Las relaciones en la era de las redes

Las relaciones en la era de las redes

El protagonista vive encuentros tan intensos como efímeros

IRÓNICO. El personaje de Fuguet describe con desparpajo el mundo literario. elconfidencial.com IRÓNICO. El personaje de Fuguet describe con desparpajo el mundo literario. elconfidencial.com
14 Agosto 2016

NOVELA

SUDOR

ALBERTO FUGUET

(Random House - Buenos Aires) 

Es cierto que, como anuncia la contratapa, Sudor es el relato de un editor que describe, “con desparpajo y humor corrosivo” la intimidad del mundo literario. Y es cierto que la novela de Alberto Fuguet, cuyo escenario es la ciudad de Santiago de Chile, satiriza esa Feria de Vanidades que suele ser el hábitat de los jóvenes escritores y artistas en ascenso. El de los bautizados -en otro libro y por otro autor- Egos revueltos, de Juan Cruz Ruiz, por su tendencia casi irremediable a un primer plano de narcisismo y divismo.

Pero Sudor en realidad no recala tanto en ese mundo, que como relato lo haría más expansivo, menos circunscrito, más rico y universal. Sino que retrata desde una mirada implacable e irónica, el ambiente casi exclusivamente gay, con sus claves y contraseñas, sus estrategias y modismos, su infinita variedad de guiños, histerias y peculiaridades. Y lo hace con una prosa ágil y atractiva, muchas veces brillante y tierna, pero obsesiva y acaso adicta hasta la saciedad.

La novela narra las peripecias profesionales y vitales de un joven editor -Alf- cuya vida de relación está signada por una colapsada red social homosexual, llamada “Grindr” (equivalente al “Tinder” de los héteros).

En un incesante uso y abuso de la red, Alf busca y consigue encuentros tan intensos como efímeros y desafectivizados. Así y todo, demasiadas veces se queda “pegado” a sus amantes, de los que intenta huir. Vínculos que no dejan de parecerse, simétricamente, al trato que él mismo recibe por parte de los autores que edita por oficio.

El protagonista de Sudor logra, eso sí, entablar una sola relación genuina y francamente conmovedora -y esto es lo mejor de la novela- con Vicente, un amigo heterosexual a quien protege y de quien a su vez recibe todo ese alivio de comprensión y honestidad que hacen a los lazos verdaderos.

Pero nada impide que el drama de esta obra y de la vida sentimental de Alf alcance su punto de inflexión y de zozobra con la aparición en escena de un escritor estrella y figurón, y de su hijo mimado, joven que resultará fatal para nuestro vulnerable protagonista.

© LA GACETA

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Fernando Sánchez Sorondo

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