Libros para leer durante el viaje en colectivo

Libros para leer durante el viaje en colectivo

Es una ventana al entretenimiento. A la imaginación. Al placer. Al conocimiento. Un libro es como un jardín que se lleva en el bolsillo, reza un proverbio árabe. Por esa razón, siempre son bienvenidas las iniciativas que promueven la lectura y mucho más, si estas se desarrollan en ámbitos públicos. Desde hace unos días, los pasajeros de la línea de ómnibus 130, que une la capital con Tafí Viejo, pueden disfrutar de la lectura.

En seis colectivos se ha montado, detrás del asiento del chofer, una pequeña biblioteca, denominada “Bibliobus”. El viajero tiene a mano novelas y cuentos para amenizar la travesía. Cualquiera puede tomar un libroy leerlo mientras viaja o se lo puede llevar a su casa y devolverlo cuando termine de leerlo. El propietario de la empresa señaló que “la idea es hacer un aporte a la cultura y a la educación de la ciudadanía ya que los pasajeros, en vez de usar todo el tiempo el celular, puedan tomar un libro apreciarlo y leerlo, aunque sea por un rato”. Los libros han sido proporcionados por el Ministerio de Educación de la provincia. Uno de los compartimentos se halla vacío para aquellos que quieran donar ejemplares. El director de Cultura de Tafí Viejo dijo que se busca que los usuarios aprovechen y cuiden el espacio cultural.

Propuestas con un espíritu parecido se han desarrollado anteriormente. Por ejemplo, en 2014, el proyecto Arte Rodante, impulsado por el gestor cultural Fernando Ríos, consistía en un tráiler que llevaba más de un centenar de libros para todas las edades y se detenía en las plazas durante los fines de semana. El interesado podía llevarse el ejemplar a su casa, pero previamente debía anotar en una planilla sus datos personales y el tiempo estimado por el cual lo llevaría, con el compromiso de devolverlo en los bares y locales habilitados para tal fin. Ese año, el mismo Ríos tuvo la idea de dejar libros de poesía en las paradas de ómnibus en la plaza Urquiza, frente al Colegio Nacional, y sobre la avenida Sarmiento con la intención de que la gente pudiese leer mientras esperaba el ómnibus. “Estos libros acompañan tu espera, ¡leelos!” fue la invitación a los ciudadanos. Pero a las pocas horas, los libros desaparecieron.

Hace unos años, periodistas de nuestro diario realizaron la experiencia de dejar “tirados” algunos libros en la peatonal para observar la reacción de la gente: la curiosidad y la honradez. En el interior de los ejemplares había una notita que decía que en caso de extravío, estos fueran dejados en nuestra recepción. Algunos se detenían, los levantaban, los hojeaban, mientras que otros, tras mirar a todos lados para asegurarse que nadie los veía, se los llevaban. Ninguno fue devuelto.

Las experiencias anteriores podrían servir para hacer más perfectible la propuesta del “Bibliobus” y sobre todo que esta pueda sostenerse en el tiempo. Sería interesante si al alcance de los pasajeros hubiese libros de autores tucumanos; sería una manera de divulgar su obra y de hacerlos conocidos por sus comprovincianos. Se podría buscar el asesoramiento de la Biblioteca del Congreso de la Nación, cuyo Bibliomóvil llegará el lunes. Se debería pensar en cómo educar al ciudadano para que la experiencia fructifique en todo sentido. Saludable es, por cierto, la iniciativa de la línea 130 y de las autoridades taficeñas. Sería auspicioso si otras empresas de ómnibus se animaran a imitarla, de modo que los tucumanos tuvieran la posibilidad de descubrir un nuevo amigo en cada viaje.

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