Con la sonrisa hasta el final de la vida

Con la sonrisa hasta el final de la vida

10 Octubre 2015
La historia más intensa.- La vida de la enfermera Alejandra Acosta está llena de historias que la marcan para siempre. La más intensa, sin dudas, para ella es la de Iván, un joven paciente de 19 años, oriundo del sur de la provincia. “Tenía una enfermedad terminal y renegaba por todo: porque no se podía mover, porque no podía irse con sus amigos, etcétera. Su novia no se despegaba de su lado. En un momento me acerqué y le dije: voy a cumplirte el último sueño de tu vida. Decime cuál es. El contestó que quería casarse con el amor de su vida”, rememora. Aún con los pronósticos devastadores de los médicos -le quedaban a lo sumo tres o cuatro días de vida- Alejandra inició una dramática lucha contra los minutos. Junto a las enfermeras que siempre la acompañan organizaron todo: llamaron a un cura, hicieron el papeleo, invitaron a familiares y se esforzaron para que él llegara bien al día de la boda. Fue el 23 de diciembre en la sala de Oncología. Iván apenas podía hablar para dar el sí. Murió al día siguiente. Tenía una sonrisa dibujada en el rostro cuando se fue, recuerda.

Una casa a domicilio- “Hay pacientes que son muy difíciles para arrancarles sonrisas. Recuerdo a Nicolás, un joven de 24 años. Lloraba porque se quería ir a la casa, pero sabía que quizás ya nunca más volvería. Un día se me ocurrió llevarle una casita diminuta, de esas en las que se guardan los cepillos de dientes colgados en la pared. Le dije: no llores más, mirá que te traje la casa a domicilio. Se reía a carcajadas, no podía parar”, relata.
 
Imborrables.- “Hay historias que te dejan huellas imborrables. Me acuerdo de María, una paciente santiagueña que siempre estaba triste. Un día le llevé un globo, en el que le escribí “te quiero mucho”. Cuando lo inflé, ella se emocionó hasta las lágrimas. Otro caso fue el de Juan Carlos. Cuando estaba atravesando sus últimas horas de vida, rodeado de sus familiares, abrió como pudo los ojitos y pidió por favor si podían estar en su despedida los payasos. Quería que lo hiciéramos jugar hasta el momento final y que también le demos un poco de felicidad a su familia. Se fue con los mejores recuerdos”, cuenta Alejandra.

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