Le robaron todo y buscó en la calle lo que le hacía falta

Le robaron todo y buscó en la calle lo que le hacía falta

NADA ES BASURA. Cecilia recoge material en la calle para sus obras. la gaceta / fotos de inés quinteros orio NADA ES BASURA. Cecilia recoge material en la calle para sus obras. la gaceta / fotos de inés quinteros orio
20 Noviembre 2014
Su encuentro con el mundo del reciclado fue obra de la necesidad y la desesperación. “Hace tres años mi pareja y yo volvíamos de un viaje y cuando llegamos a casa nos dimos cuenta de que nos habían robado todo”, cuenta Cecilia Víscido, de 32 años. A su alrededor hay todo tipo de objetos artesanales y obras de arte fabricados a partir de elementos de desecho: cuadros hechos con piezas de relojería y tapitas de gaseosa, maceteros pintados a mano a partir de bidones de plástico...

Sin perder la calma, Cecilia y su novio salieron a la calle a buscar cómo reconstruirse. De cajones de verdura hicieron muebles; con latas de gaseosa fabricaron portasahumerios y los vendieron. “Todo estaba ahí, tirado en la calle, y nunca nos habíamos dado cuenta”, sonríe con serenidad.

“Hasta entonces yo vivía muy condicionada, compraba cada vez más elementos para hacer las artesanías. Pero con lo que me pasó me di cuenta de que no había que comprar tanto; todo está en la calle, sólo hay que aprovecharlo”, dice.

La vida de Cecilia hizo un giro de 360 grados. “Me di cuenta que cuando uno está en una posición cómoda, tiene de todo y no siente necesidades, no se da cuenta de las cosas que tiene al alcance de la mano. Generamos mucha basura y no se nos ocurre separarla. A mí nunca me inculcaron ese hábito ni en la escuela ni en la casa. Pero hay que hacerlo pensando en los que vienen”, reflexiona.

Cecilia cree que los jóvenes están despertando, que se dan cuenta de que la historia debe cambiar. Si bien observa que “las generaciones anteriores no se quieren hacer cargo, se muestran indiferentes”, sostiene que algo está cambiando. Algunos ya comenzaron a tomar medidas con su basura, por lo menos, empezaron por ahí”, dice.

Cecilia tiene muchos amigos que piensan igual que ella en el centro cultural Arte Chébere y llevan hábitos saludables. También participa de un grupo de Faceebok que intercambia basura para sus artesanías. “Tengo 20 potes de queso crema, ¿a quien le sirve?’ “No hace falta que utilices sólo tu basura también se puede compartir, así es más fácil”, recomienda.

Cecilia camina por las calles mirando qué cosas le sirven. “Siento que he tenido los ojos tapados durante mucho tiempo. Es increíble el cambio”, se sorprende de sí misma. En la basura está la materia prima de su trabajo. Y de ese esfuerzo recoge su sustento y multiplica los ejemplos que necesita el planeta para salvarse.

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