Un Estado paternalista

Un Estado paternalista

La legislación de Tucumán entre 1830 y 1840.

LA ÉPOCA “PATERNAL”. Estatua del gobernador de Tucumán, general-doctor Alejandro Heredia, en el parque 9 de Julio. LA GACETA / ARCHIVO. LA ÉPOCA “PATERNAL”. Estatua del gobernador de Tucumán, general-doctor Alejandro Heredia, en el parque 9 de Julio. LA GACETA / ARCHIVO.
El doctor Julio López Mañán estudió detenidamente el sistema jurídico de Tucumán entre 1830 y 1840, tiempos del gobernador Alejandro Heredia. Entre otras cosas, subraya “la excesiva injerencia del poder gubernativo en todos los órdenes de la actividad individual”. La injerencia se percibía “aun en los de más escasa importancia, librados hoy a la acción comunal o policial, o exentos enteramente de control público”. Así, por ejemplo, en 1832 el gobierno prohíbe galopar por las calles, cargar cuchillo en la ciudad, o veda “toda reunión de tertulias” entre personas de servicio, principalmente en día de trabajo.

Obliga a los médicos a atender gratuitamente a los pobres. Ordena a la Policía que detenga “a todo niño que ande por la calle jugando y tirando pedradas y sin aplicación especial”. Obliga a asistir al Tedeum de las fechas patrias. Ordena que todo el que concurra al teatro guardará moderación y perpetuo silencio”, y “ninguno estará en los escaños ni en la vereda de pie, parado o con el sombrero puesto, para impedir el tránsito, ni la vista a los que están sentados atrás”.

Hace notar López Mañán que estas normas –de las que daba sólo unos pocos ejemplos- demuestran “la acción íntima, de vigilancia y dirección de la autoridad, sobre la persona y los actos y el criterio casi doméstico que las inspira”. Le parecía una muestra curiosa un decreto de 1837, según el cual “todo individuo que se presente en cualquier destino en día festivo, de la campaña o del pueblo, andrajoso, sucio o rotoso, será reputado por vago”. De esta manera se extendía, hace notar el autor, “la represión de la vagancia, de índole esencialmente económica, a las faltas de aseo o cuidado del vestido, por un celo, más que paternal, materno”.

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