De la maravillosa ficción K a la cruel realidad muda

De la maravillosa ficción K a la cruel realidad muda

Cambiemos llegó al poder sumando los votos del antiperonismo intransigente y consuetudinario, más los votos de un sector desanclado de la historia, en general jóvenes de clase media alta que anhelan “otra forma de hacer política”, más los votos de una parte de la clase media hastiada de la ficción K y la confrontación constante y agobiante.

Para esto montó una campaña con globos y alegría, con candidatos siempre sonrientes y bailarines, en un clima de fiesta permanente.

El objetivo fue instalar en el imaginario social un futuro de paz y unidad, con estabilidad y previsibilidad, con estadísticas verdaderas, sin pobreza ni inseguridad, con crecimiento real y justicia social más allá del reparto clientelar. Una versión palermitana del “Paren de sufrir” de la iglesia evangelista fundada por el brasileño Edir Macedo.

La estrategia de contraposición a 12 años de un estilo diferente funcionó y Mauricio Macri, de forma casi impensada pocos meses antes de las elecciones, saltó a la presidencia.

El envión de la victoria alcanzó los primeros meses para solapar una realidad bastante alejada del clima festivo que prometió Cambiemos en campaña.

El verano transcurrió entre la embriaguez del triunfo y las expectativas positivas que genera todo cambio de gobierno, y así se morigeraron devaluaciones, tarifazos y despidos. Pero hoy es al menos extemporánea la táctica de los globitos cumpleañeros, perpetrada por el ecuatoriano Jaime Rolando Durán Barba, asesor frío y calculador, al punto de afirmar sonriente en la TV que en la Argentina “nadie se muere de hambre”. Sentencia suficiente para subirlo a un vuelo a Quito y sugerirle que no vuelva más.

Los muchachos del PRO están a la vanguardia de las plataformas comunicacionales. Digamos que excedidos de vanguardia para buena parte del país, donde el 40% de la población ni siquiera tiene acceso a internet. Ni hablar de cloacas, gas natural o agua potable.

El gobierno está en todos los medios y de la forma en que tiene que estar, con los últimos tips en materia de marketing político estratégico.

Hasta en Snapchat aparece Macri todo el tiempo, esta nueva red social que hace furor entre los adolescentes.

Snapchat, una combinación entre snap, que significa chasquido, y chat, que es charla o conversación, es lo que su nombre indica, una red ultravolátil donde todo lo que se publica desaparece diez segundos después de ser visto.

Si hay algo que no le interesa al público de Snapchat es lo que hacen los adultos y mucho menos los políticos. Las actividades de un presidente es lo más opuesto a lo que publican los chicos en esa red.

¿De qué le sirve a Macri estar ahí? De nada. Sólo parecer más “cool”, algo que quizás empuje un poquito en el inconsciente de esos chicos cuando en unos años les toque ir a votar.

La estrategia PRO en Snapchat es una buena síntesis de los errores comunicacionales que está cometiendo el gobierno. Está en todas las plataformas pero le falta un mensaje.

No pueden seguir bailando con globitos mientras le siguen sacando plata del bolsillo a la gente. ¿Qué es la gente? Es el 80% de los argentinos cuya economía depende de factores externos: decisiones políticas, inflación, desempleo, tarifas…

Al 20% restante ningún gobierno les alteró nunca la vida. Ganarán unos millones más o unos millones menos, pero su estándar de vida seguirá siendo el mismo. Para el mayoritario 80% un decreto o una ley pueden significar llegar o no llegar a fin de mes.

Ya nadie recuerda el acuerdo con los holdouts, porque por más o menos informada que esté la sociedad, y por más o menos conciencia que se tenga del impacto que estas medidas tienen a nivel estructural, lo que rápidamente vuelve a la agenda de la gente es pagar la luz, el gas, el alquiler, el colegio de los chicos y llevar un plato de comida a la mesa.

El relato del silencio

El gobierno está haciendo cosas, mal o bien, con las que se podrá estar o no de acuerdo, pero está fallando en la comunicación del día a día.

La mística de los globitos, que generaba esperanzas de cambio para el sector que lo votó, hoy ya no sirve y no ha sido sustituida por otra mística. Ese espacio está vacío. Es decir, el gobierno tiene acciones pero carece de un relato que las acompañe y que además le permita ganar el tiempo que tanto necesita hasta que consiga resultados, suponiendo que los consiga. Es pronto para saberlo.

