El déficit de la UNT y los organismos culturales

El déficit de la UNT y los organismos culturales

Nunca ocupa un lugar destacado entre las prioridades de los gobernantes y cuando apura el déficit económico, lo primero que se piensa es en podarla. La clase dirigente cree con mucha frecuencia que se trata de un mero pasatiempo, que representa un gasto y que en cualquier momento puede eliminarse, porque hay otras urgencias más importantes. No saben que la cultura es el alma de un pueblo, que tiene que ver con su raíz y por lo tanto, con su identidad.

La semana pasada, el jefe de gabinete del Ministerio de Educación de la Nación se refirió a la delicada situación económica de la Universidad Nacional de Tucumán y afirmó que es la más grave del país, en el concierto de las casas de altos estudios del país. “Hay un grupo de 10 universidades -entre las 54 que existen- que tienen a algún déficit mayor o menor, pero el caso de la UNT cuadruplica los pasivos de otras universidades. Es lejos, lejos, la que peor está”, dijo.

Atribuyó una de las causas al crecimiento exponencial de la planta no docente en los últimos años. “Eso se sostiene con el presupuesto, pero es tanta la gente y tantos los sueldos que hay que pagar que se ha hecho muy corta la frazada. Ese es uno de los principales focos que tenemos. El auxilio que da el Estado nacional en algún punto ya hasta se ha hecho insostenible para nosotros porque no tenemos presupuesto para contener eso”, afirmó. Y también apuntó a las instituciones culturales de la UNT (el Teatro Alberdi, el Centro Cultural Virla, el Canal 10, los museos, el parque biológico). “No es tan fácil desprenderse porque son estructuras que están funcionando. Hay que tratar de hacerlas eficientes, tiene que haber una vocación en la UNT de trabajar en algún plan e ir ajustándolo a un esquema que sea razonable como lo hacen otras universidades”, sostuvo. Justamente, estos organismos culturales, así como su labor de extensión hacia la comunidad, son los que le han dado un sello de distinción y prestigio a nuestra casa de altos estudios. Hace 102 años de vida, Juan B. Terán, su fundador, dijo que la nueva universidad debía cumplir con una misión modernizadora, democrática y regionalista, íntimamente conectada con las necesidades del desarrollo económico, social e intelectual de la provincia y del norte argentino.

Los organismos culturales fueron creados siguiendo esa dirección, la de formar a las futuras generaciones, así como generar y potenciar todas las manifestaciones del arte y volcarlas en la sociedad. Desde hace lustros, varios de ellos vienen desarrollando tareas de extensión a la comunidad. Pese a las restricciones presupuestarias para el sector, instituciones como el Virla -mañana cumplirá 32 años de vida- viene impulsando tareas con artistas en los barrios, o el teatro Alberdi, que carece de un presupuesto propio, ha generado un espacio para apoyar al teatro independiente. La Orquesta Juvenil de la UNT no sólo se dedica a la formación de los futuros intérpretes que renovarán la Sinfónica, sino que también va a tocar en sectores desprotegidos de la comunidad, tarea que también viene realizando el Coro Universitario.

En el mismo diagnóstico del funcionario, está claro cuál es el sector que se lleva casi todo el presupuesto de la universidad y no son precisamente los organismos culturales. Se repite como una muletilla que la cultura no es un gasto, sino una inversión, pero la realidad suele mostrar lo contrario en el pensamiento de la clase dirigente. “La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura”, afirmaba don Miguel de Unamuno. Sería bueno que quienes nos gobiernan así lo entendieran.

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