Poesía reunida de Santiago Kovadloff

Poesía reunida de Santiago Kovadloff

El “origen y fundamento” de toda la obra del destacado escritor.

09 Octubre 2016
Santiago Kovadoff es uno de los polígrafos argentinos más notables de su generación. Ha alcanzado, como algunos de sus contemporáneos, una trascendencia y un reconocimiento público igualmente amplio y merecido en los diversos géneros que abarca su vertiente expresiva.

Ensayista, periodista, comentarista de libros, traductor, antólogo, integrante de un trío musical y, desde luego, poeta, es posible que –como sostiene la contratapa del libro- “el origen y fundamento” de toda su obra resida en la poesía. Y no sólo por la índole de su inspiración, es decir desde una mirada subjetiva. Sino también objetivamente, al menos para quienes compartimos, con Aristóteles, aquella sentencia escolástica que reivindicó Leopoldo Marechal: “Todos los géneros, son géneros de la poesía”.

De modo que esta amplia y muy cuidada antología que reúne su obra poética y sus reflexiones sobre este oficio, adquiere una muy peculiar relevancia tanto para ahondar en los versos de Kovadloff como en su obra ensayística y aún periodística.

La poesía kovadloffiana en su conjunto nos muestra a una suerte de gran miniaturista “hecho de cosas pequeñas”, tal como se titula su más reciente poemario.

Tránsito y fugacidad

Hombre reunido abarca, a modo de prólogo, una reflexión -que no será la única a lo largo del libro- donde el autor despliega su desolemnizadora idea de que la poesía es “tránsito y fugacidad”. “Brota y se extingue. Lo suyo es, como vivencia, instantaneidad. Nadie obra como poeta sino circunstancialmente”. En interesante coincidencia, Alberto Girri, en sus admirables Cuestiones y razones, postulaba también que sólo se es poeta durante la ejecución del poema, y que se trata de un oficio itinerante y no de una profesión.

A la introducción la siguen poemas tomados cronológicamente: Zonas e Indagaciones (1978), Canto abierto (1979), Ciertos hechos (1975) Ben David (1988), El fondo de los días (1992), Hombre en la tarde (1997), Ruinas de lo diáfano (2009), Líneas de una mano (2012) y Hecho de cosas pequeñas (2015).

Su poesía, siempre eficaz y nunca convencional, es la de un “hombre reunido” (re-unido) estrechamente a lo cotidiano, lo ignorado, incluso podría decirse lo antipoético o lo desechado por la lírica corriente: anteojos, vecinos, ventanas, cafés, como el poema que dedica al café Le Pont. Y en otras ocasiones desmitifica el paso por ciudades prestigiosas, como cuando se refiere al suyo propio por Salzburgo en el poema homónimo: “Mis recuerdos de Salzburgo son tan convencionales / que bien podría no haber ido hasta allí para tenerlos”.

Pero ante todo Kovadloff demuestra el más intenso calado dramático –uno de tantos ejemplos es el conmovedor homenaje a los antepasados víctimas del nazismo- donde el oprobio y la devastación claman al cielo.

© LA GACETA

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