Por quién doblan las campanas
17 Abril 2016
Por María Eugenia Bestani
PARA LA GACETA - TUCUMÁN

Murió como había vivido, sin esperar demasiado del mundo, después de todo, “somos del material del que se hacen los sueños” 1. Pocos fueron los tributos funerarios sobre su cuerpo embalsamado, y pasaría medio siglo hasta que alguien escribiera acerca de su esquiva existencia.

Hay indicios de que murió “como papista”, es decir, recibió la extremaunción, de acuerdo a la antigua fe católica. También, de que fue el propio Shakespeare quien, previendo el traslado futuro de sus restos, redactó su epitafio: “Por Jesús, buen amigo, abstente/De penetrar el polvo aquí enterrado./Bendito sea aquel que estas piedras respete/y quien remueva mis huesos, condenado” 2.

La causa de su muerte se ha debatido hasta el cansancio.

A la generalizada creencia de que se debió a los excesos de una noche de juerga con Ben Jonson, se opone otra versión. Shakespeare sufría una grave dolencia, probablemente sífilis terciaria, a la que sin duda había estado expuesto. En enero de 1616 dio instrucciones para la redacción de un testamento. La cita se postergó hasta el 25 de marzo, dos semanas antes del deceso. El registro de su última firma muestra una mano temblorosa.

En ese documento lega a su esposa Anne Hathaway, de 60 años, “la segunda mejor cama”. La “primera mejor cama” en las casas isabelinas se reservaba para los huéspedes; si hubo algún mensaje oculto a quien fuera su primer y más largo amor (aunque no el destinatario de su más intensa poesía amatoria), quedará en la especulación.

También legó el valor de tres sortijas de oro a los actores John Heminges y Henry Condell, los responsables de la edición en folio de 1623, primera tentativa de compilar la obra dramática completa, lo que hace suponer que, ya enfermo, en Stratford-upon-Avon, Shakespeare haya participado de esa idea. Muy pocos de sus dramas se publicaron durante su vida, el teatro era un género subalterno y carecía de prestigio. La asociación con la alta literatura se la dieron sus poemas narrativos y los sonetos, reeditados en varias oportunidades.

William Shakespeare murió el 23 de abril, día de San Jorge, santo patrono de Inglaterra, en un día martes previo a la Cuaresma 3. Hay certeza de que es la misma fecha en que había nacido; por tanto, expiró el día en que cumplía 52 años. Nada mal en una Inglaterra donde la expectativa de vida rondaba los 47 años. Las campanas de la iglesia de su pueblo doblaron por él.

El resto son sus versos.

© LA GACETA
María Eugenia Bestani - Profesora de Literatura Inglesa de la UNT.

Notas:
1.- La tempestad, Acto IV, esc. i
2.- Mi traducción
3.- En inglés, a la vìspera del miércoles de ceniza se la llama “ShroveTuesday”, o martes de panqueques, por la tradición de comer un pan delgado durante esa fecha festiva.

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