“Verde, que te quiero verde”

“Verde, que te quiero verde”

Es señal inequívoca de habitabilidad: las plantas son las madres del oxígeno. Es tranquilizador. Es el preferido de nuestros ojos... ¿cómo no quererlo?. Por Natalie Angier - The New York Times

REVIVIFICA. Rodearse de verde -aunque sea un par de árboles y un cuadrado de césped- mejora la calidad de vida. la gaceta / foto de hector peralta (archivo) REVIVIFICA. Rodearse de verde -aunque sea un par de árboles y un cuadrado de césped- mejora la calidad de vida. la gaceta / foto de hector peralta (archivo)
10 Mayo 2015
NUEVA YORK – Según la evidencia, era el color favorito de Nerón: vestía de verde, coleccionaba esmeraldas, vitoreaba en las carreras de cuadrigas al equipo del “establo verde” y era particularmente aficionado a comer puerros verdes. Goethe elogiaba el verde como la unión “relajante” de los opuestos cromáticos amarillo y azul. Washington llamaba al verde “agradecido para el ojo”, y pintó su comedor de Mount Vernon de un brillante verdín.

Los científicos también aprecian los muchos encantos del verde por múltiples razones. La primera se comprende mejor durante una caminata por un parque donde despunte la primavera. La clorofila, el pigmento que hace verdes a las plantas, está en el centro de la fotosíntesis, la tarea electromecánica que continúa deslumbrando a los científico: no solo convierte la luz, el sol y el agua en los azúcares que comemos, sino que arroja como feliz producto de desecho el oxígeno que respiramos. “Todos los alimentos provienen de la fotosíntesis”, destaca Petra Fromme, profesora en la Universidad Estatal de Arizona. “No habría vida superior en la Tierra sin ella”. El verde, añadió, “es el color de la vida”.

Hay diferentes formas de fotosíntesis, y los científicos han encontrado que la preciada variedad que produce oxígeno es mucho más antigua de lo que se sospechaba. En un reporte publicado en “Molecular Biology and Evolution”, Tanai Cardona del Imperial College London, y sus colegas compararon las secuencias genéticas de unas 200 especies de cianobacterias –microbios capaces de realizar fotosíntesis– con las de plantas y algas representativas. Se hizo foco en un gen clave, llamado D1 y se determinó que existe en al menos cinco variedades, y que algunas tienen características muy antiguas. Los resultados apoyan propuestas recientes -y contenciosas- de que la fotosíntesis que produce oxígeno surgió unos mil millones de años antes de la fecha aceptada (2.400 millones).

Otros investigadores buscan comprender mejor por qué las plantas se ven verdes; específicamente, por qué la clorofila rechaza gran parte de la luz solar en vez de absorberla y usarla toda, un enfoque presumiblemente más eficiente para la cosecha de energía, pero que haría que una planta sea negra.

Frecuencia de onda

Por su parte, los neurocientíficos que estudian la visión del color están impresionados por nuestra sensibilidad al verde. “Es la parte del espectro más brillante para nosotros -asegura Bevil Conway, profesor asociado en el Wellesley College-. Nuestros fotorreceptores están optimizados para la parte media del espectro, los verdes y los amarillos”. De lo tres tipos de células a través de las cuales detectamos e interpretamos el color -asegura-, dos registran su sensibilidad máxima a las longitudes de onda verdes de la luz.

Las preferencias

En sondeos internacionales sobre los colores favoritos, típicamente el verde se clasifica segundo, después del azul. Se ha demostrado que sumar dos árboles y una pequeña extensión de césped a un proyecto de vivienda dominado por el hormigón puede mejorar la salud, el estado de ánimo y el desempeño escolar. En cambio, suele pasar inadvertido como color de fondo, y los pintores lo usan para hacer que los objetos se desvanezcan visualmente.

También parece ser que volverse verde puede ser complicado. Según Geoffrey Hill, que estudia la coloración de las aves en la Universidad de Auburn, apenas recientemente se determinó que las aves a menudo producen plumas verdes como los chicos en el jardín de infantes producen pintura: mezclando azul y amarillo.

Muchas aves extraen los pigmentos amarillos de los alimentos que ingieren; esos tintes son luego añadidos a las plumas en crecimiento molecularmente estructurados para capturar la luz azul. El resultado: el vientre color lima neón de un periquito australiano.

Color temperamental

Michel Pastoureau, de la Sorbona, es el autor del amplio y pródigamente ilustrado estudio “Verde: La historia de un color”, la combinación a menudo inestable de muchos tintes y pinturas preindustriales, y su derivación de la mezcla de pigmentos azules y amarillos, podría explicar algunas de las asociaciones menos verdes del verde. Solía considerárselo variable, caprichoso, tan incontrolable como el destino, tan poco digno de confianza como un duende o una hada de piel verde. “A partir del siglo XVI -escribe Pastoureau- las mesas de juego fueron cubiertas con paño verde, que simbolizaba el azar, las apuestas y el dinero que se ganaría o perdería”.

La estabilidad

Posteriormente se inventaron tintes mucho más estables, incluida el trióxido de cromo de los billetes estadounidenses (1860), que no puede ser destruido por ácidos o bases u otros agentes químicos, es resistente al desvanecimiento y extremadamente difícil de falsificar. Es el fondo perfecto para el rostro de un Padre Fundador.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios