La vida es insalubre para la mitad de los chicos argentinos

Una nueva investigación de la Universidad Católica Argentina (UCA) es una radiografía dramática sobre ser niño y ser adolescente en el país.

A LA INTEMPERIE. El año pasado, 42 de cada 100 chicos argentinos padecían problemas de saneamiento. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.- A LA INTEMPERIE. El año pasado, 42 de cada 100 chicos argentinos padecían problemas de saneamiento. LA GACETA / FOTO DE ANTONIO FERRONI.-
07 Septiembre 2016

Casi la mitad de los niños y adolescentes de la Argentina urbana vivían el año pasado en un medio de vida insalubre, tanto por problemas de contaminación ambiental como por la cercanía de fábricas y o basurales, o por la existencia de plagas, concluye un nuevo informe de la Universidad Católica Argentina (UCA) sobre el estado de la niñez y adolescencia en la Argentina. En ese documento se indaga en cuestiones tales como vivienda, educación, salud, violencia, derecho al juego, entre otras.

En un avance del documento “Infancias con derechos postergados. Avances, retrocesos e inequidades a finales del Bicentenario (2010-2015)”, que la UCA presentará mañana en su sede de Puerto Madero, se consigna además que la situación de inseguridad alimentaria afectaba en 2015 al 19,5% de la infancia y adolescencia urbana; y que el 7,7% de ese universo padecía esa carencia en niveles graves.

“Se calcula que el 42% de la infancia y adolescencia reside en viviendas con problemas de saneamiento (no accede en su vivienda a cloacas, o a la red de agua corriente, y/o no tiene inodoro con descarga de agua)”, añade el documento que presentará Ianina Tuñon, investigadora de la UCA. El informe de la UCA también se detiene en dónde y cómo viven los chicos. Y asegura que el año pasado un 18.9% de chicos argentinos vivían en una vivienda cuya calidad constructiva era deficitaria; y que el 18.5% lo hacía en situación de hacinamiento.

“En cuanto a las formas de disciplinar a los niños/as y adolescentes, la propensión al uso de la violencia física en 2015 afectaba al 19,9%. Asimismo, 5,7% de los chicos pertenecen a hogares donde se utiliza la agresión verbal como método de disciplinamiento”, se lee en el informe.

En lo que respecta al ocio y actividades no escolares, se destaca que el 58,1% de los chicos de entre 5 y 17 años no realiza actividad física extra-escolar, en tanto que el 86,4% no realiza ninguna actividad artística o cultural y el 86,3% de los chicos de 5 a 12 años no concurre a colonias de vacaciones.

Entre los datos más duros sobre educación, el informe concluye que el 23% de los adolescentes está en situación de déficit educativo (no asiste o lo hace con sobreedad). En el estrato social muy bajo, el déficit alcanza el 40%, y es del 35% en villas o asentamientos urbanos.

Más sobre educación: el 25% de los estudiantes secundarios no tiene enseñanza de computación, y el 12% no estudia un idioma extranjero. Cierra el documento con datos sobre el trabajo infantil en la Argentina del siglo XXI: el 12% de los chicos de 5 a 17 años trabajaba en 2015 en actividades domésticas intensivas (4,3%) y/o en el mercado (9,5%).

Radiografía de la vulnerabilidad

48%
de los chicos y chicas de la Argentina urbana tienen como única opción de atención sanitaria el sistema público de salud. 
25,8%
de los niños y adolescentes de la Argentina no había consultado nunca a un médico en el año 2015. 
46,7% 
de los chicos argentinos no consultaron a un odontólogo el año pasado.
 18,7% 
de los chicos compartieron el año pasado colchón o cama para dormir. En los hogares de estratos más bajos, esa incidencia trepa al 30,5%, mientras que alcanza al 10% en los estratos medios o medios altos.
- 48%
de los chicos y chicas de la Argentina urbana tienen como única opción de atención sanitaria el sistema público de salud. 
- 25,8%
de los niños y adolescentes de la Argentina no había consultado nunca a un médico en el año 2015. 
- 46,7% 
de los chicos argentinos no consultaron a un odontólogo el año pasado.
- 18,7% 
de los chicos compartieron el año pasado colchón o cama para dormir. En los hogares de estratos más bajos, esa incidencia trepa al 30,5%, mientras que alcanza al 10% en los estratos medios o medios altos.

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