“Siento mucho lo que le pasó a Tomás, pero no tuve nada que ver”

“Siento mucho lo que le pasó a Tomás, pero no tuve nada que ver”

Marcelo Camisay, acusado de haber herido al adolescente que quedó parapléjico a la salida de una fiesta, dijo que nunca disparó esa noche.

SIN DISPARAR. Camisay mostró cómo tuvo el arma para que cese el alboroto. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO SIN DISPARAR. Camisay mostró cómo tuvo el arma para que cese el alboroto. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
31 Agosto 2014
“Soy inocente, necesito que me crean. Nunca disparé esa noche”, aseguró Rubén Marcelo Camisay en la puerta de su casa, en Santa Fe y Esquiú. Allí, la madrugada del 21 de enero de 2012 cayó herido Tomás Caride, de 16 años. El adolescente recibió un balazo en la espalda y nunca más volvió a caminar.

Camisay está siendo juzgado por lesiones gravísimas, acusado de haber efectuado el disparo que hirió a Caride. Aunque reconoce haber exhibido una escopeta para tratar de poner fin a los incidentes que estaban ocurriendo en la puerta de su vivienda, el hombre afirmó que no apretó el gatillo.

“Con mi familia sentimos en el alma lo que le pasó a este chico, pero no tuve nada que ver. De nuestro lado también estamos sufriendo”, dijo Camisay, al relatar qué ocurrió esa noche. “Mi hijo organizó una fiesta con sus compañeros del colegio y vecinos del barrio. Con mi esposa y mis cuñados estuvimos charlando y viendo televisión toda la noche, y cada tanto salía para ver que todo estuviera en orden”, contó Camisay, y agregó que era la primera vez (y fue la última) que su hijo organizaba una fiesta.

El evento transcurrió con normalidad hasta las 4.30, aproximadamente. Camisay contó que un rato antes, junto a su esposa le dijeron a su hijo que era hora de apagar la música. “Ya se están yendo”, le respondió al joven. A los pocos minutos se escucharon gritos y ruidos de chapas.

“Cuando salimos vimos un gran alboroto. El portón estaba cerrado y del lado de afuera había entre 10 y 15 motos tratando de ingresar, se escuchaban los caños de escape, y mi hijo y sus amigos diciéndoles que era una fiesta privada”, explicó Camisay. El acusado de herir a Caride aseguró que volvió a la casa y llamó por teléfono al celular de un patrullero que solía pararse en esa esquina, y al 101. En ningún número lo atendían.

“Mi hija gritaba, mi señora gritaba, a uno de los amigos de mi hijo le cortaron el brazo con una botella de vidrio. Le tuvieron que hacer 18 puntos. El agresor es uno de los chicos que dice que me vio disparar”, manifestó Camisay.

Botellas de vidrio que volaban por los aires, pedradas, gritos. Esa era la escena que se vivía en el frente de la vivienda. “Caride, cuando declaró, dijo que nunca había visto tanta violencia”, añadió el abogado Javier Lobo Aragón, defensor de Camisay.

Fue en ese momento en que el acusado fue a buscar una escopeta de cacería. “Ni siquiera llegué a armarla. Salí y les gritaba que se vayan”, dijo Camisay, mientras mostraba con gestos cómo exhibió el arma para conseguir que cesen los disturbios. El dueño de casa afirmó que volvió a ingresar, que buscó el teléfono de la seccional 7ª en la guía telefónica, y que llamó a la comisaría. Todas las llamadas, según Lobo Aragón, se encuentran acreditadas en la causa. “Yo fui quien llamó a la Policía. ¿Cómo piensen que iba a hacerlo si hubiera disparado a alguien?”, dijo el acusado.

Cuando la Policía llegó, ya se habían retirado la mayoría de las personas. El grupo que había intentado ingresar habría estado en otra fiesta, a pocas cuadras, que había finalizado abruptamente. Caride, cuando declaró, admitió que había llegado a la vivienda de los Camisay sin estar invitado, pero que como la reunión estaba terminando se retiraba junto a sus amigos cuando comenzaron los incidentes. A la mañana llegó el jefe de la comisaría para decirle al dueño de casa que había un chico herido de bala. “No lo podía creer. Estuve detenido casi cinco meses. Después me enteré que era un chico de 16 años. Mi familia también está destruida”, relató Camisay.

“Estoy desesperado. Por esa familia, que imagino que están destruidos. Pero mi familia también pasó momentos duros. Nunca le hice mal a nadie y estuve preso. Ese chico postrado en una silla de ruedas, y a esos delincuentes que vinieron a hacer este lío, no les hicieron nada”, aseguró.

Inés, la esposa de Camisay, contó que pensaron en contactarse con la familia Caride, pero optaron por no hacerlo porque pasaban camionetas por el frente de su casa desde las que les gritaban que eran asesinos. “Hice una denuncia en la comisaría”, contó la mujer, al enumerar distintas situaciones de amedrentamiento que vivieron.

“Soy inocente. Siento mucho el dolor de Tomás, pero yo no tuve nada que ver”, insistió Camisay.

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