02 Abril 2016
KARINA CRESPO
ESPECIALISTA EN TECNOLOGÍA EDUCATIVA
La escuela se enfrenta a un gran desafío que implica pasar de un aula con un docente dueño de la verdad que repite los contenidos de un único manual, donde el modelo de clase es el profesor que expone verbalmente un contenido y corrobora si sus alumnos aprendieron escuchándolos repetir de memoria la definición de conceptos, a otro modelo totalmente distinto, donde la información ya no se encuentra en un solo manual, sino que está disponible para todos en internet y con diferentes puntos de vista, según diversos autores. Con alumnos que ya no están dispuestos a escuchar solamente, que quieren participar, que tienen afinidad con otros tipos de lenguajes y formas de percibir (lenguaje audiovisual, auditivo, kinestésico), que consumen y producen contenidos, lo comparten, crean redes, aprenden de forma colaborativa, investigan en el autoaprendizaje (mediante la consulta o creación de tutoriales), investigan otros formatos y prácticas, como video juegos, youtubers, booktubers, concibiendo un aprendizaje en el cual se involucran con la experiencia, la práctica, la participación y por sobre todo, a partir del concepto de estar “conectados”.
Transitamos el siglo XXI pero seguimos habitando los espacios del aula y desarrollando clases con las metodologías del siglo XIX. Entonces, el desafío que tiene hoy la educación es desarrollar estrategias didácticas que estimulen las habilidades y competencias que necesitan desarrollar nuestros alumnos para desenvolverse en un mundo donde ya no tiene sentido aprender de memoria, pues con un simple clic accedemos a toda la información que necesitamos. Ahora lo más importante es aprender a hacer. Un hacer diversificado y enriquecido, atravesado por la experiencia y la valoración del sentido de utilidad de eso que se está aprendiendo.
Por otro lado, aprender a manejarse en un mundo invadido de datos es todo un saber específico y eso no está siendo visto como necesidad y mucho menos como práctica instalada en las aulas. ¿Se enseña a navegar en el mundo de la información? ¿Seleccionarla, elegirla, compararla, clasificarla, integrarla, comunicarla, recrearla, confrontarla con otras fuentes? ¿Se enseña a producir contenidos o a repetirlos?
En el siglo pasado el aula se circunscribía a un espacio físico determinado con un horario específico, en la actualidad esa misma aula se puede expandir en tiempo y en espacio gracias a las herramientas tecnológicas. Es preciso diseñar un nuevo modelo educativo que propicie el desarrollo de nuevas habilidades y competencias y para esto los docentes necesitan reaprender a enseñar.
Hay muy poca oferta educativa para carreras vinculadas a la tecnología y el desarrollo del conocimiento. ¿Cómo estimular el estudio por estas nuevas tendencias sin propuestas en el sistema educativo? Todavía nos falta mucho camino por andar en este sentido.
Si bien contamos con programas como Conectar Igualdad y Primaria Digital, mediante los cuales se ha equipado a miles de escuelas de recursos tecnológicos, todavía falta mucho por hacer respecto a lo relacionado con capacitación docente. Para lograr una transformación en las escuelas se deben plantear propuestas a corto, mediano y largo plazo.
Mientras no se comprenda la importancia de un buen diseño planificado y sostenido para la capacitación de todos los participantes del sistema educativo seguiremos realizando acciones salpicadas, muy útiles, no lo dudo, pero totalmente insuficientes.
ESPECIALISTA EN TECNOLOGÍA EDUCATIVA
La escuela se enfrenta a un gran desafío que implica pasar de un aula con un docente dueño de la verdad que repite los contenidos de un único manual, donde el modelo de clase es el profesor que expone verbalmente un contenido y corrobora si sus alumnos aprendieron escuchándolos repetir de memoria la definición de conceptos, a otro modelo totalmente distinto, donde la información ya no se encuentra en un solo manual, sino que está disponible para todos en internet y con diferentes puntos de vista, según diversos autores. Con alumnos que ya no están dispuestos a escuchar solamente, que quieren participar, que tienen afinidad con otros tipos de lenguajes y formas de percibir (lenguaje audiovisual, auditivo, kinestésico), que consumen y producen contenidos, lo comparten, crean redes, aprenden de forma colaborativa, investigan en el autoaprendizaje (mediante la consulta o creación de tutoriales), investigan otros formatos y prácticas, como video juegos, youtubers, booktubers, concibiendo un aprendizaje en el cual se involucran con la experiencia, la práctica, la participación y por sobre todo, a partir del concepto de estar “conectados”.
Transitamos el siglo XXI pero seguimos habitando los espacios del aula y desarrollando clases con las metodologías del siglo XIX. Entonces, el desafío que tiene hoy la educación es desarrollar estrategias didácticas que estimulen las habilidades y competencias que necesitan desarrollar nuestros alumnos para desenvolverse en un mundo donde ya no tiene sentido aprender de memoria, pues con un simple clic accedemos a toda la información que necesitamos. Ahora lo más importante es aprender a hacer. Un hacer diversificado y enriquecido, atravesado por la experiencia y la valoración del sentido de utilidad de eso que se está aprendiendo.
Por otro lado, aprender a manejarse en un mundo invadido de datos es todo un saber específico y eso no está siendo visto como necesidad y mucho menos como práctica instalada en las aulas. ¿Se enseña a navegar en el mundo de la información? ¿Seleccionarla, elegirla, compararla, clasificarla, integrarla, comunicarla, recrearla, confrontarla con otras fuentes? ¿Se enseña a producir contenidos o a repetirlos?
En el siglo pasado el aula se circunscribía a un espacio físico determinado con un horario específico, en la actualidad esa misma aula se puede expandir en tiempo y en espacio gracias a las herramientas tecnológicas. Es preciso diseñar un nuevo modelo educativo que propicie el desarrollo de nuevas habilidades y competencias y para esto los docentes necesitan reaprender a enseñar.
Hay muy poca oferta educativa para carreras vinculadas a la tecnología y el desarrollo del conocimiento. ¿Cómo estimular el estudio por estas nuevas tendencias sin propuestas en el sistema educativo? Todavía nos falta mucho camino por andar en este sentido.
Si bien contamos con programas como Conectar Igualdad y Primaria Digital, mediante los cuales se ha equipado a miles de escuelas de recursos tecnológicos, todavía falta mucho por hacer respecto a lo relacionado con capacitación docente. Para lograr una transformación en las escuelas se deben plantear propuestas a corto, mediano y largo plazo.
Mientras no se comprenda la importancia de un buen diseño planificado y sostenido para la capacitación de todos los participantes del sistema educativo seguiremos realizando acciones salpicadas, muy útiles, no lo dudo, pero totalmente insuficientes.
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