19 Agosto 2015
FOTO TOMADA DE HOY.COM.NI.
La jueza en lo Civil Myriam Cataldi ordenó la inscripción de un niño nacido mediante técnicas de reproducción asistida como hijo de una persona fallecida, y se le adicionó el apellido paterno al materno con el cual se encontraba anotado.
El hombre había fallecido en un accidente cinco meses antes del nacimiento del niño, a principios de 2014 en un sanatorio de la ciudad de Buenos Aires, indicó Télam.
Para adoptar la decisión, la magistrada aplicó las nuevas normas del Código Civil y Comercial de la Nación que comenzaron a regir a partir del pasado 1 de agosto, que incorpora un tercer tipo de filiación: la de reproducción humana asistida, conducida por el principio de la voluntad procreacional, según el Centro de Información Judicial.
La demanda la inició R.K.C., la madre del menor, quien señaló que conoció al padre de su hijo en 2000 y mantuvo una relación "netamente laboral" hasta 2008, momento en el que iniciaron una relación y la búsqueda de un bebé.
Al no conseguir el embarazo, decidieron someterse a un tratamiento de fecundación "in vitro", de "transferencia embrionaria ICSI" y "como consecuencia de dicha práctica" nació G.C.
"La determinación de la filiación se vincula de forma directa con el 'querer ser' progenitor" y "la voluntad procreacional desplaza a la verdad biológica cuando el vínculo filial encuentre su origen en las TRHA -tratamientos de reproducción humana asistida-", remarcó la magistrada.
El hombre había fallecido en un accidente cinco meses antes del nacimiento del niño, a principios de 2014 en un sanatorio de la ciudad de Buenos Aires, indicó Télam.
Para adoptar la decisión, la magistrada aplicó las nuevas normas del Código Civil y Comercial de la Nación que comenzaron a regir a partir del pasado 1 de agosto, que incorpora un tercer tipo de filiación: la de reproducción humana asistida, conducida por el principio de la voluntad procreacional, según el Centro de Información Judicial.
La demanda la inició R.K.C., la madre del menor, quien señaló que conoció al padre de su hijo en 2000 y mantuvo una relación "netamente laboral" hasta 2008, momento en el que iniciaron una relación y la búsqueda de un bebé.
Al no conseguir el embarazo, decidieron someterse a un tratamiento de fecundación "in vitro", de "transferencia embrionaria ICSI" y "como consecuencia de dicha práctica" nació G.C.
"La determinación de la filiación se vincula de forma directa con el 'querer ser' progenitor" y "la voluntad procreacional desplaza a la verdad biológica cuando el vínculo filial encuentre su origen en las TRHA -tratamientos de reproducción humana asistida-", remarcó la magistrada.
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