo de Rodríguez. ¿Será la voz de José Cano? De ser así, claramente los que precalientan para 2019, hasta aquí, son Cano y Alfaro, además del oficialismo, claro está.

Jaldo no está dispuesto a resignar el lugar de gran DT. Hoy por hoy es de los pocos estrategas de su equipo. No se vislumbra entre los legisladores de su palo alguno que esté a la altura de las circunstancias de tremenda reforma. ¿Qué revisará esa comisión? Básicamente el sistema de acoples y, quizás, la ley de partidos políticos. También se podrían fijar pautas respecto del “bolsoneo” y otras prácticas clientelares. Sube presión del Gobierno nacional para que se remocen las reglas electorales. Puso en marcha una reforma similar y, cuando se trató en el Congreso la semana pasada, apuntó directo a Tucumán. Varios diputados recordaron lo que había sucedido por estos lares el año pasado y lo utilizaron como pretexto para justificar la necesidad de la reforma. Además, el gobernador Juan Manzur y su compañero de fórmula prometieron avanzar en ese sentido, aunque se duda sobre qué tan profundo será el cambio. Ya descartaron una enmienda en la Carta Magna por lo costoso que podría ser en términos políticos. ¿Se pergeñará realmente un sistema electoral confiable y transparente? La comisión revisora está plagada de oficialistas. La resolución 235/2016 establece que la integre un representante de cada partido político con representación en la Cámara. Así, 10 de los 17 integrantes serán oficialistas que, paradójicamente, ocupan una banca con partidos “acoplados”, los mismos que se prevén hacer desaparecer. A ellos se suman las autoridades legislativas (dos de los tres -¿o quizás los tres?- son afines a la conducción) y el propio Jaldo.

De allí que la concentración de los opositores esté puesta en lo que pueda suceder en la Legislatura y particularmente en ese grupo de trabajo. Lo que especulan los más experimentados en estas batallas es que finalmente se acotarían los “acoples”, se remozaría el sistema de internas en los partidos políticos y se pondría alguna sanción leve, pero que suene firme, para los que revoleen bolsones y otras yerbas. De qué tan profundo cale el cincel reformista dependerá cuán importantes serán los jugadores y los DT que disputen el poder en 2019. ¿Y 2017? “Eso es para la gilada”, reniega un armador electoral opositor. Lo único importante que podría suceder el año próximo sería una compulsa entre José Alperovich y Cano, que terminaría descartando algún jugador para la finalísima de dentro de tres años. Por el resto de lo que está en juego, algunos creen que será un “partiducho” que muchos no querrán jugar ni ver por TV. Sobran motivos: porque no hay dinero, porque están enojados con sus líderes, porque no hay espacio para todos y porque habrá que ver quién queda mejor posicionado para las provinciales. No vaya a ser cosa que, por adelantar los tiempos, algún dirigente territorial apueste al caballo equivocado. Y si algo traerá la reforma, de una u otra manera, es menos espacios para contener a los cientos de dirigentes que crecieron al calor de billeteras abultadas y de la esperanza de alcanzar algún “carguito”.

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