“Somos los libros que hemos leído o el vacío abierto por su ausencia”

“Somos los libros que hemos leído o el vacío abierto por su ausencia”

Tomás Eloy Martínez valora la narración como modo de resistencia en el periodismo y en la literatura. Su escritura está atravesada por obsesiones: vida y muerte; pertenencia y exilio; cuerpo y palabra.

12 Octubre 2014
“Narrar no sólo es significativo porque nos permite asumir o dibujar un destino ajeno, que a la vez nos educa”, dice Walter Benjamin. Tomás Eloy agrega: “Es significativo porque ese destino ajeno, gracias a la fuerza de la llama que lo consume, nos transfiere el calor que jamás obtenemos de nuestro propio destino”.

Leer y escribir; lector y autor son inseparables y todo texto incluye múltiples otros. Nos dice: “Somos, así, los libros que hemos leído. O somos, de lo contrario, el vacío que la ausencia de libros ha abierto en nuestras vidas”. El lector atesora “escritores secretos” y crea otra realidad deformada como los actores del circo que deslumbraron al niño: “De esos excesos que vi en el circo, de esas transfiguraciones de los textos originales, nació mi ya larga devoción por los relatos y el deseo de ser alguna vez un escritor”. Defiende la fuerza de la pasión y el placer del lector; la literatura es “una ceremonia de placer íntimo, de secreto encuentro con uno mismo”; “El verdadero novelista fue, otra vez, aquel que cuenta las mismas fábulas que le gusta leer, pero a su manera”.

Su poética enfrenta el mandato modernista de contener los afectos. Tomás Eloy es conciente del peso de las sombras de su tradición literaria: “Fugarse de Arlt, esquivar a Borges, gambetear a Macedonio, era algo que desvelaba a los novelistas argentinos”. Parafraseando a Sarmiento habla de la “Sombra terrible de Borges” que ha impuesto el pudor al canon literario. Su defensa de una tradición alternativa, cercana a la narrativa del exceso, a un barroco fúnebre, que no elude el espesor de la necrofilia ni los tonos del melodrama lleva a Tomás Eloy a enfrentarse con parte de la crítica académica. Su obra se mueve en los espacios de Walsh, Puig y Soriano. Sus modelos son los autores del boom y del post-boom quienes, a su juicio, enamoraron nuevamente a los lectores. En su discurso en la Feria del Libro nos incitó con entusiasmo: “El libro nos ha salvado. Salvemos ahora nosotros al libro de la indiferencia de los que mandan, de la ceguera de los que creen que es posible vivir sin él, de la estupidez de los que imaginaron que acabarían con él quemándolo o prohibiéndolo. Salvemos al libro, porque en el libro ha estado siempre lo mejor de nosotros”.

© LA GACETA

Carmen Perilli - Profesora de

Literatura Hispanoamericana de la UNT.


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