Es lo que hizo y sigue haciendo el kirchnerismo, construir una narración, plagada de contradicciones, de interpretaciones forzadas, y hasta de mentiras, pero narración al fin, que le permitió sostener un objetivo, una dirección, y cuando al final del camino hay un final, o nos hacen creer que hay un final, lo que en realidad hay es certidumbre, lo contrario que está generando el gobierno nacional: demasiada incertidumbre.

Ni siquiera importa tanto lo que se diga, mientras se diga algo, porque si no se dice nada lo dirá la oposición, como ya lo está haciendo.

Cristina en Facebook

Es lo que hizo y sigue haciendo Cristina Fernández, ahora a través de su página de Facebook: sostener un relato, que más allá de su veracidad, les da certidumbre a sus seguidores, quienes le siguen creyendo, aunque sea sólo una cuestión de fe, porque en suma todos sabemos que la fe mueve montañas.

El 29 de mayo la ex presidenta publicó una nota en la red social, a propósito de las múltiples batallas judiciales que enfrenta. Es un texto donde, además de contener 31 errores de ortografía y gramática en menos de 600 palabras (siete en una sola oración), construye una vez más una teoría conspirativa en su contra, donde ella, siempre en el centro del universo, es víctima “de la más feroz campaña de persecución política mediática y judicial de la que se tenga memoria en las últimas décadas”.

Y el final del cuento, porque contiene más literatura que información, es una joyita semiótica que habla por sí sola: “No me quejo. Sé que es el precio que tenemos que pagar ‘los que le hicimos creer’ a la gran mayoría de los argentinos que tenían derecho a vivir mejor”.

Este jueves Cristina volvió a publicar otro posteo en Facebook titulado “Para que nunca más digas que no sabías. Y que tampoco nadie te lo diga a vos.”

Allí le echa nafta y le prende fuego al proyecto oficial de reparación jubilatoria y también aprovecha para subrayar que nunca antes los jubilados estuvieron mejor que en su gobierno. Acostumbrada a reescribir la historia a su imagen y semejanza, Cristina afirma que el proyecto del gobierno es un Caballo de Troya, donde el engaño viene adentro. “Estamos ante un verdadero Caballo de Troya. Pero adentro no vienen ni Aquiles ni Ulises. Por el contrario, este auténtico presente griego trae: el ‘huevo de la serpiente’ para la destrucción del Sistema Previsional Argentino…”

Es probable que como cinéfila declarada, la ex presidenta haya visto la película Troya, donde sí estaba Aquiles en el caballo, pero seguro no leyó mitología griega, porque de lo contrario habría sabido que Aquiles ya estaba muerto cuando los griegos engañaron a los troyanos con un caballo gigante repleto de soldados. Para algunos autores tampoco estaba Ulises, también conocido como Odiseo, que fue quien ideó el caballo, y para otros sí, pero eso poco importa en este contexto.

Lo que importa es que el kirchnerismo defiende a capa y espada una narrativa que a su vez lo sostiene como movimiento político.

Algo que el gobierno nacional no tiene y que debería preocuparse/ocuparse por construir, porque en definitiva las acciones son de los actores, pero la historia es de quienes la escriben, y hasta aquí la oposición está escribiendo más que Cambiemos.

Lagunas de la historia

En el libro “El hilo y las huellas”, el historiador italiano Carlo Ginzburg afirma: “los obstáculos que se interponen en la investigación bajo la forma de lagunas y distorsiones de la documentación deben volverse parte del relato”.

Sobre esta sentencia, el periodista Marcelo Pisarro, en una reciente nota sobre Ginzburg en La Nación, analiza: “la reflexión epistemológica ocurre en el mismo texto. Las limitaciones documentales son un componente de la narración”.

Es decir, el silencio, que en la historia también puede aparecer como una laguna, distorsión o limitación, también forma parte de la historia.

Bajado abruptamente al llano, la historia no dirá que Macri inició la segunda mitad de 2016 lleno de expectativas y proyectos a largo plazo. Dirá que en el segundo semestre la Argentina tenía casi dos millones de pobres más que en 2015.

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