Cerrado por balance
El balance es un ejercicio contable que se realiza en forma anual para conocer el resultado de las gestiones comerciales de alguna empresa o negocio. Se lo puede hacer en diferentes momentos del año, según las necesidades y conveniencias. Pero cuando el balance es un resumen personal de lo vivido, la fecha inexorablemente elegida es diciembre. El mes 12, el último del almanaque, invita a repasar lo sucedido en los 365 días que están próximo a quedar en el álbum de los recuerdos. 

¿Quien no se tentó en épocas como estas a analizar lo sucedido y determinar si el balance arrojó superávit o los números terminaron en rojo? Están los que se sienten complacidos porque todo salió perfecto. Como el estudiantes que aprobó todos sus exámenes; el universitario que rindió la última materia para convertirse en un flamante profesional;  el trabajador que concretó viejos sueños o el aventurero que tiene todo listo para encarar sus nuevos desafíos. 

En el otro extremo están los que quieren que 2014 se vaya lo antes posibles. A ellos todo le salió mal. Son los que fueron alcanzados por esa racha negativa que cuando llega a un lugar decide quedarse un tiempo largo. Y hay un sector medio donde lo bueno y lo malo encontraron el lugar para convivir en paz y armonía.  En ese sector están que hacen equilibrio con la economía por culpa de esa enemiga de los bolsillos que se llama inflación y del maldito impuesto al salario que ataca los ingresos como esos pacman que se devoran todo lo que encuentran. Los que sufren, gozan, ríen, lloran, se enamoran o se enojan.

La lista es larga y un buen ejemplo es ese hombre tranquilo al que los vecinos respetan porque los años van marcando el paso del tiempo. Ya tiene pocos pelos pero muchas canas. Ese señor a quien la vida le dio una nueva oportunidad para que su corazón latiera más fuerte cuando comenzaba a apagarse y entendiera que para el amor no hay edad. Si hasta las enfermedades decidieron darle una tregua aunque nada se sabe como será la situación en el año que está listo para aterrizar. Las sonrisas llegaron sobre el final, con la incorporación de los nuevos integrantes de la familia: la bebé que obligó a ponerse baberos a los mayores; la mascota que en pocos días se robó el corazón de todos y ese flamante amigo que entró sin golpear la puerta para sentirse como en su casa, adueñarse de la heladera y copar el sofá para ver las películas en el único televisor con imágenes HD de la casa. Pero como en la vida no todo es alegría, no podían faltar las lágrimas porque ahora las fiestas se celebran por separado y los hijos sólo pueden acompañarlo en una de las fiestas. Es la ley de la vida, que obliga a tomar los cambios con resignación pero con la esperanza que nada afectará la armonía familiar.

El futuro nos espera con sorpresas. Buenas y malas. Como fueron las experiencia vividas en este 2014 que se nos va y nos obliga a repasar cada segundo. Por eso, a esta altura del año y pese a que quedan algunos días antes de la despedida de diciembre, la mayoría ya puso un cartel en la puerta de sus vidas: cerrado por balance.

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