Prometieron ayuda oficial para demoler la peligrosa chimenea

Prometieron ayuda oficial para demoler la peligrosa chimenea

Funcionarios de la Municipalidad visitaron la vivienda de Omar Caspary, donde quedó “encerrada” la vieja y deteriorada estructura.

ZONA SUR. Omar Caspary ingresa a su vivienda de Buenos Aires al 2.100; en el patio se levanta la chimenea. LA GACETA ZONA SUR. Omar Caspary ingresa a su vivienda de Buenos Aires al 2.100; en el patio se levanta la chimenea. LA GACETA
07 Julio 2015
No hay manera de equivocar la casa de la familia Caspary. Llegar es tan simple como seguir derecho por la calle Buenos Aires hasta que una inmensa torre de ladrillos aparezca a mano izquierda. Quienes pasan por ahí no tienen más remedio que achinar los ojos y rascarse la cabeza: ¿cómo es que una chimenea altísima esté atrapada en el patio de una casa? Y es así, ni más ni menos: como si fuese un faro en el barrio, la mole del ex ingenio Amalia todavía está ahí como testigo de un pasado azucarero, pero que ahora es un inmenso riesgo para el presente.

Después de la nota publicada en la edición de ayer por LA GACETA, Omar Caspary recibió a unas esperadísimas visitas. Llegó a su casa una comitiva de la Municipalidad capitalina, poniéndose a su disposición y prometiendo ayuda para continuar con la demolición de la chimenea, que fue iniciada por él mismo en diciembre pasado. Y si bien Caspary asume que compró la casa con ese peligroso “monumento” en el fondo, desde hace varios años peregrina en busca de una colaboración estatal para evitar una tragedia. Hasta el momento, según contó, ha gastado $ 85.000 en demoler sólo la mitad de la estructura, que todavía tiene al menos 20 metros de alto.

“Fuimos con la gente de Defensa Civil y con el director de Obras Públicas, el ingeniero (Herminio) Veglia, a tomar contacto directo con el propietario. Quedamos en que vamos a colaborar, mañana (por hoy) va a ir de nuevo Veglia para ver qué necesita. Según estimamos, en unos 30 o 45 días de trabajo se podría terminar de demoler la chimenea”, prometió Cristian Abel, subsecretario de Gobierno de la capital.

Para Caspary, la visita oficial ha significado una luz al final del túnel -o al final de la chimenea-, pero hasta que la ayuda no se concrete prefiere no festejar nada. “Espero que esta vez cumplan. Acá ha venido mucha gente, de diferentes dependencias, municipales y provinciales, a ver y a prometer cosas, pero nunca se concretó la ayuda. Yo, lamentablemente, no tengo plata para seguir gastando en esto, ya me ha salido muy caro. Además, hay que contratar gente que sepa y que esté dispuesta a hacer este trabajo; no es algo fácil”, explicó el vecino, quien se mostró animado por el interés de las autoridades en brindarle ayuda.

Responsabilidades

La vivienda de Caspary, como otras de la zona, se encuentra en proceso de regularización dominial que, si todo sale bien, terminará en la escrituración de las propiedades. Ese trámite ya ha sido resulto favorablemente para varios vecinos de Villa Amalia, pero cada caso es particular. Es decir que Caspary cuenta con la posesión, pero no con el título de propiedad del inmueble. De todas maneras, según opinó Gustavo Usandivaras, subsecretario de Regularización Dominial y Hábitat de la Provincia, no habría que esperar a que ese trámite se resuelva para intervenir en la vivienda. “Dado el peligro público que esto implica, creo que es necesario que la Municipalidad tome cartas en el asunto, porque afecta a la seguridad de los vecinos de San Miguel de Tucumán. Es mi opinión como ingeniero y docente antes que como funcionario”, expresó.

Desde el Consejo Profesional de la Ingeniería de Tucumán (Copit), también han mirado con atención el caso de la chimenea del ex ingenio Amalia y se comprometieron a articular acciones con la Municipalidad para brindar una solución.

“No hay dudas de que la responsabilidad es del propietario, dado que la estructura está dentro de su propiedad, por lo que él ha asumido el riesgo cuando la compró. Pero eso no quita que pueda solicitar colaboración del estado provincial o municipal. Está claro que es algo nocivo para la comunidad, que implica un grave peligro para la zona. Por lo tanto se debe resolver con urgencia antes de tener que lamentar algo más grave”, opinó Héctor Eduardo Costa, presidente del Copit.

Además del peligro que entraña esa descuidada torre, el ingeniero Costa advirtió que la demolición debe hacerse con extremo cuidado, por el tipo de construcción, por la altura a la que está y también por la cantidad de vecinos que están a su alrededor.

“Es un trabajo de mucho riesgo, que lo debe ejecutar una empresa que esté preparada para eso. Y si bien ya está reducido el riesgo, porque se demolió una buena parte, hay que tomar cartas en el asunto rápidamente. Si no lo puede hacer el propietario tiene que pedir auxilio del Estado”, insistió el profesional y se comprometió en dirigirse a la Municipalidad con el objetivo de ofrecer ayuda a las autoridades competentes para solucionar este problema.

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