“El único negocio es que no haya basura en las calles”

“El único negocio es que no haya basura en las calles”

Durante 13 años, el emprendedor Pablo Paiz Magli se dedicó a juntar plásticos para reciclaje. El camino hacia la autosustentabilidad.

RECEPCIÓN. El material plástico es prensado y enviado a Buenos Aires.  LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO. RECEPCIÓN. El material plástico es prensado y enviado a Buenos Aires. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO.
30 Octubre 2015
Hace 13 años -asegura- era raro escuchar que el plástico era un problema; más bien, se defendían las bondades de ese invento tan dúctil, práctico, liviano, resistente y, sobre todo, descartable. Pero Pablo Paiz Magli se dio cuenta de que ese material era el culpable de que con cada tormenta fuerte su casa se llenara de agua.

Las botellas navegaban por las calles y tapaban las bocatormentas. La vivienda que habitaba con sus hermanos y padres, ubicada en Viamonte y San Martín, se inundaba por culpa de la basura. Con su amigo Javier Pérez le dieron forma a un emprendimiento cuyo objetivo era ocuparse de recuperar los plásticos y venderlos. Así nació Punto Ecológico. Era 2001, ambos tenían 19 años y un camión del año 45 que heredó de su abuelo. Con este vehículo se metían en los barrios a buscar botellas. “Recorrimos todas partes, nos contactamos con los que manejaban carros para que ellos buscaran el plástico. Llegamos a tener unas 200 familias trabajando como recicladores”, explica.

Todo iba a parar a un galpón en el corazón de Villa 9 de Julio, donde funcionaba una prensa que comprimía las botellas y las enfardaba. Una vez que la cantidad era considerable partía un camión a Buenos Aires con la carga. “Me decían ‘vos estás loco’, pero yo les contestaba que los locos eran ellos si pensaban que no había que hacer algo con esa basura”, recuerda.

Hubo épocas en las que llegaron a enviar 400 toneladas mensuales de plásticos de Tucumán, de parte de Salta y de Jujuy. “Era una locura; en las empresas que nos compraban no podían creer que nosotros mandáramos tanto”, cuenta. Dos buenas: el emprendimiento crecía y la ciudad no se abarrotaba de plásticos que hubueran terminado en ríos, canales, bocatormentas o basurales. Ríe cuando recuerda que llegaron a llamarlo “el rey de las botellas”. Pero con tono serio explica que fue una apuesta grande. Dejó los estudios universitarios y lo que más le apasionaba en la vida: el rugby. Todo para montar esa empresa que durante un tiempo anduvo bien.

Hoy, la realidad es otra. Este año tuvo que cerrar porque el precio del plástico cayó y el negocio dejó de ser rentable. “Tengo una prensa que fabriqué aquí, perfeccionada gracias a mis conocimientos y ni siquiera me conviene hacerla andar”, dice. Durante 13 años, Paiz Magli recorrió plantas de reciclaje de todo el mundo. Se convirtió en un experto en la materia, pero hoy le queda claro algo: “la basura no es negocio”. “La mentira más grande que se dice es que la basura es negocio. La basura no es negocio, el único negocio es que no haya basura en las calles porque vamos a tener una mejor calidad de vida”, reflexiona.

Para Paiz Magli, aquellos años fueron muy productivos –reconoce– porque pudo capacitar y abrir plantas de recepción de material en Aguilares, Famaillá y Rosario de la Frontera. Asegura que a golpes aprendió que en la política se suelen manejar códigos no transparentes. “Me cansé de sentarme a hablar con intendentes, de tomar café, de visitar las radios y de proponerles soluciones para que gestionen su basura. Pero después de varias charlas siempre venía la pregunta: ‘¿Cuánto hay para nosotros?’”.

Basura en Yerba Buena

Yerba Buena es un municipio que ha sido noticia en los últimos años por los problemas en la gestión de los residuos. Según el emprendedor, la clave, ahí, está en la separación domiciliaria de residuos y en un sistema de recolección eficiente. Es decir, programado y diferenciado. “Los puntos verdes tienen que estar en lugares que los vecinos frecuenten, como las estaciones de servicio”, ejemplifica. Además, indica que debe haber cestos grandes en cada cuadra.

Con respecto al basural de El Bernel, que ha generado protestas en las últimas semanas, Paiz Magli opina: “Es una lastimadura en la tierra que debe ser curada ¿Cómo? Ordenando ese lugar y convirtiéndolo en una planta de reciclaje que no dé olor y en la que no se queme nada”. Lo que más enoja a los vecinos es que a diario se prende fuego en el basural y el humo contamina la zona; por eso piden que lo cierren. Paiz Magli se opone al cierre. Dice que allí no se deben hacerse emprendimientos inmobiliarios, porque el suelo está contaminado. “Si hay una gestión inteligente y se recicla, en 10 años Yerba Buena puede ser autosustentable: fabricar sus mangueras, tachos y hasta mobiliario de espacios públicos con material que los mismos vecinos desechan”, pronostica.

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