Baile con tonada tucumana en el Colón

Baile con tonada tucumana en el Colón

Tras una dura selección y una búsqueda incansable por perfeccionarse, dos hermanas fueron admitidas en el coliseo.

 gentileza flia. ledezma nieto gentileza flia. ledezma nieto
27 Febrero 2015
Ana lo describe de una forma simple, sin detalles, probablemente porque simple fue el momento. “Un día le dije a mi mamá que quería hacer danza clásica y ella me llevó”, recuerda. Y así fue. No hay mucho más para agregar acerca del origen de esta historia, salvo que Ana Inés Ledezma Nieto tenía nueve años cuando formuló aquel pedido y que hoy, siete años después, es flamante alumna de la carrera de danza del teatro Colón. Junto con ella ingresa su hermana Ariadna, de 11 años, cuyo arranque en el mundo del baile clásico también es sencillo: pidió estudiarlo inspirada por Ana.

El camino hacia ese logro, en cambio, no ha sido tan simple. Ana se inició en la Escuela Superior de Enseñanza Artística (ESEA) y allí estudió hasta que, hace dos años, comenzó a percibir que no le era suficiente. “Se acercaban los exámenes finales y eso me desesperaba, porque sentía que no estaba en forma. Entonces empecé a buscar profesores particulares para recuperar el training, pero era una época difícil -diciembre- y casi todos los estudios ya habían hecho su muestra final y dejado de dar clases. La única que me atendió y aceptó en ese momento fue Gabriela”.

Gabriela Esquivel no sólo fue la única respuesta favorable al otro lado de la línea sino que resultó un punto de inflexión en la trayectoria artística de las Ledezma Nieto. “Claro que me acuerdo del día en que llegaron porque ellas marcaron otra etapa en mi estudio, con ellas empezamos a participar de concursos. Ese era un proyecto que tenía desde hace rato, pero para que una academia se forme deben llegar nuevos talentos”, relata la profesora.

Fue Ana quien buscaba las clases particulares, pero Ariadna, que hasta ese momento no decidía si estudiar danza o gimnasia artística, también las tomó. Ambas encandilaron a Esquivel. “Eran dos casos muy distintos. Ana me dio la sensación de pena por el tiempo perdido: tenía un cuerpo hermoso y unas condiciones desaprovechadas. Me preguntaba cómo nadie había reparado en ella antes, porque en esta disciplina es muy difícil tener talento; así que inmediatamente nos pusimos a trabajar para recuperar entrenamiento. A Ariadna pude moldearla desde chica. A su edad ya participó de varios concursos y ganó casi todos”.

Las clases particulares, la empecinada motivación y el avance en el aprendizaje marcaron un antes y un después en la manera de entender y apreciar la danza por parte de las hermanas. “Antes no me importaba mucho, pero ahora bailar es más que mi vida -se sincera Ana-. Todo el tiempo pienso en las clases y en perfeccionarme”. Ariadna asiente: “me pasó algo similar. Nadie nos enseñó tanto como Gabriela”.

Todas las miradas (y las sonrisas) se dirigen entonces a la profesora, que sostiene que su aporte, además de percibir lo que nadie antes, fue proyectar a las chicas. “Lo que voy a decir tal vez no es políticamente correcto, pero noto que a Tucumán le cuesta despegar, hay una tendencia a quedarse aquí -Esquivel es oriunda de Buenos Aires y vive en nuestra provincia hace seis años-. Quizás yo tengo otra visión o quizás uno quiere que los alumnos aprovechen lo que uno no pudo. El mundo está lleno de oportunidades; hoy hay una audición en Alemania y te enterás. Lo que hice con ellas fue animarlas a no desperdiciar esas posibilidades”.

Y, sin embargo, la que dio el primer paso en el camino hacia el Colón fue Ana Lía, la mamá de las bailarinas, quien las inscribió y las acompañó a los exámenes en Buenos Aires. Tras una dura selección que incluyó pruebas físicas y de idiomas, la familia entera recibió la mejor noticia: ambas habían sido aceptadas. “Cuando recibí el mensaje en el que me contaban eso, lloré mucho, de alegría y de tristeza. De alegría porque para eso veníamos trabajando y de tristeza porque con ellas construimos un lazo muy fuerte. Son casi como mis hijas”, reconoce Esquivel, que también es egresada del Colón.

Más allá de las sensaciones encontradas, en el grupo prevalece el entusiasmo. Cuando se les pregunta cómo toman este giro en sus vidas, Ana vuelve a contestar con una frase simple: “no habíamos imaginado nada de esto. Comienza una nueva etapa”.

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