Por Carlos Páez de la Torre H
01 Septiembre 2016
“EL REDACTOR DEL CONGRESO”. Llevaba como acápite una melancólica reflexión de las “Silvas” de Stacio
Las sesiones del Soberano Congreso en San Miguel de Tucumán, en 1816, fueron por cierto registradas en un libro de actas. Lamentablemente, hace muchos años que ese libro se extravió, de manera que sólo se cuenta, para conocer lo tratado en las sesiones, con un periódico, “El Redactor del Congreso Nacional”. Empezó a editarse en Buenos Aires (Tucumán no tenía imprenta) el 1 de mayo de 1816, y fue publicando tanto la crónica de las sesiones ya efectuadas (o sea desde el 24 de marzo), como las siguientes.
La primera página de “El Redactor”, llevaba un acápite en latín, con letra cursiva, de tamaño menor. Expresaba “Steriles transmissimus annos. Haec aevi mihi prima dies, haec limina vitae”. La firma decía: “Statius lib. 4. Silvar.”. El historiador Leoncio Gianello explica que se trataba de una cita de Stacio, tomada de sus “Silvas”.
Esas líneas trazaban el “melancólico inventario de un tiempo estérilmente transcurrido entre los tropiezos de la revolución”, pero también marcaban “el alba divisada de la Patria”. Podrían traducirse como: “Los años han pasado estériles. Este es para mí el primer día del tiempo, este el umbral de la vida”. La expresión avizoraba el amanecer del país, “erguido sobre la noche de tribulaciones y contrastes”.
Nicolás Avellaneda, en un texto muy conocido, se refiere a las conversaciones vespertinas de 1816 que mantenían, en las afueras de Tucumán, el diputado fray Cayetano Rodríguez y el presbítero doctor José Agustín Molina. Regresaban caminando al anochecer y, dice, “al contemplar su juventud desvanecida, los largos años tras de los cuales divisaban recién los albores de la Patria, se despedían repitiendo el verso de Stacio que ambos pusieron al frente de ‘El Redactor’: ‘para nosotros los años han pasado estériles’”.
La primera página de “El Redactor”, llevaba un acápite en latín, con letra cursiva, de tamaño menor. Expresaba “Steriles transmissimus annos. Haec aevi mihi prima dies, haec limina vitae”. La firma decía: “Statius lib. 4. Silvar.”. El historiador Leoncio Gianello explica que se trataba de una cita de Stacio, tomada de sus “Silvas”.
Esas líneas trazaban el “melancólico inventario de un tiempo estérilmente transcurrido entre los tropiezos de la revolución”, pero también marcaban “el alba divisada de la Patria”. Podrían traducirse como: “Los años han pasado estériles. Este es para mí el primer día del tiempo, este el umbral de la vida”. La expresión avizoraba el amanecer del país, “erguido sobre la noche de tribulaciones y contrastes”.
Nicolás Avellaneda, en un texto muy conocido, se refiere a las conversaciones vespertinas de 1816 que mantenían, en las afueras de Tucumán, el diputado fray Cayetano Rodríguez y el presbítero doctor José Agustín Molina. Regresaban caminando al anochecer y, dice, “al contemplar su juventud desvanecida, los largos años tras de los cuales divisaban recién los albores de la Patria, se despedían repitiendo el verso de Stacio que ambos pusieron al frente de ‘El Redactor’: ‘para nosotros los años han pasado estériles’”.
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