Un país más enfocado en su escena cultural contemporánea que en los hitos del pasado. Una generación que supere los “o” (esto o esto) y empiece a incluir los “y” (esto y esto), y así supere las fragmentaciones. Un Bicentenario de la Declaración de la Independencia que encuentre a los argentinos sintiéndose parte de una convivencia armoniosa. Estos son algunos de los objetivos que admite para su gestión el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, que estuvo en Tucumán este fin de semana para participar de la inauguración de la 31° Fiesta Nacional del Teatro.
Tanto en su discurso en el teatro San Martín, el viernes, como en su entrevista con LA GACETA, ayer, el funcionario fue enfático acerca de la necesidad de enorgullecernos de nuestro presente. “Tenemos un gran pasado: el nuestro es el país de Borges, de Ginastera, de Lola Mora... pareciera que lo mejor de nuestra cultura ya pasó y siempre estamos nostálgicos, tratando de volver, pero eso es imposible. Esa omnipresencia del pasado puede ser un poco opresiva en el presente: si lo mejor ya pasó, ¿qué hacemos ahora? Con esto no quiero decir que haya que borrar el pasado o que no haya que mirarlo, pero sí tenemos que sentirnos más orgullosos de nuestra escena contemporánea. Hay motivos para estarlo: tanto adentro como afuera del país, nuestra cultura es reconocida por lo que es, no por lo que fue”.
- Se habla de una grieta política, pero en la cultura se han vivido históricamente fragmentaciones: Borges o Cortázar, Soda Stereo o Los Redondos. ¿Los argentinos somos esencialmente antagónicos?
- El antagonismo y la confrontación no son rasgos eminentemente argentinos, sí lo es la idea de que somos diferentes de otros países. Tal vez la particularidad es que nosotros vivimos esas polarizaciones de modo más dramático o apasionado, y en los casos más extremos eso conduce a una voluntad de eliminación del otro o de acallar al otro, al que no piensa como uno. Creo que nuestra generación puede vivir en una Argentina más del “y” que del “o”: es Borges y Cortázar, Soda y Los Redondos, el pasado y el presente. Ocurre que el “y” requiere un ejercicio de desprejuicio, pensar en contra de uno mismo, someter a un juicio crítico las propias ideas. El aprendizaje que tenemos pendiente como nación, entre muchos otros, es el de la convivencia: siempre habrá quienes no piensen como nosotros y está bien que así sea. Cada vez que los argentinos intentamos la unanimidad nos fue pésimo. Yo, por ejemplo, provengo de una familia en la que están retratadas todas las ideas políticas, entonces no puedo sostener la idea de que el que no piensa como yo es el enemigo porque el otro es un miembro de mi familia. La coexistencia con ellos me ha enseñado que, pese a pensar de modos muy diferentes, al final del día nos tenemos que llevar bien.
- ¿Es difícil mantener esa postura cuando ocurren situaciones como la del viernes? (N. de la R.: un grupo lo abucheó tras su discurso en la Fiesta).
- No, eso habla más del que lo hace que de mí. Eran tres tipos, cinco, no los podía ver porque tenía la luz de frente; tampoco entendí qué gritaban. El prejuicio es un sentimiento terco, una emoción, no una razón. Siempre es funcional a la política porque se lleva de estereotipos, el otro necesita que vos seas un malo. El único modo de superar los prejuicios es con hechos y el macrismo sabe mucho de eso: cuando llegó a la ciudad de Buenos Aires decían que iba a cerrar la cultura, prohibir los teatros, cerrar el Colón... Pasó todo lo contrario.
- Así como se aumentó la presencia de los elencos estables del país en las provincias, ¿cómo se propicia un mayor intercambio federal de grupos independientes?
- Varios programas apuntan a esto. Uno de nuestros problemas es que este es un ministerio de Cultura nacional profundamente unitario, profundamente afincado en Buenos Aires. La mayoría de los museos están en CABA al igual que los organismos estables. Ese centralismo, y por ende el centralismo de los recursos, me generó una sensación de incomodidad (al asumir). ¿Cómo hacemos para federalizar la gestión? No sólo generando circuitos de giras sino también activando el desarrollo de las salas, porque esos grupos tienen que actuar en algún lugar. Y luego hay que evaluar el impacto de esas acciones: saber si hubo público, si se hizo la promoción suficiente. Con los organismos estables es más fácil porque forman parte de la infraestructura de la cultura oficial. Es un tema que me obsesiona.
- ¿Está definido el aporte de Cultura en la agenda de los festejos del Bicentenario?
- En mi última visita a Tucumán (a principios de mes) ya habíamos avanzado mucho en la conformación de la agenda. Lo que nos toca es coordinar la noche del 8 de julio y lo que queremos es que hacia el final del día todos podamos sentirnos parte de lo mismo, del mismo proyecto. Quienes vamos a construir el próximo siglo del país somos nosotros, pensemos lo que pensemos, votemos a quien votemos. Los muertos ya hicieron lo que tenían que hacer y los que todavía no nacieron, no están. Por eso veo tan importante enfocarnos en lo contemporáneo, porque el momento es ahora: esa noche nos imagino juntos a partir de aquello que nos une.
LAS OBRAS DE HOY
Constanza muere | Capital Federal
La ficción del final
DIRECTOR Y AUTOR: Ariel Farace. ELENCO: Analía Couceyro, Matías Vértiz y Florencia Sgandurra. DURACIÓN: 75’.
Constanza es una anciana que vive sola. Es domingo a la tarde y ensaya la ficción más conocida, con alta dosis de histrionismo: el deceso. Una última limpieza, una poesía, galletitas con té... Después atardece y la coreografía se acaba. Constanza es una anciana que convive con la muerte. Constanza muere.
Esa es la sinopsis de la obra que dirige Ariel Farace, uno de los creadores jóvenes de la escena porteña más reconocido y vital, cuyos trabajos anteriores han recibido los premios Fondo Nacional de las Artes, Armando Discépolo, Trinidad Guevara y menciones en los certámenes Germán Rozenmacher y Osvaldo Soriano. Sus textos dramáticos se estrenaron en Argentina, Brasil, Uruguay, México, España y Alemania.
Cuentos de papel | Entre Ríos
La compañía Los Tinguiritas acerca una obra pensada para toda la familia, con textos seleccionados de autores argentinos como Rita del Prado, Hamlet Lima Quintana, Gustavo Renjifo, Conny Méndez y Jairo Ojeda. Formado en 1999, el grupo desarrolla una intensa labor dirigidas a los niños en Córdoba y en Entre Ríos, con obras con música y actuación. “Mi muñeco de lata, “El cometa de cola verde” y “Oración ratona” son algunos de los textos que presentarán en la Fiesta Nacional de Teatro, en la que aprovecharán para recorrer los anteriores espectáculos del grupo, siempre utilizando al papel como hilo conductor para cantar cuentos y contar canciones. El repertorio incluye temas tradicionales infantiles.