Osvaldo Meloni: “La madre del borrego es la política fiscal”

Osvaldo Meloni: “La madre del borrego es la política fiscal”

 la gaceta / fotos de tobías fernandez la gaceta / fotos de tobías fernandez
12 Octubre 2014
La estructura del federalismo fiscal de la Argentina lleva a que los ciudadanos premien la expansión del gasto público, porque perciben que no es financiado por ellos, sino por todo el país. Esta hipótesis es uno de los aspectos que aborda la investigación que desarrolló el economista tucumano, Osvaldo Meloni, junto con su par, Mariano Tommasi, y el politólogo norteamericano, Mark Jones. El trabajo, titulado “Votantes poco ortodoxos en lo fiscal: incentivos y rendición de cuentas en sistemas federales”, fue premiado por la Academia Nacional de Ciencias Económicas. En 2012, había sido publicado por la revista especializada “Economic and politics”. En diálogo con DINERO, Meloni afirma que la investigación analiza no sólo el incremento del gasto público, y su relación con la presión impositiva, sino las consecuencias actuales de estas políticas, en especial la inflación y la recesión económica.

-¿Por qué creció el gasto público?

-Al igual que la presión de impuestos, el gasto se expandió porque es políticamente posible. En sus inicios, el kirchnerismo dispuso de una gran cantidad de recursos. Es una gestión populista, que ganó las elecciones porque tuvo recursos económicos. Luego, alcanzó una mayoría en el Congreso, que le permitió conseguir leyes importantes. Además, aplicó impuestos distorsivos como el de los créditos y los débitos bancarios. Cuando surgió el boom sojero, fijó impuestos mediante las retenciones a las exportaciones. Todos estos tributos fueron avalados políticamente. A la par, durante muchos años, el Gobierno mantuvo a su electorado con subsidios y pocos tributos.

-¿Por qué se dice hay impuestos que distorsionan la economía?

-El agro y el sector energético aportan la mayor cantidad de recursos mediante impuestos. El problema es que al aplicarse tantos tributos, ambos perdieron capacidad productiva. La crisis energética actual es una consecuencia de esto. Ocurre lo mismo con el campo: con tantos impuestos, la producción el trigo, por ejemplo, cayó a niveles históricos. La soja no retrocedió tanto, porque hubo buenos precios internacionales que compensaron los impuestos. Pero en la actualidad, con precios deprimidos, el sector empezó a tener problemas productivos y dejó de pagar impuestos. Esta dinámica estuvo vigente en los primeros años del kirchnerismo. Pero en el Gobierno de (la presidenta) Cristina Fernández, a la caída la recaudación se sumó el aumento del gasto público, que comenzó a financiarse con emisión monetaria. Entonces apareció la inflación.

-¿Por qué se perdió el control de la inflación?

-Nuestra investigación pretende ser un tributo a la moneda local. Y cobra un valor especial en un marco de elevada inflación. Entonces, ¿qué se hace para escaparle a esta patología de la moneda? Se compran otras monedas o bienes. Lo que percibe el público es que la moneda le quema en las manos, por lo que debe sacársela de encima. El Gobierno se enoja por la compra dólares, pero es una actitud defensiva.

-¿Cómo impacta la inflación en el interior del país?

-Lo grave de la inflación es que perjudica mucho a las provincias del interior, donde hay más pobres que no pueden comprar dólares. La inflación golpea menos al habitante de Capital Federal, que sí puede hacerlo. Los gobernadores de las provincias no cuestionan la inflación, ni tampoco el elevado costo del transporte para el sector productivo.

-¿Cuál es el origen de la actual crisis económica?

-La madre del borrego es la política fiscal. Y aquí hay otro problema, porque la Presidenta no quiere reducir el gasto público. El aumento de los impuestos llegó a un límite, porque el público ya no puede pagar. Además, hay muchos tributos que impactan sobre una actividad económica en caída, como el IVA, como el impuesto a los combustible y los Ingresos Brutos. Al caer la actividad económica, cae la recaudación.

-Entonces, este escenario se debe a un problema político...

-Seguro. Si la Presidenta tuviese una descendencia política, que compitiera en las elecciones de 2015, no hubiese llevado a la economía hasta la recesión. Una de las consecuencias de esto es la falta de inversión. Con un dólar oficial a casi $ 9 y con un paralelo por arriba de los $ 15, ¿quién se animará a invertir en el país? Seguramente, si en el partido oficialista hubiese un candidato fuerte para las elecciones, la Presidenta se hubiera preocupado por entregar un país en mejores condiciones.

-¿Qué debería hacer el próximo gobierno para bajar el gasto público?

-El gasto se descontroló, en especial por los subsidios económicos, que el Estado destina para las empresas de servicios públicos. Si el próximo gobierno quisiera bajar el gasto, debería hacerlo en forma generalizada, es decir en cada área para que los precios reflejen los verdaderos costos. Sin embargo, esto no se podrá hacer de forma abrupta. La distorsión de precios es grande, y podría haber problemas sociales. El recorte de subsidios en el sector energético es el más urgente. La Argentina pasó de ser un país que exportaba energía, a uno que importa en gran cantidad.

-¿Podría haber una nueva devaluación a fin de año?

-La mayoría de los sectores de la economía la esperan. Pero, ¿para qué provocarla si no hay un plan económico? En enero de 2014, cuando el dólar oficial pasó a $ 8, los precios relativos garantizaban cierto ingreso de divisas de los sectores exportadores. Sin embargo, a fin de año, con una inflación que rondará el 40%, el dólar debería acomodarse un 40% para alentar las exportaciones. Pero el problema es que no hay un plan. (El ministro de Economía, Axel) Kicillof me parece bastante limitado.

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